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CUMBRE DE LA UE

Aznar: "Niza no es la Biblia"

Los Quince y los 10 candidatos aceptan negociar en un mes una fórmula de reparto de poder

Carlos Yárnoz

Los líderes de los 25 (los Quince de la actual Unión Europea más los 10 candidatos a incorporarse en 2004) aceptaron ayer negociar un nuevo compromiso sobre el futuro reparto de poder en una Europa ampliada. El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, actual presidente de la Unión, anunció en la cumbre de Bruselas que el mes que viene presentarán una alternativa "completa y global". Los 25 países intentan así superar el actual estancamiento provocado por los defensores a ultranza del proyecto de Constitución, con Berlín y París al frente, y los partidarios de que se respete el vigente Tratado de Niza, encabezados por España y Polonia. Berlusconi propuso también la celebración de una cumbre extraordinaria.

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Todos los oradores se limitaron ayer a repetir sus posiciones, "pero se ha notado un mayor esfuerzo por alcanzar un compromiso real", comentó una fuente oficial que siguió el debate al detalle. Y eso que las primeras intervenciones fueron tan claras como duras. Los primeros ministros de Bélgica y Luxemburgo, Guy Verhofstadt y Jean-Claude Juncker, actuaron como ariete del grupo de los seis fundadores de la Unión.

Ambos criticaron a los detractores del texto constitucional: a los que, como España, exigen modificar el peso de cada cual en el Consejo ("No queremos facilitar aún más las posibilidades de bloqueo", dijo Verhofstadt); y a los que, como los candidatos y los pequeños, pretenden que siga habiendo un comisario por país, aunque no haya carteras para todos ("Todos los primeros ministros sabemos que no hay nada peor que un ministro desocupado", señaló Juncker). "Estoy cansado de escuchar siempre la misma historia", zanjó el belga.

El presidente francés, Jacques Chirac, se limitó a suscribir lo escuchado: "No tengo ni una palabra que añadir a lo que han dicho Verhofstadt y Juncker, que encarnan la cultura y la experiencia europeas". En una actitud aún más elocuente, el canciller alemán, Gerhard Schröder, ni tomó la palabra. Hoy, ausente de la capital belga, dejará a Chirac que hable en nombre de los dos.

El presidente español, José María Aznar, también repitió que el Tratado de Niza, presentado en su día como "la culminación" de los cambios necesarios para la ampliación, está respaldado por un "consenso real" de todos, mientras que el proyecto constitucional de la Convención concita muchas discrepancias de unos y otros. Pero Aznar añadió esta vez dos matices: "Niza no es la Biblia", como tampoco lo es el texto constitucional, "aunque algunos lo pretenden", pero "estamos dispuestos a discutir todas las sugerencias y planteamientos que se nos puedan hacer". Con dos condiciones: que se hable del "paquete en su conjunto" (votos en Consejo, número de comisarios y escaños en la Eurocámara) y que "se respeten los acuerdos y los equilibrios".

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Opciones de España

"Jamás hemos sacralizado Niza", declaró después la ministra de Exteriores, Ana Palacio, para añadir que no sólo Polonia (8,1% de la población de la UE, como España) está con Madrid en el rechazo a que las decisiones en el Consejo se tomen por una mayoría de países que representen al menos al 60% de la población de la UE, una fórmula que recorta las opciones de que España logre bloquear acuerdos de los grandes. También la apoyan, dijo, Malta (0,08%, el más pequeño de la futura UE) y Estonia (0,3%).

Tan exiguos apoyos refuerzan poco la posición hispano-polaca pero, además, un nutrido grupo de países (Lituania, Letonia, Austria, Chipre, Portugal...) dijeron preferir que esas decisiones en el Consejo se adopten por doble mayoría simple: la mitad de países que representen al menos a la mitad de la población. Y, en todo caso, grandes y pequeños insistieron en que no quieren ni oír hablar de subir el techo del 60%, una hipótesis que maneja España, para no favorecer aún más las posibilidades de bloqueo. "No vamos a ningún sitio subiendo el techo", avisó el belga Verhofstadt.

La cumbre de ayer sirvió para aislar los dos principales litigios: la aspiración de una mayoría de Estados de que haya un comisario por país y el rechazo hispano-polaco al voto en el Consejo. En el primer caso, todo indica que habrá un comisario por país, pero los grandes (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, España y Polonia) tendrán dos. El resultado será un colegio de 31 comisarios "inmanejable", como afirma la presidencia italiana.

El contencioso hispano-polaco se presenta más complejo. Para solventar uno y otro, Berlusconi ha decidido por fin plantear alternativas. Primero habrá "contactos bilaterales". Los ministros de Exteriores conocerán el 17 y 18 de noviembre una primera propuesta. Los días 28, 29 y 30 se reunirán en "cónclave" y, entre ambas reuniones, Berlusconi quiere una cumbre extraordinaria de líderes. Ayer, al menos dieron carpetazo final a otro complejo proceso vivido en la UE y nombraron presidente del Banco Central Europeo (BCE) al francés Jean-Claude Trichet, que sustituirá el 1 de noviembre al holandés Wim Duisenberg.

El primer ministro británico, Tony Blair, junto al presidente del Gobierno español, José María Aznar.
El primer ministro británico, Tony Blair, junto al presidente del Gobierno español, José María Aznar.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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