Bagdad celebra la noticia con disparos al aire
Las zonas chiíes de Irak festejan la detención de Sadam, y las regiones suníes, fieles al ex dictador, guardan silencio
El portavoz del ministro de Planificación iraquí, Abdellzohra al Waheed, charlaba con este diario en su despacho. Cuando regresó de recopilar unos datos no era el mismo. Sonreía nervioso y sus manos temblaban un poco. "Han capturado a Sadam", dijo escuetamente. Era poco antes de la una de la tarde. Las ráfagas de fusiles automáticos para celebrar el acontecimiento comenzaron a tronar en la capital iraquí. Algo habitual, pero no con la frecuencia con la que ayer se escuchaban en el soleado mediodía bagdadí. Y mucha gente salió a las calles. Los que saludaban lo hacían con una sonrisa de oreja a oreja mientras media docena de helicópteros estadounidenses comenzaron a sobrevolar la ciudad.
El inmediato despliegue policial fue abrumador. Los uniformados comenzaron a cortar calles al tiempo que cientos de personas se arremolinaban en distintos puntos de la urbe para celebrar, ocho meses después de su fuga, la captura del dictador. Decenas de agentes de la nueva policía, con uniformes y vehículos también flamantes, acordonaron los hoteles en los que se alojan buena parte de los periodistas. Y medio centenar de los agentes, fuertemente armados, entraron a las cinco de la tarde en uno de los establecimientos. Acompañaban a un dirigente político que no cabía en sí de gozo.
Junto a la sede del Partido Comunista Iraquí se agruparon dos o tres centenares de personas con sus banderas rojas. Pero en la cercana plaza del Paraíso, donde el pasado 9 de abril fue derribada la estatua del depuesto gobernante, sólo una treintena de manifestantes daba saltos de alegría. Pedían a gritos, algunos pistola en mano, la "pena de muerte" para Sadam Husein y para "todos los baazistas", en referencia a los militantes del antiguo régimen.
Sin embargo, para la inmensa mayoría de la población seguía siendo una jornada laboral más. Bastante tienen con ganarse la vida, una tarea que tropieza con crecientes dificultades día a día. Nadie se inmutaba en las kilométricas colas que se forman ante las gasolineras, una vez que se han anunciado severos castigos para quienes trafiquen con el combustible. Los innumerables negociantes del mercado negro han desaparecido estos días de las calles. "A la mayoría de la gente no le importa demasiado la detención de Sadam. Tampoco esperan grandes progresos ahora que no estará en el Gobierno", aseguraba un transeúnte bagdadí. No escaseaban los que dentro de sus coches lanzaban miradas de pocos amigos a los extranjeros. En algunos barrios, la tranquilidad era casi absoluta.
Conforme avanzaba la tarde, los tiros al aire no cesaron. Pero disminuían en intensidad. Alguna explosión fuerte sacudió la capital, de cinco millones de habitantes. Aunque el citado ciudadano anunciaba que "durante la noche los festejos serían más sonados". Efectivamente, a las ocho de la tarde aproximadamente se escuchó una tremenda explosión, y los disparos comenzaron a incrementar el ritmo.
En las ciudades del sur del país, como Nayaf, Kerbala y Diwaniya, donde están desplegadas las tropas españolas, el júbilo fue mayor. Los estruendos de los disparos fueron masivos. No en vano, en esta zona de Irak, la mayoritaria población chií fue reprimida salvajemente por el régimen de Sadam, especialmente tras la guerra del Golfo en 1991.
En el triángulo suní, la región delimitada por Bagdad, Ramada y Tikrit, donde EE UU ha sufrido los ataques más sangrientos, el ambiente era muy diferente. La detención del tirano no produjo alegría.
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