El último prodigio de la gran hechicera
Barcelona y sus prodigios. Ahora se ha inventado otro, que ha nombrado Fòrum de les Cultures, pero que no sabe explicar del todo en qué consiste. Es normal. Por naturaleza, un prodigio es inexplicable hasta que aparece. Y cuando lo hace, se incrusta en la retina ciudadana en calidad de mito. Barcelona teje ese mito con sus mimbres habituales: urbanismo, reflexión y creatividad. Habrá que ver qué resulta del cruce, pero no cabe duda de que éste se sitúa en su tradición más acrisolada.
La ciudad inventó el prodigio de la Exposición Internacional de 1888, que dejó considerables deudas pero un parque magnífico, el de la Ciutadella, en el corazón mismo de la abigarrada zona del Born. Más tarde, en 1929, volvió a la carga con la Exposición Universal, y mitificó Montjuïc. Eduardo Mendoza hizo concluir aquel evento con un extraño platillo volante surcando el cielo condal, final abierto que presagiaba futuros prodigios. Éstos llegaron en 1992 y quedaron resumidos en la impagable imagen de Cobi ganando el cielo en un barquito de papel. La montaña mágica iba acumulando rostros seguramente irreconciliables: el cultural en la ladera norte (Fundación Miró, MNAC, Museo Etnológico, Caixafòrum), el funerario en el sur (cementerio), el castrense en la cima (castillo), el teatral en la falda (Grec, Mercat de les Flors, Teatre Lliure) y el deportivo hacia poniente (estadio olímpico, Palau Sant Jordi). Pero la ciudad democrática y libre iba en pos de un nuevo prodigio: quería convertirse en mujer barbuda, en viejo lobo de mar. Si Barcelona siempre había dado la espalda a su costa -salvo en Venecia, la riqueza odia la humedad-, en 1992 se quedó prendada de su propio reflejo, como Narciso en la fuente. Lejos de resquebrajarse, el espejo mágico que Pasqual Maragall, entonces alcalde, hoy presidente de la Generalitat, había proporcionado a la ciudad no ha hecho más que multiplicar su imagen y acrecentar su ego. Hasta el punto de que Barcelona se ha sentido capaz de acometer la transformación de su parte menos honrosa, la del litoral junto al Besòs, hasta hace muy poco fétido sumidero del crecimiento más desordenado e injusto. Y ahí se coloca el Fòrum de les Cultures, nuevo y misterioso evento. A partir del 9 de mayo, señoras y señores, pasen y vean el último prodigio de la gran hechicera.
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