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Expertos de EE UU proponen la clonación preventiva para tratar futuros infartos

Las células madre obtenidas de embriones clónicos logran reparar el corazón del ratón

Javier Sampedro

Un equipo científico norteamericano ha logrado, trabajando con ratones, reparar el 38% del tejido destruido por un infarto masivo mediante el implante de células procedentes de un embrión clónico. El tejido nuevo no sólo se integra con el resto del corazón y late coordinadamente con él, sino que genera los vasos sanguíneos que necesita para alimentarse, y restaura la función cardiaca de manera espectacular. Los científicos proponen, cuando sea posible, la clonación preventiva de embriones humanos, de forma que sus células puedan usarse en caso de infarto.

El punto más débil del trabajo, que acaba de publicarse en la edición electrónica de Circulation

Research, es que los científicos no utilizan directamente las células madre embrionarias. En vez de eso, dejan al embrión clónico desarrollarse hasta que es un feto, y extraen de su hígado incipiente unas células que son las que luego implantan en el corazón.

"No hay ninguna posibilidad de aplicar esa metodología a los pacientes", reconoce a este periódico Piero Anversa, director del Instituto de Investigaciones Cardiovasculares del Medical College de Nueva York, y coordinador del estudio. "Hay impedimentos éticos fuertemente justificados".

Pero el primer autor del trabajo, el vicepresidente científico de la empresa de Massachusetts Advanced Cell Technology (ACT), Robert Lanza, explica a EL PAÍS: "Iniciamos este estudio hace un par de años, y entonces no era posible utilizar directamente las células embrionarias. Pero ahora hay varios equipos científicos, incluido el nuestro, que han logrado transformar las células madre embrionarias, ya en cultivo, en células algo más diferenciadas, similares a las del hígado fetal que implantamos en este trabajo".

Con ese avance, el método sería aplicable al ser humano, al menos en principio, puesto que podrían usarse células madre obtenidas de embriones humanos -que ya existen-, transformarlas en el laboratorio en esas células precursoras "similares a las del hígado fetal", e implantarlas en el corazón infartado, donde el ambiente biológico parece transformarlas sin problemas en un tejido cardiaco indistinguible del normal.

Pero la idea no es usar embriones convencionales, como los que están congelados en las clínicas de fertilidad, sino embriones clónicos, es decir, genéticamente idénticos al paciente, con el fin de evitar el rechazo inmunológico. La clonación significa tomar una célula de la piel del paciente, extraer su genoma e introducirlo en un óvulo privado de su propio genoma. ¿Habría tiempo de hacer todo eso cuando una persona sufre un infarto?

"No", responde Lanza. "El objetivo sería tener viales [tubos] de células precursoras congeladas, de modo que, en caso de infarto, el médico pueda descongelarlas e implantarlas inmediatamente. En esas condiciones, se podría conseguir una reparación completa del corazón en unas pocas semanas".

El procedimiento sería una auténtica clonación preventiva. Las personas con riesgo de infarto tendrían que someterse a una clonación terapéutica (creación de un embrión clónico de menos de 14 días con el exclusivo propósito de extraer células madre) y hacerse almacenar las células precursoras del corazón para cuando le hagan falta en el futuro.

Lanza y Anversa han colaborado con científicos del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York y del Centro de Biología del Desarrollo RIKEN, de Kobe (Japón). Anversa es un pionero en el uso de células madre adultas -obtenidas no de embriones, sino de tejidos del propio paciente- en la reparación del corazón infartado, y buena parte del trabajo actual se centra en comparar el valor relativo de ambos tipos de células madre, las embrionarias y las adultas.

"Es importante señalar que la magnitud de la regeneración del miocardio obtenida en este estudio es significativamente superior a la alcanzada previamente con células madre adultas de la médula ósea", subrayan los autores. En modelos animales, reparar un corazón requiere implantar 200.000 células madre de la médula ósea, pero sólo 20.000 células de origen embrionario. La razón es que éstas se reproducen mejor, y generan ocho millones de células cardiacas (miocitos), el quíntuple de las que murieron en el infarto.

La reparación del corazón infartado con células madre adultas ya está en fase de ensayos clínicos en varios hospitales europeos y americanos. En España hay dos ensayos en curso, coordinados por la Red de Terapia Celular de Valladolid y por la Clínica Universitaria de Navarra. Ambos han obtenido resultados preliminares prometedores.

La aplicación de la futura técnica propuesta por Lanza y Anversa requiere, naturalmente, que se ponga a punto la clonación de embriones humanos. El intento más avanzado de los presentados hasta ahora fue obra del propio Lanza y otros investigadores de la empresa ACT, pero el embrión, en aquel caso, no superó la fase de seis células.

Robert Lanza, vicepresidente científico de ACT.
Robert Lanza, vicepresidente científico de ACT.ASSOCIATED PRESS

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