"Convertir una depuradora en una plaza es cultura"
Joan Clos vaticina que el Fòrum será el tercer acontecimiento mundial, tras las Expos y los JJ OO
Hace ya más de siete años, al actual presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, se le ocurrió lanzar la idea de un gran acontecimiento para despertar a Barcelona del letargo posolímpico. A 125 días de la apertura del Fòrum, aquella nebulosa se ha concretado en un acontecimiento de nuevo cuño que combina las exposiciones y los debates con una amplia oferta de espectáculos y fiestas. Todo ello en un escenario singular: un lugar del levante de Barcelona, junto a la desembocadura del río Besòs, castigado históricamente por las infraestructuras que nadie quiere tener cerca de donde vive: centrales térmicas, incineradoras, depuradoras. Son, en conjunto, 214 hectáreas en las que ahora se ha intervenido urbanísticamente. El Fòrum, propiamente, ocupará 40 de ellas, con un llamativo espacio central: una plaza de 12 hectáreas que se asoma al mar y que en parte cubre una depuradora de aguas. Será en ese escenario y en los edificios adjuntos -el Centro de Convenciones de Josep Lluís Mateo y el edificio Fòrum de Jacques Herzog- donde se concentrarán la mayor parte de los actos, todos ellos sobre tres ejes argumentales: la paz, la diversidad cultural y el desarrollo sostenible del mundo. Serán 45 diálogos -en los que se prevé que participen 4.000 personas, entre ellas Mijaíl Gorbachov, Bill Clinton, Jacques Delors, Joseph Stiglitz-, cuatro grandes exposiciones centrales
"No es que nosotros hayamos escogido el sitio, son las propias condiciones locales las que lo han delimitado"
"Las ciudades nos plantean cómo queremos construir el siglo XXI"
"Si alguien tiene ideas relevantes sobre cómo organizar el mundo en la diversidad cultural, la paz y la sostenibilidad que venga y lo explique"
dentro del recinto, más muchas otras en diversos puntos de la ciudad [véase EL PAÍS del 2 de noviembre], sumado a una amplia oferta lúdica. El apartado de espectáculos es el más amplio. Precisamente, la idea de que el Fòrum sea un acontecimiento festivo y participativo ha sido una de las obsesiones de Joan Clos, alcalde de Barcelona y presidente del consorcio organizador, que recogió y ha dado forma a aquella primera idea de Maragall.
Pregunta. ¿Cómo se enfoca el Fòrum de 2004 en el nuevo escenario político de Cataluña?
Respuesta. Con mucha ilusión y fuerza. Tenemos la oportunidad de alumbrar un acontecimiento nuevo. Hablar de los temas que ocupan y preocupan al mundo no desde el punto de vista exclusivo del debate intelectual, sino desde la propia vivencia. Ésta es la innovación principal. Ahora estamos en muy buenas condiciones y con márgenes de actuación suficientes para acabar de redondear toda la oferta de aquí a la inauguración.
P. ¿Pero en qué se notará el cambio político?
R. El programa estaba prácticamente cerrado antes, de manera que en eso influirá poco. Ahora bien, tenemos una Generalitat del mismo color político que el Ayuntamiento, lo que va a significar una amplia coincidencia en la reflexión urbana y una mejor sintonía para solucionar las cuestiones pendientes en los cinco meses que quedan. Personalmente, mi calidad de vida ha mejorado muchísimo con los nuevos vecinos de la plaza de Sant Jaume. Por ejemplo, hoy mismo me ha llamado Pasqual [Maragall] desde Turquía [donde está pasando unos días de vacaciones] y me ha dicho que el primer ministro, Erdogan, vendrá al Fòrum. Luego, bueno, hay cosas, como la declaración inicial y la final, en las que seguramente tendremos mayor influencia. Ya veremos.
P. El Fòrum ha conseguido mantenerse al margen de la reciente campaña electoral.
R. Sí, y lo agradezco. Porque se trata de un esfuerzo colectivo inmenso, con muchos recursos locales en juego, y sería muy criticable una actitud obstruccionista a un proyecto tan trabajado.
P. El Fòrum nace como un acontecimiento muy vinculado a la ciudad. Si tuviera continuidad, ¿va a ser ése su terreno específico de actuación?
R. Lo que queremos es convertir el Fòrum en el tercer gran acontecimiento internacional, junto con las Exposiciones Universales y los Juegos Olímpicos. Pero si estos últimos están organizados principalmente por los Estados, el Fòrum aspira, más allá de convertirse en cita periódica, a estar liderado por movimientos ciudadanos. ¿Por qué? Porque la ciudad es el fenómeno más determinante de nuestra época. La guerra se hace en las ciudades, la paz se firma en las ciudades. Más allá de la economía y la arquitectura, las ciudades nos plantean cómo queremos construir el siglo XXI. Mayoritariamente, somos urbanitas, y eso no había pasado nunca en la historia de la humanidad, dominada por paradigmas culturales vinculados al territorio y a la nación. El Fòrum quiere abrir una nueva forma de pensar basada en la convivencia ciudadana, en los derechos y deberes de las personas. Y eso afecta a las economías ricas tanto como a las pobres. China brinda el último ejemplo, aceleradísimo, del tránsito de un modelo a otro.
