Arco celebra la buena racha del mercado
La Reina inaugura la feria de arte, que tiene este año a Grecia como país invitado
Sigue la buena racha en el mercado del arte español. Son ya cuatro años de bonanza económica que, en comparación con la recesión que están viviendo otros países más potentes, como Alemania o Francia, están permitiendo la consolidación del sector en España. El optimismo se extendía ayer por la mayoría de las 275 galerías -183 extranjeras y 92 nacionales- que participan en la 23ª edición de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo Arco, que ayer inauguró la Reina con un amplio recorrido por el recinto, con paradas en varios stands (entre ellos, los de EL PAÍS y Babelia, con obras de Carmen Laffón y Eulàlia Valldosera) y en las 15 galerías de Grecia, el país invitado.
Las ventas se iniciaron el martes por la tarde, cuando algunos galeristas aún tenían las obras sin colgar. Ayer por la mañana siguió el interés de los coleccionistas y el ambiente casi rozaba la euforia. "A las once ya había gente haciendo cola", comentaba Fernando Zamanillo, de la galería Siboney, de Santander. "He vendido muchísimo", reconocía la galerista madrileña Helga de Alvear. Parecida satisfacción había en la valenciana Tomás March, en la catalana Joan Prats o en la londinense Lisson. "El pasado año nos esperábamos un bajón y al final fue muy bien, y en esta edición las expectativas son muy buenas desde el principio", indicaba por su parte Enrique Gómez Acebo, director de la galería madrileña Egam.
Las 275 galerías que participan ofrecen piezas de museo y el arte emergente
"El mercado está funcionando en el día a día y no hay ningún indicio de que pueda ir mal en la feria", señala Pep Belloch, de la valenciana Visor, poco después de cerrar la venta de una espectacular fotografía de John Coplans que exhibe en su stand a un coleccionista andaluz. "Es significativo que haya habido un aumento de galerías extranjeras de calidad que están subiendo el nivel de la feria", añadió Belloch, para quien la razón de esta mayor afluencia se explica en la bajada experimentada en las ferias de Colonia, Berlín y París. Coincide con otros galeristas en que Arco está consolidando su segunda posición en Europa, después de la todopoderosa feria de Basilea, que sigue siendo la estrella mundial del mercado. "En mi opinión, Arco en estos momentos es mejor feria en cuanto a estructura y organización que Basilea, aunque otra cosa es la calidad de las galerías, que son mejores en la feria suiza", indica el galerista catalano-aragonés Miguel Marcos, que en su stand reivindica y rinde homenaje a Víctor Mira, artista fallecido en noviembre del año pasado en Múnich, con la exhibición de un cuadro de su propia colección, Interior español con exterior holandés, de 1984, que no está a la venta. "Las otras ferias están bajando porque faltan coleccionistas locales y su oferta no es suficientemente atractiva para los grandes coleccionistas internacionales", indica la galerista francesa Chantal Croussel. "De hecho, aquí el mercado está mejor que en Francia porque hay mayor interés tanto del público como de los coleccionistas por el arte contemporáneo". Para la galerista madrileña Soledad Lorenzo, el fiasco de Berlín es paradigmático porque, indica, "demuestra que el mercado del arte necesita un entorno consolidado y en la capital alemana, aunque hay mucha vitalidad de galerías, artistas y museos aún no hay grandes coleccionistas locales".
Björn Alfers, de la galería berlinesa Thomas Schulte, está de acuerdo aunque, añade, a Berlín le sobra creatividad, lo que le augura un buen futuro. "En Arco no tenemos expectativas porque es la primera vez que venimos, pero ya tenemos obras reservadas y esperamos que funcione", añade. "Éste es un momento muy optimista en España comparado con la situación en Alemania", indica Hans Mayer, de la galería del mismo nombre. "En 1996 me enfadé con Arco, pero ahora no recuerdo ni por qué. Me ha sorprendido el aumento de calidad de la feria, que se está convirtiendo en una de las mejores", añade el galerista, que exhibe en su stand un gran lienzo de Andy Warhol, Retrato de Russel Means, de 1976, que vende por 850.000 euros.
