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Reportaje:

Los productos chinos invaden la Navidad de EE UU

Las compras de fin de año hacen patente la rivalidad y el desequilibrio comercial entre Pekín y Washington

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¿Qué tienen en común los adornos navideños que engalanan los abetos de los hogares con los regalos -desde teléfonos móviles y ropa, hasta juguetes y aparatos electrónicos de todo tipo- que los norteamericanos se hacen en estas fechas? La respuesta es China. En China se hacen todos los adornos, buena parte de los abetos artificiales y un número cada vez mayor de los objetos de consumo que hay en el mercado estadounidense.

Según el último informe del Departamento de Comercio, China exportó productos a EE UU en octubre por valor de 16.430 millones de dólares, un récord mensual en una balanza comercial que tiene un desequilibrio de 135.000 millones, a pesar de las recientes mejoras debidas a la debilidad del dólar frente al euro. Este desequilibrio hace que el déficit -418.000 millones de dólares en 2002- se acerque peligrosamente al 5% del producto interior bruto. La relación económica entre China y EE UU es enormemente importante, no sólo porque el 25% de todas las exportaciones chinas van a EE UU, con un aumento del 40% en los tres últimos años, sino porque cada vez son mayores las inversiones de EE UU en China, en detrimento de las que hace en otros países asiáticos. China, según datos del Fondo Monetario Internacional, ha duplicado su producción de bienes y servicios en la última década y ha pasado, con el 12,7% de la producción mundial, a pisarle los talones a la UE (15,7%) y a aproximarse a EE UU (21%, casi igual que hace 25 años).

Los abetos, las bolas colgantes, los regalos y los trineos llevan la etiqueta 'Made in China'
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Es prácticamente imposible encontrar -desde el último Ikea Washington hasta las grandes superficies Wal Mart que dominan los centros comerciales de la América profunda- una sola bola colgante, un espumillón o un Santa Claus de plástico que no lleve el made in China incorporado. La inmensa mayoría de los árboles navideños -la conciencia verde de EE UU avanza un poco más cada año en la sustitución de los abetos auténticos, y ya el 70% de los árboles son artificiales- también están hechos en China. Peter Goodman escribe en The Washington Post desde Shenzhen que la empresa Cosmotree fabrica un pino canadiense de gran demanda en EE UU por 10,80 dólares (unos 8,7 euros) -sus empleados ganan 125 dólares al mes- que vende a una empresa exportadora por 12 dólares. El pino canadiense acaba en las grandes superficies norteamericanas a un precio de 120 dólares. Dos terceras partes de los juguetes que se venden en tiendas y grandes almacenes de EE UU y que están hechos en el extranjero tienen el mismo origen: 8.000 empresas en China solamente en el sector juguetero luchan por el mercado, con empleados que trabajan largas semanas con sueldos que serían inadmisibles en muchos otros países. Internet ofrece decenas de direcciones de empresas de servicios o de fabricantes directos que facilitan contactos para adquisiciones en todos los ámbitos imaginables de consumo.

En el caso de EE UU, lo más visible en estas fechas, procedente de China, son adornos, juguetes y regalos, pero también llegan de allí objetos sin los que no se entiende la vida en América: los trofeos que los niños reciben en las competiciones deportivas, los trineos que se deslizan en la nieve, las bolas de béisbol o las pelotas de baloncesto, los aparatos de televisión que hasta hace poco se hacían en Japón y hasta los muebles: el Departamento de Comercio, que ya impuso en noviembre sanciones contra productos textiles chinos, investiga ahora si hay ayudas ilegales a la producción detrás de la exportación por valor de mil millones de dólares de muebles hechos en China para dormitorios americanos.

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Los costes de producción y el tipo de cambio, además del insaciable apetito consumista de los estadounidenses, están detrás de este fenómeno, pero también cuenta el creciente número de empresas de capital norteamericano que producen en China y el aumento de calidad de los productos made in China. Siempre hay excepciones: la Comisión de Seguridad de productos para el Consumidor acaba de pedir la semana pasada que se retiren del mercado más de 160.000 juegos de velas hechas en China y especialmente decoradas para las fiestas que se estaban vendiendo desde septiembre en Wal Mart por 10 dólares el paquete, porque las velas están recubiertas de ¡pintura inflamable!

La crisis en el sector estadounidense de las manufacturas ha sido atribuida a las autoridades de Pekín por mantener un cambio fijo entre el dólar y el yuan. El Congreso -los congresistas de los Estados más afectados por esa crisis, que ha costado 2,8 millones de puestos de trabajo en los últimos tres años- presionan a la Casa Blanca para que adopte sanciones comerciales si China no flexibiliza el sistema de cambios para que su moneda se fortalezca frente al dólar, pero voces tan autorizadas como la de Alan Greenspan creen que el problema no está ahí. En una intervención en Dallas, el jueves de la semana pasada, ante el Consejo de Asuntos Mundiales, el presidente de la Reserva Federal -equivalente al Banco Central de EE UU- señaló que cualquier disminución en las exportaciones de China a EE UU debido a una revaluación del yuan sería rápidamente sustituida por importaciones de otros países: "La pérdida de empleos en EE UU no se debe a la competencia exterior de bajos precios, sino a la debilidad de las exportaciones, a la reducción en las inversiones y al aumento de la competitividad".

El secretario del Tesoro de EE UU, John Snow, hizo sus compras de Navidad para sus cuatro nietos el viernes de la semana pasada en el Toys'R'Us de Times Square, en Nueva York. Según Reuters, Snow compró 13 juguetes por valor de unos 200 dólares, y cuando los periodistas le preguntaron cuántos estaban hechos en EE UU y cuántos en China, el secretario del Tesoro dijo que no lo había contado, "pero Toys'R'Us es una empresa global, de forma que algunos estarán hechos aquí y otros no". Y aunque se sintió obligado a decir que China debe responder apropiadamente a las presiones para encarecer su divisa, Snow explicó luego por qué las bolas que cuelgan de los abetos, los abetos y los regalos que habrá debajo el próximo día 24 tienen en tantas ocasiones la etiqueta made in china: "Los juguetes baratos facilitan mucho el trabajo a Santa Claus".

Adornos en la calle Mott del Barrio Chino de Nueva York.
Adornos en la calle Mott del Barrio Chino de Nueva York.AP

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