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La desigualdad entre ricos y pobres pervive en Latinoamérica ajena a cualquier política

El Banco Mundial denuncia el estancamiento en vísperas de la Cumbre Iberoamericana

Yolanda Monge

La enorme brecha que separa a los más ricos de los más pobres condena a las sociedades de América Latina y el Caribe a ser de las más desiguales del planeta. Esa brecha se concreta en cifras: el 10% más rico de la población acapara el 48% de los ingresos que genera el país, mientras que el 10% más pobre sólo alcanza a poseer el 1,6%, según un informe del Banco Mundial. El estudio, en vísperas de la Cumbre Iberoamericana, concluye que la desigualdad en la región tiene raíces muy profundas y que poco o nada han hecho las políticas neoliberales aplicadas en los noventa.

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En palabras de David de Ferranti, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina, esa región es la que sufre una de las mayores desigualdades mundiales. "América Latina sufre terribles desigualdades respecto a los ingresos, así como muestra muchísima desigualdad frente al acceso a la educación, a la salud, al agua y a la electricidad", asegura el informe del Banco Mundial. Bajo el título Desigualdad en América Latina y el Caribe. ¿Rompiendo con la Historia?, el prolijo y enorme estudio (cerca de 500 páginas) confirma que "esa desigualdad hace más lento el camino para reducir la pobreza y mina cualquier proceso de desarrollo que se emprenda".

Al margen de qué políticas se aplicaran y bajo qué Gobierno, según estudios de la región, la desigualdad a lo largo y ancho de América Latina decreció algo durante la década de los setenta, se incrementó durante los años ochenta (conocida como la década perdida) y no ha mostrado ningún patrón claro en los liberalizadores años noventa.

Tomando el índice de Gini de desigualdad en la distribución de los ingresos y el consumo como ejemplo (donde cero es la igualdad total, y 100, la máxima desigualdad), los investigadores del Banco Mundial encuentran que América Latina, desde la década de los setenta y hasta los noventa, tiene 10 puntos más de desigualdad que Asia, 17,5 más que los 30 países de la OCDE y 20,4 más que los países del este de Europa.

Para el Banco Mundial, la razón última de por qué América Latina es mucho más desigual que otras regiones está en la Historia. La colonización europea estableció un patrón de explotación sobre los indígenas. Su legado, y el de la esclavitud, aún pervive. La raza y la etnia determinan las oportunidades y la riqueza que puede obtener la población. Así, en Bolivia, el 84% de las mujeres blancas tiene acceso a agua corriente, frente al 64% de las mujeres indias. En Guatemala, uno de cada cinco hombres blancos tiene coche, mientras que sólo uno de cada veinte hombres indígenas lo posee. El estudio del organismo económico pone de manifiesto que los descendientes de africanos ganan un salario que es el 45% del que obtienen sus colegas blancos.

Guillermo Perry, economista jefe del Banco Mundial para América Latina, asegura que "para vencer la desigualdad que mina cualquier intento de salir de la pobreza, los más desfavorecidos de América Latina deben ganar terreno en las instituciones sociales y políticas, incluyendo el acceso a la educación, a la salud".

Historiadores, sociólogos e izquierdistas han puesto de relieve desde siempre que la desigualdad era un terrible obstáculo para el desarrollo en América Latina. Sin embargo, como señala The Economist, éste es un territorio nuevo para el Banco Mundial. Solía argüirse que conseguir prosperidad era sólo cuestión de aplicar la política económica adecuada. Más recientemente, el Banco Mundial ha aceptado que importan tanto políticas como instituciones.

Una mujer de Potosí acarrea una caja de juguetes regalada por el Gobierno boliviano.
Una mujer de Potosí acarrea una caja de juguetes regalada por el Gobierno boliviano.REUTERS

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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