Mano pesada
El Madrid resuelve un partido caótico gracias a la contundencia de Ronaldo en la primera jugada del choque
El derby se decidió en un instante. Apenas 16 segundos bastaron para determinar el ganador del partido. No fue otro que el Madrid, otra vez con Ronaldo y Beckham de bandera. El brasileño, la máxima expresión de lo que significa la mano pesada en el fútbol, marcó en el puro arranque del encuentro y Beckham jugó con la generosidad y el ardor de un juvenil. A su alrededor no encontró mucha ayuda. Que el Madrid se moviera mejor en el caos no significa que jugara bien. Jugó mal, lo mismo que el Atlético, castigado durante toda la noche por el peso del madrugador tanto de Ronaldo y por la desastrosa actuación de Simeone.
Ronaldo inauguró el partido con un espléndido gol que tuvo numerosas consecuencias. La primera afectó a Simeone, el gran perjudicado del partido. Fracasó en su recién adquirida condición de central. Había sospechas de sus carencias, pero frente a Ronaldo se derrumbó con estrépito. Tardó en recuperarse de la conmoción del gol, recibió rápidamente una amonestación y rogó que su calvario acabase cuanto antes. Su entrenador no tuvo la debida consideración y le mantuvo en el eje de la defensa, expuesto a una catástrofe. La consumó en el segundo tanto, donde no funcionó ninguno de los mecanismos defensivos del Atlético. Beckham no encontró a nadie a tres metros a la redonda y puso el balón a 40 metros. De completar el fiasco se encargaron Simeone, que se desentendió alegremente del marcaje a Raúl, y Burgos, ni carne ni pescado en su amago de salida. De espaldas a la portería y fuera del área, Raúl cabeceó con astucia, por encima del portero. Esos dos goles protagonizaron el partido por encima de cualquier análisis futbolístico.
REAL MADRID 2 - ATLÉTICO 0
Real Madrid: Casillas; Salgado, Pavón, Raúl Bravo, Roberto Carlos (Solari, m. 90); Beckham, Helguera; Figo, Raúl (Guti, m. 83), Zidane; y Ronaldo (Portillo, m. 87).
Atlético: Burgos; Gaspar, Simeone, Lequi, Sergi; De los Santos; Novo, Ibagaza, Musampa (Rodrigo, m. 61); Torres y Nikolaidis (Paunovic, m. 61).
Goles: 1-0. M. 1. Saque de centro del Madrid. Raúl retrasa sobre Beckham, que abre a su izquierda hacia Zidane. Roberto Carlos recibe en la banda y cede al centro, donde Ronaldo coge la pelota, se interna tras hacerle un túnel a Simeone y la eleva por encima de Burgos.
2-0. M. 21. Beckham lanza largo desde su propio campo y Raúl, de espaldas, cabecea ante la salida en falso de Burgos.
Árbitro: Pino Zamorano. Amonestó a Salgado, Figo, Simeone, De los Santos, Musampa, Lequi y Sergi.
Unos 75.000 espectadores en el Bernabéu. Zamorano, ex jugador del Madrid, fue homenajeado antes del choque.
No hubo mucho juego. El Madrid manifestó sus lacras habituales. Raúl Bravo y Pavón pasaron graves dificultades en el primer tiempo para detener a Torres, observado con lupa en su regreso a Chamartín tras su decepcionante actuación el pasado año. Nada se le puede reprochar esta vez, salvo su imprecisión en un mano a mano con Casillas. Golpeó mal con la zurda, pero en la jugada dejó el aroma de un gran delantero centro: su fácil carrera, la potencia, el pavor que produjo en los centrales. Torres fue principio y final del Atlético, que no encontró otro manera de comprometer al Madrid. Tuvo mucho de ficción su resistencia en la primera parte. Nadie se añadió a Torres para exponer a la defensa del Madrid a sus tradicionales defectos, agravados en esta ocasión por la inconsistencia de Roberto Carlos, que sacó su peor veta colorista. Dos o tres acciones improcedentes, por superficiales y mal escogidas, dieron idea del tipo de partido que jugó el lateral brasileño. Tampoco Helguera fue una garantía como medio defensivo. Queiroz no acaba de tocar la tecla en una zona capital: ha utilizado en el eje central a Beckham, Guti, Cambiasso, Borja y Helguera en los últimos tres partidos. Helguera no es la solución, y hasta puede que sea la peor solución en el centro del campo. El Madrid pierde a su central más competente y no gana en el medio con un jugador que parece desorientado, sin dinámica para apagar los fuegos que se generan a su alrededor.
Si Torres fue el único referente potable del Atlético, el Madrid encontró más soluciones. Beckham mezcló la intensidad de costumbre con algunos pases estupendos. De su condición de mediofondista tampoco hay dudas. En un equipo que siente visiblemente la erosión física en los partidos, Beckham capitaliza su excelente condición física en la segundas partes. Fue, sin duda, uno de los protagonistas del encuentro, que ofreció cosas interesantes de Raúl. Se arrancó con el gol y se hinchó de optimismo. No fue la mejor versión de Raúl, pero su actividad fue decisiva. El resto corrió a cargo de Ronaldo, que fue para el Madrid lo que Torres para el Atlético, con el añadido de su primoroso gol: dejó tumbado a Simeone y superó a Burgos con su habitual paciencia y con un toque lleno de sutileza. Como equipo, el Madrid fue poca cosa. Algunos detalles aislados no pudieron maquillar la fractura en el centro del campo, la escasa cohesión del equipo y las debilidades de sus defensas.
Las numerosas concesiones del Madrid no animaron al Atlético, que sólo subió la nota con el ingreso de Rodrigo en la segunda parte. El Atlético se sintió demasiado impresionado por el fracaso de Simeone en el arranque del partido y no terminó de fiarse de su defensa, de una debilidad evidente. De los Santos, jugador vulgar con la pelota y sin ella, añadió un motivo más de preocupación en las filas rojiblancas. Esas sospechas impidieron al Atlético lanzarse a un ataque que hubiera hecho daño en el vulnerable sistema defensivo del Madrid. Cuando lo hizo, era demasiado tarde.
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