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Columna
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Yo, mi, me, conmigo y la ayuda de Europa

Joaquín Estefanía

Si Rato reconociese en público lo que decía en privado en los primeros meses de Gobierno del PP, en 1996 -que las bases de su política económica y los cauces para entrar en el euro se los debía a Pedro Solbes, el último ministro de Economía y Hacienda socialista- seguramente atraería la incomodidad de su superior, José María Aznar: por contradecirle. Éste, practicando el adanismo (todo empezó conmigo) y sintiéndose el protagonista único de la vida política (no el partido, ni el Gobierno, sino él, Aznar), ha declarado: "Yo recibí un país con un 7% de déficit, un país con la Seguridad Social quebrada, un país que no crecía...". Ni el déficit estaba en ese porcentaje, ni mucho menos estaba en quiebra la Seguridad Social (una falsedad mil veces repetida) y la reactivación ya había comenzado cuando el PP llegó al Gobierno.

Con estas palabras, Aznar respondía (dando una patada en el culo de Felipe González y sus equipos) al canciller alemán Schröder, que un día antes había criticado el pavoneo del Gobierno español en relación con el crecimiento económico: "Es bastante bonito [el PIB de España ha crecido un 0,7% en el segundo trimestre del año y alcanza un 2,3% interanual], pero no es tan díficil cuando más del 1% del PIB procede de las ayudas de Bruselas, a las que Alemania contribuye con más del 25%".

El presidente de Gobierno no contestó con exactitud a las palabras del canciller alemán. Schröder no había dicho que el crecimiento español respondiese "estrictamente" a los fondos europeos que nuestro país recibe. Identificar directamente (no en términos de flujo) las ayudas europeas -conseguidas por el "pedigüeño" González y criticado por ello por Aznar- con el crecimiento del PIB es tan inexacto como decir que no existe vínculo entre ayudas y crecimiento, porque con esas ayudas luego se compra maquinaria en Alemania.

España luce palmito porque presenta déficit cero en las cuentas públicas, mientras Alemania es incapaz de cumplir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC). Schröder ha recordado que ello es así, entre otros aspectos, porque nuestro país es receptor neto de los fondos estructurales y de cohesión europeos, mientras que su país es contribuyente neto. Es decir, esas ayudas contribuyen a hinchar su déficit y a reducir el nuestro. El dirigente alemán ha tenido la "impertinencia" (Fraga dixit) de recordar en alto que el emperador está desnudo.

Teniendo en cuenta esta realidad objetiva resulta chusco analizar algunas de las respuestas políticas y mediáticas que se han dado: como si España fuese el país fuerte y Alemania el subvencionado. El modelo alemán no está sufriendo sólo -ni principalmente- problemas derivados de un mal manejo de la coyuntura, sino que padece de bajos niveles de crecimiento económico, niveles de déficit público cercanos al 4% (menos que EE UU) y aumento del paro desde la unificación de su territorio, bajo el principio de todos los alemanes iguales. El símbolo fue cambiar un marco del Este por un marco del Oeste. Una excelente medida política que trajo distorsiones económicas, porque la productividad de la Alemania del Este apenas llegaba al 40% de la del Oeste. El resultado fue, primero, una Alemania unida en el seno europeo; y después, una Alemania económica más ineficiente en la que se ha manifestado la necesidad de transferencias constantes del Oeste hacia el Este (en torno al 3,5% del PIB cada año). Los dirigentes germanos indican que, sin estas transferencias obligadas, Alemania se mantendría con comodidad en el PEC. A la solución de un gran problema político se sacrificó una parte de la eficacia económica. Justo es recordarlo ahora.

Aznar ha hecho cosas buenas en el terreno macroeconómico. ¿Qué pensaría si dentro de unos años su sucesor en la Presidencia del Gobierno declarase: Aznar me dejó una España en la que el gasto social se había distanciado cuatro puntos más del gasto social europeo, y un país antiguo, en la cola europea en inversión en I+D y en la construcción de la sociedad de la información?". Que es un mezquino y que su memoria es muy selectiva.

Solbes (izquierda) y Rato, en una imagen de archivo.
Solbes (izquierda) y Rato, en una imagen de archivo.EFE

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