Las grandes casas de subastas de arte sufren un serio descenso en el volumen de ventas
El mercado se orienta hacia la creación contemporánea que dominan las grandes ferias
Nadie habla de crisis de mercado, sino de crisis de oferta. El caso es que según dos de los índices más reconocidos para conocer la evolución del sector, Artprice.com y Art Sales Index, en el último año se ha producido una importante contracción del mercado de subastas, especialmente en lo que se refiere a la oferta de lotes y al número de ventas. Según Artprice, además, el número de ventas que realizan las casas de subastas estadounidenses es ahora diez veces inferior al que realizaban hace tres años. "El pico del actual boom fue el año 2000 y después de septiembre de 2001 el mercado se ha vuelto más selectivo", aclara Samuel Keller, director de la feria de Basilea, que, añade, no se ha visto afectada por el retraimiento de las subastas.
"Es cierto que ha habido una bajada importante de ventas durante el primer semestre, que se ha debido sobre todo a que las grandes casas de subastas tuvieron problemas para conseguir lotes importantes de pintura impresionista y moderna para las subastas que se celebraron en mayo en Nueva York", explica Edmund Peel, que mantiene una empresa de asesoría y compraventa de obras de arte en Madrid y Londres. "Las razones han sido varias. Por una parte, cuando empezaron a preparar estas subastas en enero había una gran incertidumbre en el mundo porque no se sabía si habría guerra en Irak ni cuál sería el resultado de la misma. Eso hizo que los potenciales vendedores decidieran retener las obras. El miedo provocó la falta de oferta". Según Artprice, el volumen de ventas conseguidos por Christie's y Sotheby's en estas subastas fue de 125 millones de dólares, muy lejos de los 224 millones conseguidos en 2002 o los 246 millones de 2001.
"A mi parecer, la razón profunda es que ahora vivimos un momento de cambio", añade Peel. "Hasta 1958, el mercado estaba dominado por la pintura antigua. Desde la famosa subasta de Goldschmidt de aquel año, en la que de la noche a la mañana los impresionistas franceses multiplicaron por diez su precio, el eje del mercado ha sido la pintura impresionista y moderna. El problema es que ahora ya quedan muy pocas obras de estos periodos con posibilidades de salir al mercado y simplemente ya no hay suministro posible. Es casi tan difícil que salga un buen Velázquez al mercado como un buen Van Gogh. Por esto, las subastas de noviembre de 2002 en Nueva York fueron cruciales, porque fue la primera vez que la pintura contemporánea alcanzaba la mayor cifra de volumen de ventas. Creo que a partir de ahora el motor del mercado será la pintura contemporánea, desde los años cincuenta hasta hoy, pero será un relevo lento porque su cotización aún no es tan alta como la de los maestros antiguos o los impresionistas y por eso la cifra total de ventas es más baja".
El volumen global de ventas obtenidas en noviembre de 2002 en las dos grandes casas de subastas -Christie's y Sotheby's, pese a la crisis de credibilidad que han sufrido por el escándalo que desveló que pactaban fijar comisiones abusivas de sus ventas, siguen copando una cuarta parte del mercado mundial de arte- alcanzó los 110 millones de dólares, siendo los artistas más cotizados en aquella ocasión William de Kooning (12 millones de dólares por Orestes), Jasper Johns (9 millones de dólares por Trough 9) y Roy Lichtenstein (6,5 millones por Happy Tears).
"El arte contemporáneo permite unos niveles de especulación que no tiene el antiguo", indica el galerista murciano Nacho Ruiz, que en febrero leerá su tesis doctoral sobre el mercado del arte en España. "Es fácil que puedan juntarse varios coleccionsitas para pujar por la obra de un artista y así hacer subir la cotización de la obra que tienen ellos en su poder. Además, los marchantes de arte contemporáneo han sido muy efectivos y varios Gobiernos, especialmente el estadounidense, el inglés y el francés, defienden a sus artistas con grandes exposiciones para alcanzar o mantener la capitalidad del arte". El del arte contemporáneo es un mercado que está, además, mucho más repartido y, de momento, el barómetro lo marcan más las grandes ferias de arte que las subastas.
"La crisis económica afecta menos al mercado que las crisis políticas", indica Samuel Keller, que dirige tanto Art Basel Miami como la histórica feria de Basilea. "Ahora el mercado está basado en que los coleccionistas viajan a ferias y subastas, y cuando hay crisis políticas sencillamente viajan menos, lo que afecta directamente al mercado". En su opinión, no puede hablarse de crisis sino de una mayor selección. "Si tienes una pieza importante se vende muy bien, pero no todo funciona", añade. "Cada vez hay más jóvenes coleccionistas y los últimos tres años han sido muy buenos. Algunas galerías que son veteranas en la feria nos han dicho que esta última edición ha sido la que les ha ido mejor". La prueba, añade, es que muy pocas galerías han cerrado sus puertas, lo que indica, a su juicio, la "buena salud del mercado".
Otro factor curioso es el hecho de que empieza a equilibrarse la balanza entre el volumen de ventas realizadas en Gran Bretaña y en Nueva York. En 2002, precisamente, el récord lo obtuvo La matanza de los inocentes, de Peter Paul Rubens, que se vendió por 49,5 millones de libras (unos 77,4 millones de euros), en la casa Sotheby's de Londres, a un coleccionista privado. Gracias a la venta de esta obra -que desbancó de la lista de récords al Retrato del Doctor Gachet, de Van Gogh (vendido en 1990 en Christie's de Nueva York por 49 millones de libras al cambio de 2002)-, Londres alcanzó las cifras de ventas de Nueva York. Este año la tendencia se mantiene, aunque según la lista de Art Sales Index el récord lo ostenta todavía el óleo Descenso al limbo, de Andrea Mantegna, vendido el pasado mes de enero en Sotheby's Nueva York por 23,6 millones de euros.
Babelia
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