Ahmed Qurei, el negociador
El nuevo primer ministro palestino ha sido un gran empresario y un político fiel a Arafat
Durante buena parte de su dilatada trayectoria política, el nuevo primer ministro de la Autoridad Palestina, Ahmed Qurei, fue un dirigente de segunda fila dentro de las estructuras del movimiento Al Fatah y de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Sin embargo, su participación en las negociaciones de Oslo le proyectó al primer plano de la política palestina. Sus gestiones en la capital noruega como miembro de un equipo que era dirigido desde Túnez por Yasir Arafat hicieron posible el histórico apretón de manos entre el presidente palestino y el asesinado primer ministro israelí Isaac Rabin.
Conocido popularmente por su sobrenombre de Abu Alá, Qurei nació en la localidad de Abu Dis, adyacente a Jerusalén, en 1937, en el seno de una familia pudiente. Esto le permitió ejercer como hombre de negocios y trabajar en la banca, hasta que en 1968 se afilió a Al Fatah, pasando así a dedicarse por completo a la causa nacional palestina. Dados sus conocimientos empresariales, la dirección del movimiento le asignó a su departamento de economía, donde desempeñó también el cargo de director general de inversiones en el extranjero de la OLP.
A principios de la década de los ochenta, el conglomerado empresarial y financiero de la organización -que entonces recibía cuantiosas ayudas de las monarquías del golfo Pérsico, de China y de la extinta Unión Soviética- pasó a ser uno de los principales empleadores en Líbano. Según las estadísticas, el entramado que gestionaba Qurei llegó a tener hasta 6.500 empleados a tiempo completo y a facturar unos 40 millones de euros anuales.
Posteriormente, acompañó a Arafat a su exilio tunecino, siendo elegido miembro del Comité Central de Al Fatah (su principal órgano ejecutivo) en 1989. Después de contribuir a lanzar el proceso de Oslo, retornó a los Territorios Palestinos a principios de 1994 junto al rais, para desempeñar la cartera de Economía y Comercio en el primer gabinete de la recién creada Autoridad Nacional Palestina (ANP). Poco después fue elegido diputado en las elecciones de 1996, los únicos comicios celebrados hasta la fecha. Esto le otorga una legitimidad democrática que quizá le faltaba a su predecesor, Abu Mazen. Al igual que éste, Qurei disfruta de un gran apoyo orgánico dentro de las tres instituciones, pero no de apoyo popular, dado que en la calle se le percibe como uno de los niños mimados de Arafat, además de como demasiado próximo a algunos dirigentes del Partido Laborista israelí.
Desde 1996, Qurei ha ejercido como portavoz del Consejo Legislativo (Parlamento interino de la ANP). Formó parte de todas las ternas de posibles sucesores de Arafat, lo que provocó un distanciamiento temporal del presidente, siempre celoso de todo aquel que pudiera hacerle sombra. Pero el estallido de la Intifada de Al Aqsa a finales de septiembre de ese año hizo que ambos volvieran a reconciliarse.
De carácter jovial y tolerante, Qurei ha sido interlocutor del Gobierno israelí en varios momentos a lo largo de estos casi tres años de enfrentamientos. Primero a principios de 2002, cuando elaboró un plan de paz junto al entonces ministro de Exteriores del Ejecutivo de unidad nacional, Simón Peres, al que se llamó el Plan Peres-Abu Alá. Después, a principios del 2003 con el actual primer ministro Ariel Sharon, con el que mantuvo dos reuniones secretas a principios de año, una de ellas junto a Abu Mazen. Esto le sitúa en una posición favorable de cara a retomar los contactos con Sharon, a pesar de las reticencias de algunos de sus ministros, entre los que destaca el de Defensa, Saúl Mofaz, quien, sin nombrarle directamente, aseguraba ante la comisión de Exteriores y Defensa de la Knesset que no tratará con ningún dirigente palestino que sea de la confianza de Arafat.
Este mismo argumento ha sido expuesto por el director de la Organización Sionista de América, Morton Klein, quien en una reciente carta dirigida a George W. Bush calificaba a Qurei de "marioneta de Arafat", y reclamaba al presidente que "tal como usted dijo en su discurso del 24 de junio, los palestinos deben elegir líderes que no estén comprometidos por el terrorismo". Paradójicamente, desde la calle palestina la apreciación es la contraria, pues se tiene la sensación de que es demasiado condescendiente con Israel. Además, penden contra él acusaciones de corrupción, dado que es propietario de una empresa que antes de la Intifada vendía cemento para la construcción de asentamientos.
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