Pepe Cobo, de Sevilla, que con Marta Cervera son los españoles que estarán en la feria The Armory Show, de Nueva York (que ha firmado un acuerdo de colaboración con Arco para organizar debates sobre el coleccionismo), echa en falta más galerías estadounidenses, "que son las que marcan el mercado". "Con la buena marcha de la economía no hay crisis, pero seguimos con debilidad de mercado", añade. Tomás March, de Valencia, cree que hay un mercado más estable, dentro de la "normalidad". La normalidad también se extiende a la mezcla de medios artísticos en la mayoría de las galerías, con un predominio de vídeos sobre las instalaciones, que se limitan al espacio de los Project Rooms. El galerista Luis Adelantado, de Valencia, tiene "buenas esperanzas", sobre todo por la repercusión de los coleccionistas internacionales, que se encuentra también en otras ferias. "Arco está en un listón alto y equilibrado y tiene prestigio en el panorama internacional".
En el montaje de esta edición se han mezclado las ofertas en la clásica distribución de un pabellón siete con "piezas de museo" y en el nueve con lo más experimental. El historiador y comisario Harald Szeemann vio un saura "vital" al comienzo de su recorrido, pero todavía no había llegado a un picasso (Retrato de Dora Maar, de 1942, por siete millones de euros en la Jan Krugier) y a un miró, una cabeza de 1974 en la Gmurzynska por 900.000 euros.
Para moverse por una ciudad interior
Los galeristas están de acuerdo en elogiar la generosidad de los espacios en los pasillos y las conexiones entre los pabellones 7 y 9 y coincidían en lamentar la suciedad que se acumulaba tras la fabricación de los stands y el montaje de las obras, con labores de limpieza y ruido que continuó hasta la llegada de los coleccionistas y la inauguración oficial. Los bulevares de Arco se presentan como fragmentos de una ciudad interior y contienen cuatro lugares de descanso en el pabellón 7 y cinco en el 9. Son ejercicios de diseño que en el conjunto de las piezas expuestas pueden pasar por instalaciones, con una acumulación de sillas, bancos, butacas, alfombras, lámparas, en los que se puede identificar a autores como Tusquets, Liévore, Lluscà, Miralles, Bernal, Claret, Pensi, Piñón, Milá.
La ciudad interior tiene en esta edición una nueva distribución pero mantiene los mismos bloques para situar las 275 galerías de arte en un programa general en el centro de los pabellones, rodeadas por zonas especiales dedicadas a Grecia en Arco, país invitado con 15 galerías, las publicaciones de arte y cultura, los Futuribles, los Project Rooms y los Proyectos Salas, con 16 presentaciones de museos y fundaciones de varias comunidades autónomas.
Esta mezcla de arte español e internacional es la que prefiere el pintor Eduardo Arroyo, enemigo declarado del arte nacional. "Soy defensor de las ferias cuando son puras y duras, con la ley de la oferta y la demanda, sin la parafernalia que hay detrás de los museos".
La tranquilidad de las horas previas a la apertura oficial fue aprovechada por Pilar del Castillo, ministra de Cultura, que como pintora con seudónimo se interesó por un cuadro de Arroyo en la Louis Carré (42.000 euros). Los primeros visitantes podían tropezarse con Chillida Belzunce, en la Fernando Silió, donde retocaba con pinturas unas ventanas sobre piedra caliza, o con el coleccionista Alfonso Cortina, que en la Ramis Barquet buscaba un millares. La directora de la Marlborough, María Porto, aguantaba "con buen ánimo" la presión mediática y la curiosidad pero informaba de las primeras ventas de tres esculturas de Leiro con la misma sonrisa que otros galeristas.
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