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Juan Goytisolo descubre en 'El lucernario' la pasión creativa y la modernidad de Azaña

El escritor reivindica el rigor ético, la calidad literaria y la vigencia del pensamiento del político

Una deuda moral ha llevado a Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) a escribir El lucernario (Península), un análisis riguroso sobre Manuel Azaña (Alcalá de Henares, 1888-Montauban, 1940). El autor destaca el rigor ético y creativo y la "singularidad y modernidad" del pensamiento del último presidente de la Segunda República. Goytisolo, que considera difícil y tal vez imposible separar al escritor del político, aseguró ayer que no existe en el panorama español nadie que se le pueda equiparar. "No hay nadie de su envergadura política ni de su enorme cultura", indicó.

Juan Goytisolo ha centrado su trabajo en los artículos, ensayos, novelas y, muy por encima, en las incursiones teatrales de Manuel Azaña. El escritor destacó ayer el "rigor ético y la calidad literaria" de la obra de Azaña y dijo que el político "realizó la primera mirada de calidad y moderna sobre El Quijote. Dio una visión muy diferente a la que realizaron los autores del 98". El autor de El lucernario recomendó la lectura de La velada en Benicarló, de Azaña, y apuntó que "debería ser lectura obligatoria en las escuelas". Sin olvidar las novelas El jardín de los frailes y Fresdeval.

Goytisolo destacó la exquisitez cultural y la talla política del que fuera presidente de la Segunda República española. "Su formación literaria, lector compulsivo desde la adolescencia, se forjó a contrapelo de la enseñanza oficial", afirma en el libro. Goytisolo, uno de los intelectuales más críticos con la actual situación de la cultura en España, lamenta el notable incremento de escritores que publican para vender y no para ser leídos y de lectores que no leen. "Muchos que se dicen lectores leen para leer lo que saben. Lo que verdaderamente se entiende por literatura tiene un público minoritario en España".

Juan Goytisolo, además de intentar que la figura literaria de Azaña sea descubierta por los jóvenes, desea saldar una deuda con el político porque "para quienes éramos niños durante la guerra o después de ella, Azaña era un demonio, nos enseñaban canciones ofensivas contra él y se le criticaba y denostaba desde todos los lados". En ese sentido, recordó el verano de 1939 en el que aprendió una canción que todavía hoy recita sin titubeos. "Con los bigotes de Azaña / fabricaremos escobas / para barrer los cuarteles / de la Falange española".

El autor de El lucernario recuerda y alaba la honradez del estadista y considera que la izquierda española debería tomarlo "como referente, en lugar de dejar que la derecha se apodere de él, de forma absurda. Su talante debería ser ejemplo por su diversidad dentro de la unidad. Hay frases y fragmentos de su obra que son extraordinarios y que tienen vigencia en estos momentos. Su honradez, a mil leguas los aznares y berlusconis, le conecta con dos de las figuras más íntegras del siglo XX: Pierre Mendès y Willy Brandt".

En opinión de Goytisolo, Manuel Azaña aporta "una de las concepciones más lúcidas del siglo XX y pese a ello fue arrojado de la historia por los vencedores de la Guerra Civil y calumniado por parte de los vencidos". Goytisolo recuerda las palabras que pronunció Dolores Ibárruri, La Pasionaria, contra Azaña, a quien acusó de haber perdido la guerra. "Le culpó de forma injusta porque hizo todos los esfuerzos para crear un ejército disciplinado con el que poder ganar la guerra y no lo logró".

La línea y trayectoria crítica de Azaña es alabada por el escritor ya que, según afirma, "no transigió con la mentira ni capituló ante la adversidad, en la misma línea que Jovellanos, Blanco White o Pi y Margall. Sus reflexiones son muy válidas y muy actuales. Su cultura le permitió tener una percepción más clara de la sociedad española".

El libro fue presentado ayer en el Círculo de Bellas Artes, de Madrid, por el historiador Santos Juliá, el escritor José María Ridao y el académico Juan Luis Cebrián con la presencia de Goytisolo. Si Ridao recordó que "ser republicano debe convertirse en un sustantivo y no en un adjetivo", Juliá y Cebrián coincidieron en celebrar que El lucernario es "un encuentro entre dos grandes escritores y pensadores de la España contemporánea: Azaña y Goytisolo". Cebrián recurrió a Antonio Machado para recordar que el poeta había advertido en los años treinta "el privilegio de los españoles de contar con un intelectual de la talla de Azaña como presidente de la República". Aún más grave que el desprecio que, como resaltó Santos Juliá, sufrió Azaña en la España posterior a la República fue, según Cebrián, "el hecho de que se le tratara con miseria moral".

Hoy, Juan Goytisolo y Emilio Lledó dialogarán en un acto público sobre El lucernario, en el Círculo de Lectores (O'Donnell, 10, Madrid, a las 20.00).

Juan Goytisolo, entre José María Ridao, Juan Luis Cebrián y Santos Juliá.
Juan Goytisolo, entre José María Ridao, Juan Luis Cebrián y Santos Juliá.MIGUEL GENER
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