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Miedo al gigante americano

La liberalización comercial propuesta por EE UU como solución al subdesarrollo no convence a la mayoría de los países de América Latina

Juan Jesús Aznárez

Durante la Cumbre Extraordinaria de las Américas de Monterrey, Estados Unidos propuso la liberalización comercial como la solución contra la pobreza, pero la receta no convenció a Brasil, Argentina y Venezuela, los países más opuestos a la entrada en vigor, el año próximo, del Área de Libre Comercio de las Américas del Norte (ALCA). Nacería viciado, dijeron, porque la asimetría regional favorece a Washington. El proceso liberalizador abierto en la Cumbre de las Américas de Miami, en 1994, a instancia de Washington, abarca a 34 países y 800 millones de personas, desde Alaska a Tierra del Fuego. Cerca de 200 millones sobreviven con un dólar al día.

Estados Unidos, Canadá y México, socios en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en vigor desde el primero de enero del año 1994, instaron a los jefes de Estado y de Gobierno a apostar por el libre comercio para reducir la pobreza y la miseria, que en algunas naciones castiga al 80% de sus habitantes. "En el largo plazo, el comercio es el camino más duradero hacia la prosperidad", afirmó el presidente estadounidense, George W. Bush, en el encuentro de la ciudad mexicana, clausurado el martes. "La mejor forma de erradicar la pobreza es alentar el comercio entre las naciones".

Pero la evaluación de los diez primeros años del TLCAN no permite conclusiones tan optimistas. Estados Unidos consigue más mercados, pero sin reformas estructurales sofoca la competitividad de los más débiles, que es casi nula e insuficiente contra la pobreza, según un informe del Banco Mundial. Entre los años 1995 y 2000, dentro de una miríada de estadísticas y datos sobre los diferentes capítulos, cerca de 600.000 campesinos mexicanos sufrieron un empobrecimiento al reducirse los apoyos directos gubernamentales en hectárea cultivada. Y las mercancías de los agricultores norteamericanos, subsidiados, son imbatibles.

Las ganancias, para el Norte

El comercio exterior de México trepó de los 88.000 millones de dólares en el año 1993 a 350.000 millones en el 2002. Se crearon cientos de miles de trabajos, un buen número perdidos a partir de la contracción económica del año 2000, pero el grueso de las ganancias fue para las cadenas de montaje norteamericanas, maquilas, instaladas en la parte mexicana de una frontera común de 3.000 kilómetros.

América Central y Chile negociaron también un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y, próximamente, lo harán la República Dominicana y Panamá. No obstante, la consecución de un área continental sin barreras arancelarias es un proceso de enorme complejidad porque Washington causa más recelos que confianza en algunos gobiernos, por la heterogeneidad del desarrollo de los países americanos, la existencia de otros proyectos regionales sin acabar, entre ellos el Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) y porque no ha finalizado la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

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La Declaración de Monterrey aprobó echar a andar el ALCA "según los plazos previstos". La fecha establecida hace diez años en Miami fue el primero de enero de 2005, pero, calculadamente, no se explicitó en la declaración. Varios países no se sienten comprometidos. El pasado mes de noviembre, en Miami, durante la última cumbre ministerial, se acordó negociar un marco mínimo legal de funcionamiento para el año próximo y reglas más ambiciosas en procesos bilaterales, regionales o en la propia OMC. Es decir, cautelas en el sector primario y progresivo levantamiento de aranceles: adhesiones con diferentes velocidad y alcance.

Argentina, Brasil o Venezuela no avalarán el ALCA sin correcciones o compensaciones. "No vamos hacia ningún acuerdo que no garantice la integración plena sin asimetrías, que de alguna manera termine con el proteccionismo a los subsidios", resumió el presidente Néstor Kirchner.

El presidente de Brasil, Lula da Silva, al dejar México tras el final de la Cumbre de las Américas.
El presidente de Brasil, Lula da Silva, al dejar México tras el final de la Cumbre de las Américas.EFE

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