Aplastar el sida
Con tres millones de muertes al año y 40 millones de personas infectadas por el virus VIH, el sida sigue siendo uno de los principales azotes del planeta, según el informe anual de la ONU difundido ayer. Ello es así pese a que los tratamientos con fármacos antirretrovirales se hayan abaratado lo suficiente como para que ya puedan acceder a ellos algunos grupos de infectados en los países más pobres. Hace sólo tres años esa terapia tenía un coste de unos 10.000 dólares al año, mientras que ahora las combinaciones más baratas están en los 300 dólares. Eso ha permitido que unas 50.000 personas del África subsahariana sigan ese tratamiento. Pero es aún una cifra insignificante frente a los más de 25 millones infectados en la región.
Según Onusida, el organismo de Naciones Unidas especializado en este problema, se requerirían unas inversiones de unos 15.000 millones de dólares al año durante una década en los países en vías de desarrollo, más del doble de lo que se gasta en la actualidad. El África negra sigue siendo la región del planeta más castigada por la epidemia. En el último año, unos 3,2 millones de personas de ese subcontinente han contraído la enfermedad. Pero aún llama más la atención en el informe de la ONU la inquietante evolución de la epidemia en los tres países más poblados de Asia: China, India e Indonesia, donde las drogas inyectables y la prostitución son los principales causantes de la expansión del virus.
La batalla de la difusión de informaciones y métodos preventivos está muy lejos de haber sido ganada. El alza de enfermedades más clásicas de transmisión sexual, como la blenorragia, en Europa occidental, Estados Unidos, Japón y Australia, prueba que se mantienen e incluso aumentan los comportamientos sexuales de riesgo, en particular entre los jóvenes. Un estudio de una empresa de preservativos, también difundido ayer, señala que el 24% de los jóvenes españoles heterosexuales no usa el condón al mantener relaciones íntimas con una nueva pareja. Según ese informe, las mujeres y los homosexuales son los más concienciados, mientras que los varones españoles heterosexuales son los más reacios a usar el preservativo. Esto hace aún más irresponsable la actitud de aquellas personas o instituciones que, por razones religiosas u otras, hacen campaña contra la seguridad en las relaciones sexuales.
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