Menos rusos y más viejos
La población de Rusia decrece cada año, sobre todo la proporción de jóvenes
Los jubilados representan en Rusia cerca de un tercio de los electores, y es en esta categoría donde se da más el voto de protesta, que puede ir a los comunistas o a los nacionalistas, desde el ultra Partido Liberal Democrático hasta minúsculas formaciones que se han creado para quitar votos a la izquierda tradicional. Los jóvenes, en cambio, son por lo general indiferentes a las elecciones y no se toman el trabajo de ir a las urnas, y los que votan lo hacen mayoritariamente por el partido progubernamental o la derecha.
El voto de protesta de las personas de edad es fácil de explicar: su mísera pensión, que está por debajo del mínimo vital. En Ivánovo, ciudad del centro de Rusia, está calculado oficialmente en 2.300 rublos mensuales (64 euros). Pero la pensión de Susanna, médica jubilada, es de 2.100 rublos, y está considerada muy buena entre sus colegas y amigas, que obtienen menos. Los gastos del pequeño apartamento en el que vive ascienden a 1.200 rublos, pero ella tiene la suerte de ser "veterana del trabajo", título que se da a quienes han trabajado un mínimo de 20 años en un mismo lugar (empresa, hospital, etcétera), gracias al cual paga sólo la mitad: 600. Así es que, por lo menos, se puede permitir comer carne con más frecuencia que otros jubilados. "Para mí, las cosas no han cambiado desde la época soviética", dice Larisa, que trabajó toda su vida haciendo análisis médicos en un laboratorio del hospital de Ivánovo. "Con mis 1.480 rublos mensuales no puedo darme el lujo de comer carne, pero la verdad es que en los tiempos soviéticos rara vez podía hacerlo. Claro que por otra razón: en Ivánovo prácticamente no había carne en las tiendas y uno debía ir a Moscú a comprar; no sólo carne, también la mantequilla, embutidos y muchísimas otras cosas. Ahora aquí hay de todo, pero el dinero que recibimos apenas nos alcanza para sobrevivir".
La gente de escasos recursos se alimenta principalmente de patatas, que compran por sacos después de la cosecha y guardan para el invierno; diversos granos, col y pepinos. "Compramos la col en otoño, cuando está más barata, y la fermentamos para que dure todo el invierno; también salamos pepinos y hacemos mermeladas con las bayas que recogemos en el bosque y con frutas baratas", explica Tania, que tiene una pensión de sólo 1.300 rublos.
Susanna reconoce que las pensiones subieron el 7% en agosto pasado, pero afirma que la inflación es mucho mayor: "Baste decir que los gastos comunes de mi piso se han duplicado en el último año", se lamenta. Pero es peor la situación de las personas que tienen "exceso de superficie habitable": en Rusia hay una cantidad de metros cuadrados que cada persona debe tener como mínimo; pero también hay un máximo, y si uno posee más, debe pagar más por cada metro extra. Así, Alexandr y Natalia, una pareja de jubilados, deben pagar 2.000 rublos por el apartamento en el que ahora viven solos, ya que éste tiene más de los 30 metros cuadrados que les corresponden.
"Si una tiene hijos que puedan pagar por el piso, entonces puedes sobrevivir sin demasiados problemas; pero los que no tienen, deben sobrevivir a base de patatas, té y pan con mermelada", resume Larisa la situación de los jubilados en Ivánovo y en toda Rusia.
Rusia se está convirtiendo en uno de los países más viejos del planeta. Paradójicamente, aunque disminuye la esperanza de vida -59 años los hombres, 72 las mujeres-, aumenta el porcentaje de mayores de 60 años. Además, la población decrece: ahora tiene 144 millones de habitantes, una pérdida de dos millones y pico comparado con 1989, cuando se realizó el último censo soviético. Si no hubiera sido por la migración, que ha resultado positiva, habría perdido seis millones más. Los jóvenes, mientras tanto, disminuyen, especialmente los hombres: se calcula que en 10 años más habrá un 50% menos de jóvenes en edad de hacer el servicio militar (18-27 años).
Iliá, moscovita de 28 años, gana cerca de 700 euros al mes. En realidad recibe un pequeño sueldo oficial en rublos y la parte leonina, en dólares, en un sobre aparte. Esta práctica -teóricamente ilegal- está extendida no sólo en las compañías privadas, sino también en los ministerios y empresas públicas.
"¿Ir a votar? Pues la verdad es que no lo sé, nunca he votado. Es perder el tiempo. Pero ahora, después de que metieran en la cárcel a Jodorkovski
[el multimillonario y ex presidente de la petrolera Yukos], quizá vote a la Unión de Fuerzas de Derecha", dice Iliá.
Pero no todos sus amigos piensan igual. Vladislav, colega de Iliá y dos años menor que él, dice que de ir a votar lo hará por el partido progubernamental, Yedínaya Rossía. "Lo de Jodorkovski me tiene sin cuidado. Lo importante es que no cambien las condiciones de mercado y que no hundan a la clase media que está naciendo. Este régimen me ha permitido progresar, por eso es normal que vote por él", explica. Las encuestas muestran que cerca de un 25% de los jóvenes votarán por Yedínaya Rossía y un 10% por la Unión de Fuerzas de Derecha, mientras que los que no acudirán a las urnas o votarán contra todos -posibilidad que existe en Rusia- serán más del 30%. Tanto Iliá como Vladislav viven con sus padres, aunque podrían perfectamente alquilar un estudio por unos 150 euros. Pero en casa están más cómodos, y prefieren gastarse ese dinero en otras cosas: salir a cenar, ir a discotecas o cambiar el modelo de su móvil.
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