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Reportaje:

El 'ajuste fino' de las recetas del FMI

El Fondo ha prescrito en Argentina una medicina que, con las diferencias del caso, logró controlar la situación en Brasil en 2002

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha prescrito en Argentina una receta que, con las diferencias del caso, logró, en 2002, controlar la situación en Brasil, país que parecía deslizarse hacia la suspensión de pagos. El presidente argentino, Néstor Kirchner, ha conseguido un plan de ajuste más gradual que el que aplica el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. La economía argentina podría terminar el año 2003 con un crecimiento récord del 7%, mientras que la brasileña se tambalea entre el estancamiento y la recesión.

El pasado viernes, día 3 de octubre, el ministro de Economía argentino, Roberto Lavagna, y su segundo, Guillermo Nielsen, el secretario de Finanzas, salieron de uno de sus múltiples encuentros con banqueros, en Nueva York, y mostraron, ante las cámaras, una sonrisa de oreja a oreja. Más franca la de Lavagna, quizá algo forzada la de Nielsen. "Los banqueros dicen que nuestra propuesta es dura, pero entienden los números", explicó Lavagna. El ministro aludía al plan mediante el cual el Gobierno argentino pretende reducir en un 75% la deuda en suspensión de pagos desde el 31 de diciembre de 2001. Ésta pasaría, de aceptarlo los acreedores, tenedores de bonos en su gran mayoría, de 93.400 a 23.700 millones de dólares.

Lula prometió 10 millones de empleos, pero en su primer año el desempleo será mayor
Argentina ha pasado, contra todo pronóstico razonable, de la recesión al 'boom'

En Buenos Aires, el Banco Central vaticinaba a esas horas que la economía argentina va a crecer un 7% en 2003, una cifra que supera holgadamente el 5,5% que Lavagna presentó hacía tan sólo 10 días en Dubai, con ocasión de lanzar ante acreedores, bancos y periodistas, el lunes 22 de septiembre, su programa para llevar adelante la mayor reestructuración de deuda de la historia financiera internacional. Si el ministro ya advirtió entonces que tanto el consumo como la inversión están tirando del carro de la economía argentina, el presidente del Banco Central, Alfonso Prat-Gay, confirmaba que el vigor de ambos componentes del crecimiento se mantendrá en los últimos tres meses del año.

Mientras tanto, por las mismas fechas, autoridades monetarias de Brasil informaban de que la economía brasileña creció sólo un 0,3% en el primer semestre de 2003. El Banco Central, por tanto, ha corregido sus expectativas para el año: de un aumento previsto de hasta un 1,8% en el producto interior bruto (PIB) de 2003, ahora espera un 0,6%. Argentina, pues, ha pasado, contra todo pronóstico razonable, de la recesión al boom, mientras que Brasil nada entre el estancamiento y la recesión.

Eso sí, si se examinan las cuentas públicas de Brasil, es fácil advertir que a 31 de julio de 2003, el superávit primario de 44.300 millones de reales (resultado que excluye los pagos de la deuda) representó el 5,05% del PIB. Y, según el acuerdo de 30.000 millones de dólares que Brasil firmó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en agosto de 2002, el mencionado superávit primario debía alcanzar en 2003 al 4,25% del PIB. El Gobierno brasileño, pues, está cumpliendo con creces.

Las vidas paralelas de Argentina y Brasil respecto al FMI merecen atención. En los primeros días de septiembre pasado, cuando el ministro Lavagna amarraba el acuerdo con el FMI, el presidente argentino, Néstor Kirchner, dijo que Argentina nunca firmaría un pacto cuyas consecuencias fueran negativas para la recuperación. En Brasilia, estas palabras cayeron como un jarro de agua fría. En los forcejeos de última hora, Kirchner contó con el apoyo del presidente chileno, Ricardo Lagos, entre otros. Pero, según fuentes solventes, faltó el apoyo del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Cuando el equipo técnico del FMI -impagado de 2.300 millones de dólares del 9 de septiembre mediante- aceptó el acuerdo, entre las felicitaciones presidenciales volvió a notarse una ausencia. El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, felicitó a las autoridades argentinas. Pero no así Lula.

Y, si bien se mira, Nueva Política Económica (NEP) del FMI respecto a Buenos Aires en septiembre de 2003 no había sido más que una reedición de la puesta en práctica con Brasilia en agosto de 2002. En Argentina, a diferencia de Brasil, no hay dinero fresco, contante y sonante, sino una refinanciación de deuda a tres años. Pero la aproximación ha sido parecida. Si los mercados apostaban en agosto de 2002 contra la moneda brasileña, el real, a cuenta de que Lula, candidato a presidente en las elecciones de octubre de 2002, despertaba muchas dudas, el FMI dio un paso al frente y suscribió un acuerdo con el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Pero Lula fue su avalista.

