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CRÓNICAS DEL SITIO
Columna
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Milenaristas del mundo

Antauro llegó hace unos meses con sus padres de Perú y ahora le tengo en clase. Era bastante retraído, pero un día en que otro compañero se metió con él, le soltó una rotunda maldición en una lengua incomprensible que la mayoría tomó por euskera. A partir de ahí, los gitanos empezaron a cogerle cierto respeto como hacen en "el culto" a los que hablan con Dios usando palabras que los demás no entienden.

A medida que Antauro fue cobrando confianza, empezó a hablar de su hermano, que sigue en Perú y es lisensiado y tiene además mucho coraje.

No veía yo muy claro que en esa familia hubiese universitarios. Pero últimamente cada vez me sorprenden menos cosas, que además suelen explicarse por sí mismas, si se les da tiempo. El misterio de la licenciatura tuvo también su explicación. Más que ser licenciado, el hermano "estaba lisensiado"; es decir que el ejército lo había licenciado tras pasar unos años en zonas de insurgencia y de verse arrastrado en una intentona de golpe militar. Ahora era pues un "lisensiado en paro". No tan diferente de los que tenemos por aquí.

"No sé quién piensa que los docentes podemos enseñar algo a estos chicos"

Tantas explicaciones no fue capaz de darme Antauro. Lo fundamental lo encontré en la clase de informática.

A quien no haya vivido la experiencia es difícil de explicar. Entras en el aula de informática y tus alumnos desaparecen. Es como llevarles de excursión a un bosque. Se funden en la naturaleza, como haría Rambo. Pero el aula es una habitación cerrada con un una fila de ordenadores en una repisa contra la pared. Y ahí es donde ellos y ellas desaparecen; se convierten en espaldas y ya no vuelvo a verles la cara.

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No sé quién piensa que los docentes podemos enseñar algo a estos chicos. Son ellos quienes se enseñan unos a otros. Apenas saben escribir, pero surfean por la red, saltan de un sitio a otro con la misma facilidad que pestañean y soy incapaz de seguirlos. Por descontado, lo que les interesa no guarda relación alguna con lo que yo debería enseñarles. Buscan música, juegos y, por razones distintas a los adultos, sexo. También les gusta mucho chatear.

Antauro me llevó hasta la web de los compas de su hermano, los Humala Boys. Licenciados del ejército peruano que forman la base del Movimiento Nacionalista, que se presentará en las próximas elecciones, dentro de tres años. La ideología de estos Humala no debería ser difícil de comprender para nosotros, ya que provienen también de un pueblo milenario. Qué coincidencia lehendakari, diez mil años, igualito que nosotros. También ellos tienen una lengua, el kechua. Así que cuando alcancen el poder, su lengua será declarada oficial y tendrán que hablarla todos los funcionarios. Asimismo, como no podía faltar, tienen un Estado enemigo, que es Chile. Y como a los mandos del ejército no les ven coraje para enfrentarse a la "perfidia chilena", habrán de ser sustituidos por soldados del movimiento (supongo que a sorteo, porque habrá más soldados en paro que oficiales). En cuanto a la deuda externa, no piensan pagarla por una buena razón: "porque es incobrable". Las empresas de comida rápida serán expulsadas, todas sin dejar una, salvo que colaboren con el "etnocacerismo". En cuyo caso las hamburguesas basura ya no serán expulsadas, porque se habrán convertido en carne cobriza, patrióticamente bendecida.

Y ¿qué es el "etnocacerismo"? El nombre es un homenaje a Andrés Avelino Cáceres, militar que "dignificó la derrota" de la guerra contra Chile llevando "enhiesta" la bandera por cerros y collados sin aceptar la rendición de sus jefes. Eso sucedía en la misma época en que Sabino Arana llamaba a los vizcaínos a su independencia. El prefijo "etno", le viene de la estirpe ancestral, como "etnonacionalismo" con que también se definen sus seguidores. Pero también tienen otros intereses culturales como la etnobiología, etnoecología, etnohistoria y casi todos los etnos que a usted se le ocurran.

Bueno, todos estos detalles sobre la familia política de Antauro, y otros más que no caben en esta página, los aprendí en la clase de informática, mientras él se dedicaba a chatear. Chatean estos chicos con gente de cualquier parte del mundo, incluso con otros chicos y chicas que se encuentran en la misma habitación, de cara a la misma pared. Así es como Antauro conoció a Karlos, un adolescente que, en las manifestaciones del pasado agosto, ha descubierto el camino iniciático hacia la Euskalherria irredenta. Ahora Karlos y Antauro se han hecho amigos. Me obsesiona pensar que cuando termine el curso el reto estará decantado. Porque, en una de sus esquinas posibles, puedo ver a Antauro, cubierto el rostro con una pañoleta palestina, pegando fuego a un contenedor de basura. A juzgar por los recientes discursos de la Consejera Iztueta en tierras sudamericanas, mi mayor preocupación no debería ser que Antauro llegue a confundir el crimen con un hermanamiento ritual entre pueblos milenarios. Lo importante sería que me sienta orgullosa de que un creciente número de nuestros Institutos haya obtenido el diploma lSO 2000. Pues se equivoca.

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