El Gobierno español ofrece toda su ayuda para rebajar la tensión con Marruecos
Madrid intenta que se olviden los comentarios del ministro de Defensa sobre el islote de Perejil
¿Conseguirá el terremoto de Alhucemas evitar otro enfado de Rabat con Madrid? Desde que llegaron las primeras noticias de la catástrofe el Gobierno español ha multiplicado los ofrecimientos a las autoridades marroquíes, y ayer mismo empezó a despachar ayuda. Tantas atenciones buscan, aparentemente, hacer olvidar los comentarios ofensivos del ministro de Defensa, Federico Trillo, las condecoraciones que el presidente José María Aznar impondrá hoy en Rabasa (Alicante) a los boinas verdes que tomaron Perejil y su visita, el 3 de marzo, a Ceuta para participar en un acto electoral.
Trillo lamentó, el viernes, no haber sido ministro hace ocho años para haberse hecho ya con el control de Perejil, y Rabat guardó silencio ante tal comentario. No así la prensa marroquí que, con días de retraso, ha denunciado las "provocaciones" españolas.
Las autoridades de Marruecos esperaban, según fuentes diplomáticas, a tener la confirmación de la imposición de las medallas o del viaje de Aznar a la ciudad autónoma "para dar un puñetazo sobre la mesa" como ya lo hicieron, el 7 de febrero, tras la violación de su espacio aéreo por dos aviones militares españoles.
La sacudida del terremoto y su retahíla de muertes puede modificar las prioridades de la diplomacia marroquí. Así lo pretende el Gobierno español que, sin alterar sus planes, se está volcando con Marruecos para hacerle olvidar los malos tragos pasados y venideros. "Es la cortina de humo con la que se intenta tapar la afrenta de Trillo", opinó el socialista Miguel Ángel Moratinos, ex enviado de la UE en Oriente Próximo.
Aznar llamó ayer por teléfono al rey Mohamed VI -también se puso en contacto con el primer ministro Driss Jettu- para proponerle ayuda y el monarca le agradeció el ofrecimiento, según informa Peru Egurbide. Don Juan Carlos también matuvo una conversación telefónica con el soberano alauí.
"Hoy es el día para mostrar solidaridad" con Marruecos, enfatizó Trillo mientras otros miembros del Gobierno, como Ana Palacio o Ángel Acebes, descolgaban el teléfono para ofrecer apoyo a sus homólogos marroquíes.
En la base aérea de Zaragoza un par de aviones Hércules están listos para volar hasta Nador, con material proporcionado por la Agencia Española de Cooperación Internacional, otro aparato despegó anoche desde Torrejón, y una unidad con perros rastreadores de la Guardia Civil también está preparada para desplazarse a Alhucemas.
Rafael Pérez Santamarina, secretario general del Ministerio de Sanidad, ya llegó ayer mismo a Melilla para coordinar la ayuda que desde el hospital comarcal de la ciudad se intentará brindar a los heridos que el hospital de Alhucemas no puede atender. Juan José Imbroda, el presidente melillense, ofreció todo el "socorro a los damnificados".
Aun así, Ilyas el Omari, un hombre de negocios que encabeza varias asociaciones de Alhucemas, lamentó, en una conversación con este periódico, que Melilla, "la ciudad más cercana al lugar de la tragedia y bien equipada desde un punto de vista médico, no se haya movilizado desde el primer momento para aliviar la catástrofe que nos golpea".
No sólo el Gobierno central o la Junta de Andalucía se han puesto a disposición de Marruecos. Otros Estados e instituciones europeas también lo han hecho, desde Alemania hasta Bélgica pasando por Portugal y, sobre todo, Francia. Su presidente, Jacques Chirac, declaró que París "estará al lado de Marruecos" con los médicos que necesite.
Para el PSOE uno de los mejores gestos que el Ejecutivo español puede hacer ahora con Rabat es suspender la entrega de medallas a los militares que, el 17 de julio de 2002, expulsaron a los marroquíes de Perejil. "(...) El Gobierno sabrá si después de lo ocurrido es el momento más adecuado" para imponer condecoraciones, se preguntó Jesús Caldera, coordinador del programa electoral socialista. En su opinión Aznar "debería pensárselo". Caldera no desaprovechó la ocasión para arremeter de nuevo contra Trillo al que tachó de "inquisidor".
La única concesión que hizo, días atrás, el Ejecutivo consistió en no permitir que la prensa asista a la ceremonia de la imposición de la Cruz del Mérito Militar, aunque sí podrá seguir la visita de Aznar y de Trillo a la base del Mando de Operaciones Especiales.
La cercanía de España
En Alhucemas algunos carteles de comercios no están escritos en árabe o en francés, como suele ser habitual en Marruecos, sino en castellano. La pequeña ciudad marroquí, de 65.000 habitantes, es una de las más vinculadas a España histórica y culturalmente.
España o, como dicen los marroquíes, los "vestigios de la colonización española", está a tan sólo 400 metros de su costa. Plantados en medio de la bahía están el peñón de Alhucemas y los pequeños islotes de Tierra y Mar sobre los que ondea la bandera española desde 1673. Desde la playa se ve a simple vista a los soldados españoles.
Otra playa, un poco más alejada, fue el escenario del desembarco, en 1925, del Ejército español que infligió una derrota a Abdelkrim, el líder de la rebelión rifeña contra el colonialismo.
Un incidente en esa bahía, el despliegue de cinco buques de la Armada en torno al peñón, a principios de julio de 2002, suscitó una airada protesta de Rabat. Días después, militares marroquíes se apoderaron de Perejil para replicar a aquella "provocación", según el hispanista Larbi Messari.
Unos ochenta españoles, en su mayoría profesores del instituto Jovellanos, mantienen viva la cultura española en Alhucemas junto con las cadenas de televisión de la Península que la población prefiere a las marroquíes.
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