Vargas Llosa inaugura el Salón Literario con lleno total
Uno de los periódicos de Guadalajara reflejaba ayer con mucho sentido del humor que desde hace mucho tiempo nunca habían estado tan cerca los que fueron en otros tiempos viejos amigos, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. Lo cierto es que no llegaron nunca a coincidir, pero, tal como se contó en Mural, estuvieron a "una coma de distancia" en el discurso del gobernador de Jalisco durante la inauguración de la feria, precisamente cuando citaba la larga lista de figuras célebres que visitan estos días Guadalajara.
Vargas Llosa ayer no defraudó a los organizadores y llenó el auditorio Juan Rulfo durante la presentación de su novela El paraíso en la otra esquina (Alfaguara), en la que estuvo acompañado por el historiador mexicano Enrique Krauze. Plantearon el acto como una conversación de amigos y enseguida Krauze se interesó por las complicaciones que pudo haber tenido Vargas Llosa a la hora de llevar a la ficción las vidas de dos personajes históricos, Flora Tristán y Paul Gauguin.
Lo primero es lo primero, así que Vargas Llosa agradeció a la feria al tomar la palabra la oportunidad que le brindaba de reunir a tanta gente para dar cuenta de su novela y, tal como están las cosas, lo segundo que hizo fue felicitar a Rubem Fonseca, que se encontraba mezclado entre el público. Luego dijo que su idea no había sido la de reconstruir lo más fielmente posible unas vidas históricas, sino servirse de ellas para inventarlas mejor. Comentó que, como novelista, se había sentido sobre todo a gusto en las "zonas de sombras", esos periodos menos documentados de la vida de sus protagonistas, pues le permitían dar rienda suelta a su imaginación.
Viejo sueño
La utopía fue el siguiente terreno al que se precipitaron Krauze y Vargas Llosa. Ese viejo sueño de una sociedad perfecta, "tan arraigado, sobre todo en sociedades como la occidental" (Vargas Llosa), les permitió volver sobre el siglo XIX y reconstruir la extraña relación que entonces tuvieron los europeos como los latinoamericanos. Vargas Llosa, que desde hace tiempo anda sumergido en un libro sobre Los miserables, contó el comentario de uno de los personajes de Víctor Hugo que en un momento dado se refiere de forma delirante y absurda a Panamá como ese país en el que todos los ciudadanos viven en la misma casa.
El clima amable y relajado de la conversación entre el autor de El paraíso en la otra esquina y Enrique Krauze, que creó dentro del auditorio un atípico microclima donde no se oía volar una mosca mientras intervenían los escritores, contrastaba con el ambiente frenético de la feria, repleta de gente y donde no dejaban de sucederse las mesas redondas, ruedas de prensa, conferencias y demás iniciativas.
Babelia
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