La consagración de un obispo gay fractura la Iglesia anglicana
Numerosos líderes episcopalianos de África, Australia y Asia rechazan la investidura
La consagración de un obispo gay en Estados Unidos ha abierto una crisis profunda en la Iglesia anglicana del mundo que amenaza con provocar un cisma. Numerosas congregaciones de África, Asia, Latinoamérica y Australia, así como el sector conservador estadounidense, anunciaron ayer que cortaban vínculos con la diócesis de New Hampshire, y otras afirmaron que no reconocerían a su obispo, monseñor Gene Robinson, divorciado con dos hijas, que ha declarado abiertamente su relación con otro hombre.
"El diablo se ha infiltrado en la Iglesia, pero a Dios no se le puede engañar", declaró ayer el arzobispo de Kenia, Benjamín Nzimbi. El obispo Robinson, de 56 años, afirmó que no es santo, "pero tampoco diablo", y que se considera un hombre elegido por Dios para iniciar un cambio en la Iglesia, que incluya en su jerarquía a los marginados. "No crean que si yo dimitiera otros gays y lesbianas no serían elegidos. La realidad no desaparecería si yo me fuera". Subrayó también que "no se sentía responsable" de la división. "Si se quieren ir es su decisión, pero quiero que sepan que si quieren volver les acogeremos con los brazos abiertos".
El sector progresista de la Iglesia episcopaliana (nombre adoptado por la Iglesia anglicana de EE UU) celebró el nombramiento de Robinson como el "fin de la hipocresía", mientras que los conservadores se lamentaron de que equivale a "adherirse al pecado". La incapacidad de reconciliación entre ambas facciones se hizo patente durante la ceremonia de consagración en la Universidad de New Hampshire, a la que además del sínodo de obispos episcopalianos (50 prelados) asistieron unos 4.000 invitados. Cuando el obispo que oficiaba la ceremonia, Frank Griswold, preguntó si había objeciones, tres personas subieron al podio para expresar su oposición, un cura, un obispo y una feligresa. El cura, Earle Fox, comenzó su intervención leyendo una lista explícita de actos sexuales practicados por hombres gay y Griswold le interrumpió en medio de silbidos y aplausos.
A pesar de la acritud, la escisión en el seno de la Iglesia de Estados Unidos es improbable que derive en la creación de una nueva denominación, en opinión de los observadores. Ya hubo una amenaza similar cuando se aprobó la ordenación de las mujeres que es, hasta hoy, motivo de debate interno. Incluso una de las voces conservadoras más críticas, el reverendo Kendall Harmon, pronostica una "pelea entre hermanos". En futuros sínodos, por ejemplo, los obispos que no reconocen a Robinson podrían negarse a darle la comunión. "Se le invitará a la mesa familiar pero no comerá", señala Harmon.
Institución matrimonial
La aceptación o repudio de los cambios en los episcopalianos se producen en medio de un clima social en EE UU centrado en la redefinición de la institución matrimonial. Las repercusiones a nivel mundial pueden ser muy distintas, ya que las iglesias no occidentales son reflejo de sus sociedades conservadoras. El movimiento de escisión lo lidera en África el arzobispo nigeriano Peter Akinola, que considera que la consagración de Robinson "demuestra que la Iglesia norteamericana da más importancia a su agenda sociocultural que a la obediencia de la palabra de Dios".
En medio de la pugna está el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, líder espiritual de los 70 millones de anglicanos del mundo (de los que 2,3 están en EE UU), tratando de encontrar un puente de entendimiento para que la crisis no llegue a cisma. El problema es que Williams no tiene autoridad para imponer disciplina, porque la Iglesia anglicana, a diferencia de la católica, no está estructurada de forma piramidal, sino descentralizada. Las iglesias de cada país son independientes.
Williams se hizo eco ayer a través de un comunicado de los difíciles momentos por los que atraviesa la comunión anglicana y lamentó sus consecuencias: "Las divisiones que están surgiendo son un asunto de gran preocupación. Será muy dificil que Gene Robinson sea aceptado como obispo en otras provincias [iglesias de distintos países]. Está claro que quienes le han elegido lo han hecho de buena fe, según interpretan la constitución de la Iglesia americana, pero los efectos en la inmensa mayoría de los ministerios anglicanos, particularmente en los de el mundo no occidental, tendrán que ser afrontados con honestidad. Tenemos que trabajar mucho para dar sentido a todo esto", dijo el primer prelado anglicano.
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