Los piqueteros más duros se reorganizan contra Kirchner
El presidente argentino intenta aplacar las nuevas protestas de los sectores más radicales
El Gobierno argentino enviará al Congreso un proyecto de ley para "despenalizar" las protestas en las calles y liberar de proceso a unos 3.000 militantes de las organizaciones piqueteras sometidos a juicio por delitos cometidos durante los últimos años. El presidente, Néstor Kirchner, ordenó "no responder" a las provocaciones de los grupos más radicalizados, controlados por la extrema izquierda. Los piqueteros están resurgiendo con nuevas protestas en Argentina.
"Ni un muerto, ni un herido, no quiero represión", insiste el presidente Néstor Kirchner. El jefe del Estado se había comprometido al iniciar su mandato, hace poco más de cinco meses, que no iba a "criminalizar" la protesta social. No obstante, los piqueteros más radicales se están reorganizando y están lanzando sus acciones contra el nuevo Gobierno. Hace tres semanas, unos 200 militantes del anarquista Movimiento de Unidad Popular (MUP), del Frente Unido de Trabajadores Desocupados (Futrade), desprendimiento del Polo Obrero, trostkista, y de la Tendencia Clasista 29 de Mayo, de tendencia leninista-guevarista, acompañados por desocupados, bloquearon la sede del Ministerio de Trabajo a las nueve de la noche y le impidieron la salida a los funcionarios y al propio ministro, Carlos Tomada, hasta las seis de la madrugada del día siguiente. La policía no intervino y Kirchner ordenó al ministro que presentara una demanda en los tribunales por "privación ilegítima de la libertad".
Los piqueteros, grupos de choque que cortaban carreteras, accesos a puentes y a fábricas, nacieron al calor de las revueltas sociales de mediados de los noventa en pueblos de todo el país afectados por el hambre y la desocupación. Se hicieron especialmente fuertes en la periferia de Buenos Aires y se dividieron entre duros y blandos, según el tipo de relación que mantienen con el Gobierno. Grupos minoritarios de extrema izquierda tomaron en la crisis de 2001 el control en algunos barrios de chabolas y hoy resurgen con fuerza. La ministra de Desarrollo y Acción Social, Alicia Kirchner, hermana del presidente y experta en el tema, admite que los planes llamados Trabajar, un subsidio de 30 euros que el ex presidente Eduardo Duhalde distribuyó para contener la grave crisis social que sucedió al derrumbe económico de fines de 2001, "no sirven" para nada. Pero acepta que "por ahora no hay otra cosa y es necesario mantenerlos".
Los líderes piqueteros administran la distribución de unos 200.000 subsidios a jefes y jefas de hogar y reclaman más. El presidente Kirchner recibió a las organizaciones más representativas y ofreció a cambio apoyo financiero para construir viviendas, además de rebajas de impuestos y garantías de compra de un porcentaje de la producción a las cooperativas de desocupados.
Los duros realizaron la semana pasada una marcha en la que lograron reunir a unas 50.000 personas convocadas por los dos líderes más representativos del sector, Raúl Castells, del Movimiento de Jubilados y Desocupados, y Néstor Pitrola, del trostkista Polo Social. Entre quienes encabezaban la marcha estaba también Roberto Perdía, ex dirigente de la organización Montoneros. En su discurso, Castells llamó a tomar "las casas de gobierno" en todo el país y convocó a un acto masivo en la plaza de Mayo el próximo 20 de diciembre, cuando se cumple el segundo aniversario de las protestas sociales que provocaron la renuncia del ex presidente Fernando de la Rúa.
El sacerdote Luis Farinello, dedicado durante años al trabajo en las villas miseria del Gran Buenos Aires, advierte que "hay muchas organizaciones de partidos políticos y grupos de piqueteros que usan al pobre para su orga. Yo estuve en asambleas... Los pobres siempre callados, siempre callados, siempre sumisos, quebrados y callados, con el miedo a que le quiten el subsidio. Los que hablan son los militantes o partidos que los llevan y los traen. Y ésos no son pobres; al contrario, viven de los pobres...".
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