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Las esculturas de Chillida se funden con la naturaleza en el parque de Yorkshire

El museo al aire libre exhibe 70 piezas del artista, y una galería de Londres, trabajos en papel

Uno de los últimos hierros de Eduardo Chillida, Buscando la luz, asoma entre árboles en la cima de una colina. Se eleva hacia el firmamento en la entrada del Parque de Escultura de Yorkshire, Inglaterra, que dedica al escultor vasco la primera gran retrospectiva del país en más de una década. "Aita estará contento. La relación con la naturaleza encaja perfectamente con su visión", afirmaba ayer su hijo Luis en la inauguración de la muestra. El homenaje al desaparecido artista se extiende también a Londres, con una exposición de sus trabajos en papel en la galería Annely Juda a partir del lunes.

En el museo al aire libre de Yorkshire, la obra de Chillida ha descubierto una segunda morada. Entre 200 hectáreas de terreno del parque, cubriendo valles, bosques, un lago y algún estanque, sus grandes y pesadas esculturas, desde Buscando la luz a De música o Peine del viento XVII, han establecido una estrecha relación con el entorno. Se han adaptado al paisaje otoñal del norte de Inglaterra, asentándose en sus respectivos txokos como si estuvieran ocupando las campas del caserío de Zabalaga, de donde proceden la mayoría. "Es una maravilla. Son piezas complicadas, pero cada cual ha encontrado su sitio", señalaba la viuda del escultor, Pilar Belzunce, durante los actos inaugurales, en los que intervino el presidente de la Royal Academy de Londres, el escultor Phillip King.

'Buscando la luz' preside el terreno sobre la escultura de Henry Moore 'Reclining mother and child'
"Son piezas complicadas, pero cada cual ha encontrado su sitio", afirma Pilar Belzunce
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"Para cubrir todos los aspectos del gran talento de Chillida es necesario mostrar obras al aire libre. Y eso es un gran reto", admitió Peter Murray, director del parque museo. La envergadura del proyecto es colosal. Se incluyen en la retrospectiva piezas de hasta 22 toneladas de peso, 10 metros de altura y más de dos metros de ancho, cuyo desplazamiento reta las leyes de la gravedad de igual forma que Chillida jugaba con el tiempo y el espacio en su creación. "La logística es muy complicada. Con varias grúas para colocar las esculturas en el jardín... y parece ahora que ni se ha removido la tierra", decía el director y fundador del parque.

Los costes de traslado e instalación de las aproximadamente setenta esculturas y trabajos gráficos que componen la muestra superan probablemente los aproximadamente 140.000 euros. Es una experiencia costosa dada la escasa presencia de Chillida en el circuito de exposiciones o entre las colecciones públicas del Reino Unido. En las más de cuatro décadas de creación artística, desde 1949 con su primera exposición colectiva en París hasta prácticamente su muerte, en 2002, se han celebrado media docena de muestras en Inglaterra. Con la excepción de la gran retrospectiva de la Hayward, en Londres, en 1990, el resto cubrió periodos, materiales o aspectos concretos de su producción.

"De 1965 a 1990, Chillida se mantuvo invisible en este país. Inglaterra estaba más interesada por el arte neoyorquino que por el europeo", explicó Andrew Dempsey, principal comisario de la retrospectiva y experto en la obra del escultor donostiarra. "Siempre ha sido muy respetado por la crítica y los artistas británicos, pero este interés no se ha traducido en exposiciones. El peso de las esculturas tiene mucho que ver", admite Murray.

En el parque de Yorkshire, Buscando la luz preside el terreno sobre la escultura de Henry Moore Reclining mother and child y atisba en el horizonte sobre obras de viejos amigos del escultor vasco, entre ellos Anthony Caro. Esta gran torre de hierro, de entre los últimos proyectos de Chillida, permanecerá durante un año en el parque museo hasta su traslado definitivo a Bilbao. Y, salvo préstamos de última hora, el resto de la retrospectiva regresará a Chillida-Leku y a otras colecciones privadas el próximo 29 de noviembre, fecha de su clausura. En la organización de la exposición han colaborado la familia Chillida, la Embajada española, el Instituto Cervantes, el Gobierno vasco y la Fundación Henry Moore.

Mientras tanto, el público británico podrá finalmente acceder a Chillida en este encuadre natural, cuyas raíces se remontan al siglo XVIII. La exposición se divide en tres secciones conectadas y que recogen sus hierros, su obra gráfica, sus esculturas en alabastro, granito, sus lurras y gravitaciones. También está representada su faceta pública a través de una serie de aromas, como su autor solía llamar a las maquetas a pequeña escala de proyectos colosales como Esertoki, La jaula de la libertad o Lotura XXXI. Este último nació de un encargo de la ciudad costera inglesa de Whitehaven, que finalmente no se llevó a cabo. A Chillida, sin embargo, le inspiró para completar una famosa serie de hierros enlazados.

"Esta muestra le representa de verdad", afirma su viuda. "Recoge al Eduardo escultor, pero también al pensador, al poeta..., en definitiva, al artista que hacía las cosas por amor y con una dedicación absoluta". El pensamiento de Chillida, sus continuos interrogantes, se reproduce en unas vallas que separan las obras de ampliación del museo: "No vi el viento moverse, vi moverse las nubes. No vi el tiempo, vi caerse las hojas".

<i>Homenaje a Braque</i> (izquierda) y <i>Buscando la luz IV,</i> de Eduardo Chillida, en el Parque de Escultura de Yorkshire, Inglaterra.
Homenaje a Braque (izquierda) y Buscando la luz IV, de Eduardo Chillida, en el Parque de Escultura de Yorkshire, Inglaterra.
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