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Reportaje:

De la leche a la televisión y la banca

El ex presidente de Parmalat fracasó rotundamente en todos sus proyectos para diversificar la compañía

Quizá se deba a su DNA democristiano. Pero la historia de Calisto Tanzi, artífice, para bien o para mal, del fenómeno Parmalat, es un ejemplo de la capacidad de adaptación de la empresa italiana: capaz de aplicar la creatividad a los negocios, transformando el negocio de jamones de su familia en un imperio, pero con habilidad también para navegar en esa área indefinida entre política y finanzas donde a menudo se han rediseñado en los últimos 30 años los perfiles de la industria nacional. Desde luego, al sexagenario dueño de la empresa de Collecchio no se le puede acusar de hipocresía. Nunca ha renegado de sus ideas políticas: "Históricamente me siento cercano a la Democracia Cristiana", ha admitido siempre, "un católico de centro abierto a lo social". Nunca ha escondido sus relaciones personales. "¿Ciriaco de Mita? Es amigo mío". Cosa que más de uno habrá intuido cuando Parmalat, antiguo patrocinador del Real Madrid, decidió anunciarse en las camisetas del Avellino, o cuando abrió una fábrica de pizzas en Nusco.

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Pero durante los primeros años de su carrera, entre los años sesenta y ochenta, se mantuvo alejado de los cantos de sirenas romanas, pensando sólo en la leche: a los 22 años abrió la primera planta de pasteurización a las orillas del Taro. Anunciándose de puerta en puerta, conquistó el mercado de la zona de Parma, y después, el de Génova y Florencia. Por último, acertó con la invención del triángulo de cartón Tetra Pack para la leche. La tienda, que tenía una facturación de 200 millones en 1962, superó en los años setenta el límite de los 100.000 millones de liras de ingresos. Y Tanzi empezó a ampliar sus horizontes más allá de Collecchio: primero apostó por el deporte patrocinando el histórico eslalon paralelo de Thoemi e Ingmar Stenmark y con la ayuda de Niki Lauda. Después, atraído por las sirenas romanas, amplió los negocios. El primer experimento de sinergia con la política fue la experiencia desastrosa de Odeon TV. Tanzi se encargó de ella para hacer la competencia a Berlusconi. Pero la diversificación de Collecchio (como ocurriría con todas las sucesivas) resultó ser un fracaso clamoroso. Zanjado con 30.000 millones de pérdidas y el paso del testigo a Florio Fiorini. Pero Parmalat consiguió superar los problemas de la televisión con la cotización de 1990.

Una tercera relación la constituyen sus lazos con la ex Banca di Roma. El gerente de Collecchio se sienta en el consejo de administración de Capitalia de 2001, tiene el 1,5% del Mediocrédito central y en los años noventa convivía con Via Minghetti también en el Banco Mediterráneo.

Con el instinto de Cesare Geronzi como socio y gran financiador, vivió la dramática diversificación del turismo (que culminó con el enorme agujero de la Parmatour). Y los hijos de Tanzi (ahora apartados), Cragnotti y Geronzi, han lanzado -junto a Alessandro Moggi- la Gea World, que dirige a muchos campeones y entrenadores. Tanzi ha terminado por verse también envuelto en esta red de intereses cruzados y fugas de la leche pagadas a un precio muy alto.

Su Parmalat, dicen en el mundo de los negocios, es una óptima industria del sector lechero en la que se ha construido un misterioso y poco transparente imperio financiero y en la que miles de millones de euros vagan sin dejar rastro entre Collecchio y las islas del Canal, hasta Malta y las islas Caimán. Los referentes políticos del dueño de Collecchio cuentan hoy menos que antes. Los banqueros ya tienen sus propios problemas. Y el rey de la leche se ve obligado a jugar con un escaso margen la partida más importante.

© La Repubblica.

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