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Cebrián denuncia el "fundamentalismo democrático"

El escritor asegura que Bush y Aznar "utilizan la democracia en función de su poder"

El periodista y escritor Juan Luis Cebrián denunció ayer el fundamentalismo democrático, "una enfermedad que la derecha española padece hasta el extremo" pero que también afecta a gobernantes de otros países, en especial a George W. Bush. A su juicio, Bush y José María Aznar "utilizan la democracia en función de su poder y son capaces de vulnerarla allá donde pueden". Cebrián aseguró que la extrema deformación del fundamentalismo democrático es la guerra preventiva, "el ataque anticipatorio, como lo definió Aznar ante la cúpula de los militares españoles" cuando defendió el apoyo del Gobierno español a la ocupación de Irak.

El consejero delegado de PRISA y académico de la Española, Juan Luis Cebrián, hizo esas afirmaciones durante la presentación de su libro El fundamentalismo democrático (Taurus) en un acto en el Círculo de Bellas Artes, en Madrid, al que asistieron unas 300 personas y en el que intervinieron la consejera de Hacienda de Andalucía, Magdalena Álvarez; el ex ministro de UCD Alberto Oliart; el director de El Periódico de Catalunya, Antonio Franco.Moderó el debate la directora del programa La Mirada Crítica (Tele 5), Montserrat Domínguez.

Magdalena Álvarez, candidata por el PSOE para el Congreso en las elecciones del 14 de marzo, aseguró que "la prueba del algodón" del fundamentalismo denunciado por Cebrián es Andalucía, donde "el PP ha aplicado la guerra preventiva desde 1994. Nos ha intentado ahogar financieramente porque no aceptamos el trágala que se nos quería imponer".

Por la mañana, en una entrevista en el programa Hoy por Hoy, de la cadena SER, Cebrián afirmó que "el conmigo o contra mí se ha enseñoreado últimamente de la vida política española", en la que están proliferando las políticas frentistas promovidas desde el Gobierno. Y lamentó que hayan desempolvado las líneas divisorias entre "buenos y malos", entre "buenos españoles y antipatriotas" quienes tratan de llegar al poder de cualquier manera y de mantenerse en él de cualquier forma. En la presentación de su libro, criticó que "hay gente que se envuelve en la Constitución y en la bandera española como si fueran la santa Constitución y la santa bandera" cuando una esencia de la democracia es abordar permanentemente cambios, conforme evoluciona la voluntad de los ciudadanos.

A este respecto invitó a ejercer la desconfianza hacia los gobernantes y el derecho de protesta frente al poder. Lamentó que no haya debates de calado en España y señaló que precisamente con su libro pretende suscitar un debate político, y no exhibir que él tiene razón en todos los asuntos que aborda. Cebrián explicó que en su obra -"un artículo largo", según la definió-, trata de analizar "qué es eso que en nombre de la democracia desvirtúa la democracia".

Y precisó que el fundamentalismo democrático -"el ejercicio que hacen los gobernantes que se sienten en posesión de la verdad y quieren imponerla a otros", en expresión utilizada ayer por Oliart- es una enfermedad que padece hasta el extremo la derecha española, pero que también apuntó en algunos comportamientos de los socialistas cuando ocuparon el Gobierno de la nación. "Estamos en un receso democrático en todo el mundo, mientras las democracias asentadas viven una bonanza económica notable, la sociedad mira hacia otro lado ante fenómenos como la inmigración y nuestros gobernantes exhiben autosatisfacción porque dicen que España está entre los primeros países del mundo".

Franco opinó que la obra de Cebrián es "particularmente interesante para los españoles" por la "pérdida de calidad de la democracia". Y opinó que un elemento del fundamentalismo democrático es fomentar la desmemoria. "La segunda transición que enarboló Aznar fue un intento de deslegitimizar la primera transición, donde se habían alcanzado consensos básicos".

Alberto Oliart, Cebrián, Montserrat Domínguez , Magdalena Álvarez y Antonio Franco, en el acto de ayer.
Alberto Oliart, Cebrián, Montserrat Domínguez , Magdalena Álvarez y Antonio Franco, en el acto de ayer.MIGUEL GENER

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