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Reportaje:

Rumania busca cobijo en la UE

El país más poblado de los Balcanes negocia su ingreso en la Unión en 2007 para dejar atrás un pasado de inestabilidad y pobreza

Rumania considera su prevista integración el 1 de enero de 2007 en la UE como la culminación de un proceso de justicia histórica. Será la entrada en un club de seguridad económica y estabilidad política que son constantes ausencias en la traumática historia del país más poblado de los Balcanes, trufado de minorías, con flujo y reflujo de fronteras, religión ortodoxa, lengua romance en un mar eslavo e innúmeras carencias. El 37% de la población rumana trabaja en la agricultura, en buena parte en régimen de subsistencia. El sueldo medio ronda hoy el equivalente a 150 euros mensuales, por debajo de los 200-225 dólares que se embolsaban los rumanos en 1989, el año cero de una historia contemporánea que en sólo 17 años les va a llevar del aislamiento y la autarquía del comunista Nicolae Ceacescu a la integración en la UE.

El 37% de la población trabaja en la agricultura, en buena parte en régimen de subsistencia
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"En la adhesión vemos la salida de la periferia de lo que fue un sistema injusto con Rumania y otros Estados durante más de 50 años", dice Vasile Puscas, ministro encargado de la Integración en Europa y negociador de Bucarest con Bruselas, que alude con recelo al trato de favor que los Quince dan a Varsovia: "Nos dijeron que Polonia entraría en la UE cumpliera o no los criterios. Nadie ha hablado así con respecto a Rumania".

Según el ministro, las encuestas indican que los rumanos buscan un triple objetivo con su entrada en el club rico: seguridad, incremento en el nivel de vida y adhesión a la civilización europea. Será el definitivo adiós al esquilmador régimen autárquico de Ceaucescu, el más centralizado de la Europa del Este.

En este tránsito hacia la modernidad y la economía de mercado, los 22 millones de rumanos han tenido que abandonar industrias, desarrollar de la nada capacidades competitivas, privatizar la tierra y adaptar la Constitución a nuevas exigencias democráticas planteadas por la UE. El coste ha sido grande en lo social, con cuatro millones de puestos de trabajo perdidos desde 1990, y se refleja en el paisaje y paisanaje de Bucarest, donde la pobreza digna va entreverada de mendicidad, niños que siguen en la calle, pese a que Bruselas constate avances en su protección, y mucha prostitución. Al menos, las tremendas rehalas de perros sin amo que estremecían a los visitantes en los años recientes han quedado reducidas a la mínima expresión. "Pero el coste de la no integración en términos económicos, políticos e históricos es superior al de la integración", dice el ministro. "De ahí el respaldo de casi el 85% a la adhesión".

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Puede que la idea de entrar en el club de los ricos tenga tal apoyo, pero el coste tiene decepcionados a los ciudadanos, hastiados de un constante incremento en los precios de servicios básicos sin correlato en los salarios. La hiperinflación de los noventa, que llegó al 54%, ya está controlada, pero, aun así, los precios subieron en 2003 en torno al 14% y subirán el 9% en 2004.

Esta frustración popular se ve agravada por la galopante corrupción, que ha quitado un 17% al PIB en ocho años, según Vladimir Pasti, profesor universitario, politólogo y sociólogo. "Hace unos años, la corrupción estaba en el séptimo lugar en una lista de una decena de prioridades de los rumanos", dice. "Ahora es la tercera, tras el empleo y los precios. La integración en la UE está en el séptimo".

El 19 de octubre, el Gobierno del socialdemócrata Adrian Nastase tuvo que recurrir a las artimañas más burdas para salvar in extremis un referéndum sobre la reforma constitucional necesaria para adaptar la Carta Magna rumana a los estándares y garantías de la UE. Carteles y pancartas azules con la consigna "Vota por la Constitución, vota por Europa" llamaban a las urnas, pero al final de aquella jornada electoral sólo el 12% había depositado su papeleta. El Gobierno no se paró en barras para conseguir la imprescindible mayoría de votantes: prorrogó una jornada más la votación y sacó las urnas a la calle a la busca y captura de votantes, atraídos con toda clase de trucos, entre ellos el de sorteo de viajes a tierras exóticas entre quienes votaran. Al final, Nastase pudo celebrar una mayoría de síes con un raspado 51% de participación.

Rumania necesita toda la ayuda que pueda recibir. Un reciente informe del Banco Mundial indicaba que el porcentaje de rumanos que viven por debajo del umbral de la pobreza ha pasado del 34% al 29% entre el año 2000 y 2002. La previsión es que, a la hora de la adhesión, Rumania aporte al club de los ricos tres millones de pobres para los ya de por sí bajos estándares locales: el poder adquisitivo de los rumanos es hoy el 27% de la media comunitaria. Ahora mismo, 4,5 millones de trabajadores rumanos sostienen a 6 millones de pensionistas, según Otilian Neagoe, gobernador de Brasov, orgulloso de que en su región -con fuerte tradición industrial y un sólido sector turístico- la jubilación media sea de 50 euros al mes, "superior a la del resto del país".

Las carencias del país son muchas. Carteles callejeros dicen: "Mil kilómetros de autovías en Rumania", "Sueldos de mil euros", y añaden "¿Estás soñando?". En respuesta a estas necesidades, la UE ha elevado hasta los 2.800 millones las ayudas para el proceso de adaptación que serán entregadas en el trienio 2004-2006. La situación es tan precaria que entre las enmiendas constitucionales recién aprobadas está la de que "todas las partes tendrán derecho a un juicio justo y a la solución de las causas en un plazo razonable de tiempo". La propiedad privada queda a partir de ahora garantizada.

El Gobierno subraya el esfuerzo realizado para adaptarse a las exigencias de Bruselas y pone como ejemplo que el 93% de la producción y servicios agropecaurios sean fruto de la privatización. Una agricultura que puede ser fácilmente aplastada por la comunitaria. "Pasar de un régimen productivo de subsistencia a uno competitivo en el mercado europeo no será fácil", reconoce Puscas. El profesor Pasti percibe que, a pesar de todos los problemas y de un cierto desánimo en la calle, el país va para arriba, aunque con el inconveniente de tener el ciclo económico cambiado con respecto a una UE con la que Rumania realiza el 70% de su comercio exterior. "Cuando la economía de la UE iba para arriba, la de Rumania estaba a la baja, y ahora que la rumana sube, la UE anda deprimida", dice. "La estabilidad política está asegurada, pero la Europa del Este ya no es un mercado emergente".

Las negociaciones van cumpliendo el calendario previsto, con 22 capítulos resueltos. El objetivo es que los ocho restantes -entre ellos los siempre complicados de agricultura, política regional y fondos estructurales y medio ambiente- queden ultimados en 2004. El Gobierno de Nastase tiene el aliciente de las elecciones previstas para finales de año para cerrar el paquete, pero teme las consecuencias del relevo que debe producirse en la Comisión también en otoño, que podría retrasar el calendario. "Esperemos que estas reestructuraciones no produzcan accidentes o retrasos", aventura Puscas. "Nuestro deseo es que la otra parte tenga la misma capacidad de negociar que nosotros. Por Rumania no va a quedar".

Un grupo de empleadas municipales limpia los alrededores del palacio presidencial de Bucarest en vísperas  de una  visita de George W. Bush  en 2002.
Un grupo de empleadas municipales limpia los alrededores del palacio presidencial de Bucarest en vísperas de una visita de George W. Bush en 2002.AP

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