El líder británico afronta hoy el informe del juez Hutton sobre la muerte de Kelly
La investigación ha puesto de relieve la presión de Downing Street a los servicios secretos
Tras el debate y la votación de anoche sobre la reforma universitaria, el primer ministro británico,Tony Blair, afronta hoy el segundo obstáculo de su semana de pasión: las conclusiones del juez lord Hutton sobre el llamado caso Kelly. Se esperan críticas para todos, aunque sería una sorpresa que éstas alcanzaran el punto de poner al primer ministro al borde de la dimisión. Pero por encima de todo, la investigación ha puesto de relieve las presiones de Downing Street a los servicios secretos para encontrar información que legitimara la decisión política de invadir Irak.
Ese aroma de presión puede convertirse hoy en un bumerán político contra Blair o quedar flotando en el ambiente, a la espera de que la constatación de que no hay -y quizá hace ya años que no había- armas de destrucción masiva en Irak cristalice en nuevas pesquisas. Es lo que busca la oposición: una investigación oficial sobre la información en que se basó el Gobierno para ir a la guerra.
No se espera que el juez lord Hutton entre en esos dilemas. El mandato que recibió en julio pasado se ceñía a esclarecer las circunstancias de la muerte de David Kelly. Experto en armas de destrucción masiva y empleado por el Gobierno británico, Kelly se suicidó tras trascender que él era la fuente en que se había basado la BBC para afirmar que Downing Street ordenó a los servicios de inteligencia incluir el dato -que luego resultó falso- de que Sadam podía lanzar en 45 minutos un ataque con armas de destrucción masiva.
Los pronósticos apuntan a que el juez criticará severamente al periodista Andrew Gilligan, que reconoció varios errores de bulto en su trabajo, aunque tanto él como la BBC mantienen la veracidad de la acusación de fondo: las presiones de Downing Street a los servicios secretos. También se esperan críticas importantes para la cúpula dirigente de la BBC por defender a su periodista sin cerciorarse de los detalles del asunto. También saldrá malparado el antiguo director de Comunicaciones y Estrategia de Blair, Alastair Campbell, que dejó Downing Street el verano pasado.
El mayor coste político puede ser para el ministro de Defensa, Geoff Hoon, visto por muchos como la cabeza de turco que necesita Blair si el juez responsabiliza a Defensa de la filtración del nombre de Kelly a la prensa, un factor que se considera uno de los desencadenantes decisivos del suicidio.
Para Blair, el mayor peligro es que el juez le considere personalmente responsable de esa filtración. Eso podría arrastrarle a la dimisión porque le dejaría poco menos que como mentiroso tras asegurar a los pocos días de la muerte del científico que él no había autorizado la filtración de su identidad. "No he autorizado la filtración del nombre de David Kelly", aseguró el primer ministro en una crispada rueda de prensa en Hong Kong el 21 de julio. Pero, preguntado acerca de por qué el Gobierno confirmó su identidad, declaró: "Ése es un asunto completamente distinto una vez que el nombre ha trascendido". Defensa no reveló el nombre de Kelly, pero confirmó que se trataba de él a los periodistas que lo preguntaban.
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