El Museo del Chiado rescata la mítica exposición de Oteiza en 1957 en São Paulo
La muestra de Lisboa revisa la energía creativa del escultor vasco a través de 32 obras
"Somos gran premio pero renuncié...". Jorge Oteiza (Orio, 1908-San Sebastián, 2003) envió este escueto telegrama a su mecenas y amigo Juan Huarte tras obtener el Gran Premio Internacional de Escultura en la IV Bienal de São Paulo, en 1957. Al día siguiente, Huarte le contestó: "Enhorabuena, tráete gran premio. Abrazos". Al final se lo trajo y el premio a Oteiza simbolizó el inicio del reconocimiento internacional a una generación de artistas españoles que desde finales de los años cuarenta habían apostado por la recuperación de las vanguardias y la reivindicación de la abstracción. La exposición Oteiza. Operación H, que ayer se inauguró en el Museo del Chiado de Lisboa, donde podrá visitarse hasta el 18 de abril, recupera un episodio fundamental del arte español y permite revisar la obra principal de uno de los grandes escultores del siglo XX.
La muestra se enmarca dentro del programa Arte Español para el Exterior que desarrolla el Ministerio de Asuntos Exteriores con el apoyo de la Sociedad Estatal para la Accion Cultural Exterior (SEACEX). "Trata de evocar una época experimental y de madurez de Oteiza", señaló Alberto Rosales, comisario de la muestra y director de la Fundación Museo Jorge Oteiza de Alzuza, entidad que atesora la mayoría de las 32 obras que se exhiben. Se divide en tres apartados. El primero y más importante es la reconstrucción aproximada de la exposición que presentó el artista en São Paulo, para lo que se han recuperado 22 de las 28 obras que allí se exhibieron -el resto está en colecciones suramericanas o no han podido ser localizadas- y también se han reconstruido a partir de fotografías y dibujos las peanas diseñadas por el artista. El conjunto se completa con grandes paneles en los que puede leerse la traducción portuguesa del texto teórico Propósito experimental 1956-57, que el artista escribió para el catálogo que acompañaba la exposición y que se ha incluido en el catálogo de la actual muestra.
Otro apartado reúne algunas obras de los años inmediatamente posteriores a la bienal durante los que Oteiza concluyó su fundamental investigación sobre el espacio en la escultura que en São Paulo aún estaba iniciándose. Al final, un pequeño pero jugoso apartado documental sitúa el conjunto en el contexto biográfico del artista a través de cartas, telegramas, fotografías y algunas noticias de prensa de la época, además de un vídeo más moderno realizado con motivo de la presentación del artista en la Bienal de Venecia en 1988.
En la advertencia personal que encabezó el catálogo de 1957, Oteiza escribió: "Trabajo en formatos muy reducidos y con numerosísimas variantes que no concluyo. Desprecio el material, fuera de su condición formal y luminosa estrictamente espaciales. Persigo una estatua en su naturaleza experimental, objetiva, fría, impersonal, libre de todo afán espectacular, de toda intención superficial de parecer original y sorprender". Y en Própósito experimental acaba reconociendo: "Mi escultura abstracta es arte religioso. (...) Es la imagen religiosa de la ausencia civil del hombre actual".
Pura racionalidad del objeto para alcanzar la espiritualidad desnuda del sujeto, el rigor estético y moral de Oteiza a lo largo de su vida alcanzó su máxima intensidad en series como Desocupación de la esfera (1957-58) o Cajas vacías (1958), de las que pueden verse excelentes ejemplos en esta muestra que abarca su mejor época como escultor. En 1959, anunció que dejaba la escultura porque ya había concluido su investigación, si bien su actividad creativa y de agitación cultural y política se mantuvo. "Esta exposición es una fiesta no tanto porque supone la recuperación internacional de Oteiza, sino porque hacía casi 50 años que no se podían volver a ver reunidas todas estas esculturas que son un espejo moral para quien quiera mirarse en ellas", indicó Rosales.
Oteiza participó en el pabellón español de la Bienal de São Paulo -en el que también mostraron sus obras Tàpies, Guinovart, Francisco Capuleto, Luis Feito, Millares, Antonio Quirós, Manuel Rivera, José Vento y José Planes- para medirse con los grandes escultores de su época. Como siempre en este hombre pasional e indomable, su participación no estuvo exenta de polémica. En primer lugar, estaba previsto que presentara 10 obras y él se saltó esta condición presentando 28 esculturas, aunque eso sí, agrupadas en 10 familias. Una vez en São Paulo, y vistos los otros pabellones, se convence de que es el mejor y escribe a su mujer: "Querida mía, todo marcha, podría ser el gran premio, soy el único escultor actual aquí, pero todo son intrigas políticas en las que no puedo ni sé participar".
Está previsto que la exposición sea itinerante, aunque las fechas y lugares no están decididos, ya que en otoño de 2004 está prevista una gran antológica en el Museo Guggenheim de Bilbao, en colaboración con la fundación de Alzuza, y muchas de estas obras han sido seleccionadas por su comisaria, Margit Rowell. Esta retrospectiva, que el artista primero autorizó y después rechazó, tiene como objetivo reinvidicar la figura del artista como uno de los más grandes escultores de la segunda mitad del siglo XX. Rosales planteó sus dudas sobre otras muestras del artista organizadas recientemente, "realizadas por las personas que en los últimos años del artista se encargaban de la comercialización de su obra".
El escultor aprobó en vida la exposición Oteiza, el espacio sagrado, con 56 piezas reunidas por el comisario Antonio Niebla, que se presentan hasta el domingo en el Museo de Arte Contemporáneo Unión Fenosa (Macuf), de A Coruña, dirigido por el pintor Luis Caruncho.
Babelia
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