P. ¿Qué ciudad podría recoger el legado del Fòrum?
R. Hay dos propuestas firmes. Una ciudad americana, Monterrey, en México, y otra africana, Durban, en Suráfrica. En los dos casos se trata de ciudades con grandes áreas metropolitanas.P. ¿También se plantean el Fòrum vinculado a una reforma urbanística?
R. No. Cada ciudad debe planteárselo a su manera. La reforma urbanística es una obsesión típicamente barcelonesa. Pero una reforma urbana no se improvisa, no es una cuestión técnica, sino política. Tienen que aceptarla y aliarse con ella las empresas privadas y las administraciones. Eso cuesta tiempo, trabajo y dinero. Nosotros iniciamos la modificación urbanística de la zona del Fòrum en 1996 y hoy hemos conseguido que dos tercios de la inversión sean privados. Es un modelo público-privado de transformación urbana típicamente barcelonés, pero para llegar a él hay que crear antes las condiciones objetivas, perdonadme si me pongo marxista. No es que nosotros hayamos escogido el sitio expresamente, son las propias condiciones locales las que lo han delimitado. ¿Por qué construimos una gran plaza pública sobre una depuradora? Porque ya no la podemos mandar más allá, ya no hay periferias, tiene que estar en la desembocadura del río y junto a la costa.
P. ¿Y todo esto qué tiene que ver con la cultura?
R. Si coger una depuradora y convertirla en un espacio cívico no es una muestra de los paradigmas culturales del siglo XXI, que venga alguien y me explique en qué consiste la cultura en el siglo XXI.
P. ¿Las ciudades están llamadas a asumir cada vez mayores responsabilidades políticas?
R. En materia cultural, sin duda. Si en el siglo XIX y buena parte del XX ha sido un instrumento estatal para cohesionar el territorio, con la industrialización y la comercialización, y no digamos ya con Internet, la cultura se ha vuelto más difusa, menos dirigista. La cultura más espontánea y genuina nace hoy en las ciudades.
P. Y también la contestación. ¿Cómo afronta el Fòrum el movimiento antiglobalizador que ha empezado a cuajar en su contra?
R. Nosotros seguimos invitando a todos a la participación. El Fòrum es abierto. Y en la medida en que queremos que sea algo muy popular y vivencial, no sólo de reflexión intelectual, nos gustaría que nadie se lo apropiase. Lo intentamos hacer de forma rigurosa y no dirigista. Si alguien tiene ideas relevantes sobre cómo organizar el mundo en la diversidad cultural, la paz y la sostenibilidad que venga al Fòrum y lo explique. Muchas organizaciones lo harán: Intermon, Cáritas, muchas ONG. Toda la gente de buena fe está en el Fòrum.
P. ¿Cuál debería ser en su opinión el legado del Fòrum?
R. Su objetivo primordial es conseguir que Barcelona, Cataluña y España se sitúen como punta de lanza del debate sobre la globalización. Estamos en un momento de refundación de muchas cosas, como la Unión Europa, que acaba de cosechar un fracaso importante en su proceso constituyente, pero que igualmente el 1 de mayo se ampliará a 25 países. El Fòrum empieza precisamente una semana más tarde, el 9 de mayo, Día de Europa, para subrayar esa vocación. Pero no sólo la UE está en fase de refundación. La misma ONU, surgida tras la II Guerra Mundial, se ve abocada a un proceso de redefinición y desde Barcelona queremos contribuir al debate.
P. ¿Cómo se compagina eso con el espíritu festivo del Fòrum?
R. Con la participación. Una participación popular que constituya un reconocimiento explícito de la diversidad cultural, que incite a perder el miedo atávico, la tendencia natural de sospechar del otro, del que es diferente a nosotros. Ése es otro de los grandes retos que perseguimos con el Fòrum 2004.
P. Una cultura de la experiencia, no virtual, dice usted.
R. La cultura que quiere fomentar el Fòrum es la del encuentro, propiciar que tradiciones diversas se toquen, se huelan y se mezclen respetándose unas a otras. No basta con conocerse a través de Internet, hay que aprender a convivir en medio de realidades múltiples y diversas donde el respeto de los derechos ciudadanos resulta fundamental.
P. ¿Cree que Barcelona está llamada a liderar ese espíritu?
R. Creo que estamos sinceramente en inmejorables condiciones para conseguirlo. Esta ciudad ha dado muchos ejemplos que permiten ser optimistas.
Babelia
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