Carlos Edmundo de Ory recoge en sus diarios 60 años de poesía íntima
"Sólo existen el espanto y la maravilla", afirma el escritor gaditano
José Manuel Caballero Bonald y Luis Eduardo Aute presentaron ayer en Madrid los tres tomos de Diario 1944-2000, una caja de Pandora que contiene los secretos y la vida íntima del poeta Carlos Edmundo de Ory (Cádiz, 1923). Personaje genial y entrañable, aun fugado de la España que le colgó "el sambenito de postista y maldito", Ory dice que este diario que empezó a los 21 años y que sigue escribiendo es hijo "del espanto y la maravilla".
La edición, de la Diputación de Cádiz, es espléndida y monumental: reúne toda la escritura íntima y muchos dibujos de Ory, todo el contenido de los 32 cuadernos de pasta negra de hule y 200 páginas cada uno, que el autor ha ido llenando en los últimos 56 años, durante su periplo de Cádiz a Madrid, Lima, París, Amiens y su actual hogar francés, en Thézy-Glimont.
En su gran mayoría, los textos son inéditos. Según contó el editor y prologuista Jesús Fernández Palacios, que conoció la poesía de Ory en 1970 por sugerencia "del periodista Fernando Samaniego" y se convirtió en el único discípulo que el autor reconoce como tal ("bueno, él y mi mujer, Laura"), sólo se publicó el primer tercio (de 1944 a 1956) en Barral Editores (1975), una pequeña parte en Begar (1984) que comprende de 1976 a 1984, y algunos fragmentos en diversas revistas.
El resto es territorio virgen, vida apasionada y compromiso, compulsión de escribir, una selva de impresiones, recuerdos, muertes, calcetines zurcidos, revelaciones, citas de sus maestros, depresiones, sueños, mujeres, dolor.
Por la mañana, en el Círculo de Bellas Artes, Ory ofreció una rueda de prensa llena de gracia, hondura y frases tan memorables como sus aerolitos: "Yo no creo en la historia, creo en la vida". "Soy un autista que deslía sus sueños en tinta". "Adoro los animales, tendría un león en casa; mi mujer no me deja". "Soñar es estar despierto, descubrir el mundo, coleccionar caras. Yo colecciono las caras de los tiranos y los mato en sueños". "Sólo existen el espanto y la maravilla; yo estoy espantado, pero no puedo mover un dedo para cambiar el mundo". "Me enriquezco en el egoísmo; mis únicos maestros son los que están más locos que yo. Los locos son fieles a la autenticidad del ser humano".
Ory apuntó que el origen de sus diarios es una doble obsesión: escribir papelitos ("empecé a pasar esos papelitos a los cuadernos, sobre todo para poder romperlos"), y hacer el último viaje ligero de equipaje: "Como uno no se puede llevar al otro mundo ni siquiera una maleta pequeña con las cosas principales, hay que dejarlo todo archivado".
"El diario es abierto y sincero, verdad", añadió. "No es literatura, es sufrimiento para encontrar la luz y la humildad. No me arrepiento de nada de lo escrito, nada es más horrible que el arrepentimiento. Aunque hay cosas terribles". ¿Por ejemplo? "Una carta a mi primera mujer, Denise, en 1954". La leyó. Dice, entre otras cosas: "Te escribo en un estado lamentable de espíritu... Pareciera como si la lucha de mi vida tocara a su fin. (...) Hace tiempo que ya no sé lo que soy. Sólo sé que un gran vómito -tal vez de sangre, tal vez de agua salada o de agua podrida- se me viene a la boca. Vivir así es peor que estar muerto. (...) Sin embargo, no me decido a morir. Acaso no es ni siquiera Destino lo que tengo".
Babelia
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