La apuesta, a juzgar por las cuentas públicas de Brasil correspondientes a 2003, mereció la pena. La experiencia fue muy instructiva para los técnicos del FMI. Anoop Singh, director del Hemisferio Occidental, y John Dodsworth, jefe de la misión en Buenos Aires, la han puesto en práctica, con las diferencias del caso, en Argentina. La carta de intención elevada por el Gobierno argentino lleva las firmas de Lavagna, Nielsen y Prat-Gay, pero el presidente Kirchner, según han confirmado tanto el director gerente del FMI, Horst Köhler, como Singh y Dodsworth, leyó y corrigió el texto personalmente. Según el punto segundo de esa carta, "los principales objetivos son los de proteger a las partes más débiles de la sociedad y apoyar el crecimiento potencial de la economía a través de las necesarias inversiones sociales y en infraestructuras para promover un crecimiento sostenido y equitativo con baja inflación".

Este tipo de enunciados sonaban, en el pasado, a música celestial en los oídos de los economistas del FMI; hoy, en cambio, creen que forman parte de un nuevo paisaje económico y social. Y que, como es el caso de John Dodsworth, debe ser tenido en cuenta a la hora de negociar un acuerdo.

Acuerdos con bonistas

Esta presentación, ¿es pura demagogia?, ¿es una victoria del kirchnerismo y una derrota de la línea tradicional del FMI? Quizá ni una cosa ni la otra. Nicola Stock, presidente de los inversores italianos que han comprado bonos argentinos -se trata de más de 400.000 bonistas-, cree que el FMI mantiene "bajo tutela permanente" a Argentina. "Según los acuerdos, los expertos del FMI supervisarán cada paso de las autoridades económicas argentinas. Yo no me creo que se trate de un cheque en blanco", dijo Stock a este periódico.

¿Cuál es la cuota de responsabilidad del FMI en el programa aprobado? Anoop Singh, al escuchar esta pregunta, tiene dificultades en contestar. "Estamos al servicio de nuestros miembros. Nuestra responsabilidad consiste en ayudarles. Hemos visto que las autoridades argentinas están dispuestas a llevar adelante un buen plan. Eso es todo", dice.

El riesgo crediticio del FMI, uno de los principales acreedores de Argentina, se mantiene igual al cabo de los tres años del nuevo acuerdo, cuya meta principal es la de obtener en 2004 un superávit primario del 3% del PIB. Los objetivos de los dos años siguientes -2005 y 2006- han quedado pendientes. Pero Lavagna ha aclarado que el 3% de 2004 es el "suelo". En otras palabras, es probable que dada la evolución económica argentina, el objetivo de superávit primario puede ser mayor, más en línea con las exigencias del FMI.

A todo esto, las relaciones de Kirchner y Lula, ¿se han restablecido? Ambos mantuvieron, con ocasión de la asamblea general de Naciones Unidas, un breve encuentro en Nueva York. Y Lula felicitó en público al presidente argentino por el acuerdo alcanzado con el FMI.

El ministro de Hacienda brasileño, Antonio Palocci, negocia estos días la renovación del acuerdo de agosto de 2002 con el FMI. Lula prometió en su campaña electoral 10 millones de puestos de trabajo, pero al final del primer año de un mandato de cuatro, la tasa de desempleo será con toda probabilidad mayor a la del ejercicio anterior. "Vamos a trabajar para remover todos los obstáculos que frenan el crecimiento brasileño", declaró este fin de semana Palocci.

Néstor Kirchner y Lula da Silva, durante una reciente convención internacional.
Néstor Kirchner y Lula da Silva, durante una reciente convención internacional.ASSOCIATED PRESS

El maná de las materias primas

Si haces las reformas necesarias, si mantienes a raya la inflación y si consolidas el equilibrio y superávit presupuestario, crecerás más. Esta idea concita hoy una unanimidad que no tiene precedentes en la historia del pensamiento económico. Todo, pues, parece depender de la voluntad para poner en práctica una cierta orientación.

En Brasil, el presidente Lula lleva muy poco tiempo como para extraer conclusiones firmes. Cumplirá un año en la presidencia el próximo 1 de enero de 2004. Pero un año es la cuarta parte de su mandato y los pobres resultados están a la vista. El problema es: ¿podrá mantener Argentina unas tasas de crecimiento si no del 7% que se proyecta para 2003 al menos una del orden del 4% o 5% anual? ¿Conseguirá Brasil no sólo evitar la recesión sino convertir a su economía, la más importante de América Latina, en una locomotora para cumplir sus promesas electorales? Todo esto dependerá de la marcha de la economía mundial.

Y, quizá, esta vez las campanas doblen, si las cosas no se tuercen, a favor de la economía latinoamericana. La clave: las materias primas. La subida que experimentan los precios de las materias primas reflejan una demanda de aquellas partes del mundo en las cuales la industria está creciendo. Es la recuperación que se advierte en Asia, con tasas de crecimiento del 6,5% anual, y, claro, China. La economía china está exportando crecimiento a América Latina bajo la forma de un incremento del precio de las materias primas que importa para mantener la producción de sus fábricas.

Hay dos peligros. Uno es la Administración Bush. En un año electoral, la Casa Blanca quiere bajar el precio del dólar e impulsar las exportaciones, con la ilusión de que ello bajará el desempleo en Estados Unidos. Por eso el G-7 (países más industrializados) solicitó en Dubai la apreciación del yen japonés y el yuan chino.

La segunda amenaza es más obvia: el precio de las materias primas es sumamente cíclico. Pero si dura, Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva, entre otros, pueden salir adelante.

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