La ley electoral aumentará la proporcionalidad entre votos y escaños
Cataluña es la única comunidad autónoma sin ley electoral propia y se rige todavía por una disposición adicional transitoria del Estatuto de 1979, pensada exclusivamente para los comicios de 1980. El sistema que se adoptó provisionalmente -y que nunca ha ratificado ningún organismo derivado de las urnas- prima los feudos electorales de Convergència i Unió (CiU) -especialmente Girona y Lleida- al sobrerepresentarlos en relación a Barcelona, la circunscripción donde la izquierda obtiene sus mejores resultados.
En las elecciones autonómicas de 1999 y en las del pasado 16 de noviembre, Pasqual Maragall encabezó la opción más votada, pero quedó seis y cuatro escaños, respectivamente, por debajo de CiU. La oposición nunca había logrado debatir el sistema electoral, pero ahora los partidos que formarán el Gobierno quieren abordar la legislación electoral.
El acuerdo incluye unos criterios sobre la ley electoral, según los cuales la nueva normativa "deberá respetar los principios de igualdad de voto de todos los electores, de proporcionalidad entre los votos y los escaños obtenidos por cada una de las fuerzas políticas, una representación equitativa en materia de género y la expresión de la diversidad territorial de Cataluña".
El nuevo sistema sugerido se inspira -al igual que las propuestas de partida del PSC y de ERC- en el modelo alemán, que cuenta con dos urnas: una para un candidato de circunscripción y la otra para un partido. Esta última es la que define el número de diputados asignados a cada formación.
Según el acuerdo alcanzado, la nueva ley impondrá la paridad de sexos: "La lista nacional que presenta cada formación deberá contar con una representación equitativa de mujeres y hombres".
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