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Entrevista:PAULO COELHO | Escritor

"Nos mentimos mucho sobre el sexo"

En su última novela, el escritor brasileño Paulo Coelho (Río de Janeiro, 1947) sumerge a sus lectores en un mundo de sexo y prostitución, a la búsqueda de los enigmas que entraña la sexualidad. 11 minutos (Planeta), el tiempo que se atribuye a la relación convencional entre prostituta y cliente, está inspirado en la trayectoria de una prostituta que el autor conoció en Ginebra (Suiza). Es un relato, ocasionalmente erótico, que Coelho adereza con reflexiones sobre los caminos de la sexualidad. Denostado generalmente por los críticos, adorado por una gigantesca masa de lectores repartidos por todo el mundo, Paulo Coelho, uno de los autores más vendidos del mundo, dice que ésta es la novela más solitaria que ha escrito en su vida.

"El centro del amor es la capacidad de renunciar a intentar imponer nada"
"Soy más el jardín que la casa construida, porque estoy sujeto a la sequía y a la lluvia"

Pregunta. ¿Qué le lleva a escribir sobre el sexo a un escritor como usted, caracterizado más bien por la exaltación de la utopía y de la fe religiosa?

Respuesta. No me reconozco demasiado en esa caracterización suya. Lo que pasa es que cada una de mis obras es un intento de recomponer un rompecabezas de mi propio camino personal y eso incluye, naturalmente, mi faceta espiritual. 11 minutos responde a la necesidad que sentí en un momento determinado de comprender mi propia sexualidad.

P. Si he entendido bien, lo que usted llama "el lado sagrado del sexo" sería la comunión perfecta entre el cuerpo y el alma. ¿El sexo es un ingrediente de esa espiritualidad contemporánea que usted reivindica?

R. No pretendo reivindicar una espiritualidad contemporánea y tampoco creo que una persona conectada hoy al mundo tenga necesariamente que creer en Dios. Pienso que creer en el ser humano ya es todo un compromiso. El sexo, que sí tiene su lado sublime, no tiene que ver con las creencias, sino con el compromiso de la libertad interior y la creatividad personal. Se trata de intentar vivir intensamente la condición humana, y ésa es, precisamente, la discusión que yo planteo en mis libros. Ciertamente, hubo un tiempo en el que creí mucho en las respuestas, pero ahora ya sólo creo en las preguntas. Son las preguntas lo que hacen la vida interesante.

P. Escribe usted: "Algo iba muy mal en la civilización y era eso en lo que ella [la protagonista] trabajaba: el sexo". ¿Cuál es la naturaleza de esa patología?

R. Somos muy hipócritas en la cuestión del sexo. Nos pasamos la vida intentado demostrar al otro que somos capaces de dar y sentir placer, pero el sexo es más una fuente de frustraciones que una fuente de comprensión, de alegría, de comunión. Y si nos mentimos en un asunto tan importante como el de la sexualidad eso tiene consecuencias. Es como un cáncer que va extendiéndose a otras áreas. El sexo termina convirtiéndose en un agente provocador de agresividad, perversión, degradación de la condición humana.

P. ¿La creciente presencia del sexo en los medios publicitarios, su utilización como gran reclamo seductor, es sintomático de esa patología?

R. Desde luego. La seducción es el hecho de sentirse deseado o deseada pero sin ir más allá. Es la provocación del sexo sin el sexo. Eso nos deja un punto de frustración y termina por ahogarnos. Recurrimos a elementos exteriores para superar las deficiencias y lo que hacemos es aumentar nuestra sensación de impotencia.

P. ¿La fidelidad es un valor a mantener?

R. Es que no se puede mantener nada. El centro del amor es la capacidad de renunciar a intentar mantener o imponer nada. La fidelidad viene naturalmente cuando hay amor y cuando hay creatividad, cuando nos salimos de ese manual no escrito de la sexualidad humana y desarrollamos nuestra creatividad con nuestra compañera o compañero.

P. ¿Por qué se prostituye la protagonista de 11 minutos? Ella dice que no lo hace estrictamente por dinero.

R. Se lo pregunté a María y ella me respondió que por sentido de la aventura. Me pareció una respuesta rara, pero el 40% de las prostitutas con las que hablé en Ginebra me dijeron cosas similares, aunque tampoco me pareció que tuvieran las cosas muy claras. María no se ve como una víctima, ni tiene sentimiento de culpa.

P. ¿Y por qué los hombres acuden al prostíbulo? La propia María dice que no lo hacen por el sexo, sino porque persiguen la felicidad.

R. Creo que la razón principal no es el sexo, sino la soledad, la pretensión de tener a alguien que te acepte como eres, aunque sea pagando.

P. ¿Disfruta escribiendo?

R. Como una madre en el momento del parto. Lo que puedo asegurarle es que éste es el libro más solitario que he escrito nunca.

P. En su novela, el sufrimiento aparece como un camino para alcanzar el placer. Afirma usted que las relaciones sadomasoquistas son una metáfora de la vida, pero me pregunto si no son más bien una metáfora de la concepción religiosa cristiana de que hemos venido a este mundo a sufrir para poder alcanzar el cielo, la plenitud.

R. La idea del sacrificio justifica también a muchas culturas, muchas sociedades, muchos gobiernos. Todas las estructuras sociales, también el matrimonio, están asentadas sobre la idea de que el sacrificio es necesario. Lo que yo digo en mis libros es que el hombre tiene derecho a elegir su destino y que ese destino no tiene por qué ser de dolor y sacrificio, sino simplemente un camino con sus dificultades propias. Yo soy católico, en efecto, pero lo que digo es que la vida es un milagro que debe ser asumido como tal. No hace falta sufrir para comprender ese milagro.

P. ¿La presión de su enorme masa de lectores no le condiciona a la hora de elegir sus historias y de establecer un estilo, no le fuerza a renunciar, en suma, a otro tipo de literatura?

R. Es al revés. No necesito escribir para ganar dinero, ni tengo que demostrar nada después de 15 años de éxito, 55 millones de ejemplares vendidos y 150 millones de lectores. Para poder sentirme contento con mi vida, yo necesito trabajar en lo que quiero.

P. Dice usted que ni el tiempo ni la sabiduría transforman al hombre. ¿Es el amor, el amor a Dios y a sus semejantes, la única herramienta transformadora?

R. Sí. Fuera de ahí, repetimos los mismos errores, como ahora en Irak, y multiplicamos las frustraciones.

P. Después de una trayectoria personal azarosa, ha terminado profesando la fe católica. ¿No le parece más valiente, más honesto, sobrevivir espiritualmente sin la cobertura de la religión, a la intemperie?

R. La intemperie nos acompaña siempre. La honestidad de un hombre reside en su capacidad de comprometerse porque sólo el que es capaz de comprometerse merece el título de hombre. Por otra parte, el misterio de la vida no hay que ocultarlo detrás de las respuestas. Una vida sin preguntas es una vida vacía.

P. ¿Cómo se ve a sí mismo, usted que ha pasado por el psiquiátrico, por la droga, la cárcel, la tortura y por otras muchas experiencias antes de alcanzar el éxito y la fama?

R. Como un hombre que mañana será distinto al de hoy y hoy distinto al de ayer. Soy más el jardín que la casa construida, porque estoy sujeto a la sequía y a la lluvia. Soy una persona en transformación física y mental. Tengo compromisos pero no certezas, excelentes preguntas y ninguna respuesta. Y todavía no he perdido las ganas de conocer lo desconocido.

Paulo Coelho, en su casa de Tarbes (Francia).
Paulo Coelho, en su casa de Tarbes (Francia).JESÚS URIARTE
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