La agencia espacial de Brasil atribuye el accidente mortal a la falta de fondos

A pesar de que el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó categóricamente, tras el trágico accidente espacial de Alcántara del pasado viernes, que el ambicioso programa brasileño va a seguir en pie, ayer mismo Luiz Bevilacqua, presidente de la Agencia Espacial Brasileña (AEB), dejó bien claro que con la actual escasez de recursos presupuestada "sería una temeridad que el Gobierno intente continuar en su propósito". Para Bevilacqua, pudo muy bien haber sido ésta la causa del accidente del cohete VLS-1, que causó 21 muertos.

El terrible accidente, cuyas causas no se han hecho públicas, supone el tercer fracaso consecutivo del programa Vehículo Lanzador de Satélites (VLS-1). Entre las 21 víctimas mortales figuran 13 ingenieros, que llevaban dedicados al proyecto más de 20 años. Según informó ayer el diario O Globo "el clima de perplejidad en la base de Alcántara aún predomina entre los técnicos". Y añadía: "Después de haber revisado las imágenes del cohete en el momento en el que el fuego comenzó y tras conversar con profesionales que trabajaron en el VLS-1, los responsables del proyecto aún no sabían decir lo que pudo haber ocurrido".

Sabotaje

Todo ello hizo correr la hipótesis del sabotaje, con la que el diario Jornal do Brasil abrió a toda página el domingo citando al brigada del Ejército del Aire Tiago da Silva Ribeiro, coordinador general de la operación del lanzamiento del VLS-1. El militar negó la posibilidad de un error del equipo que mandaba en las operaciones previas al lanzamiento del cohete, previsto para ayer.

Lo cierto es que, como el mismo presidente Lula afirmó al dar el pésame a las familias de las víctimas, "todo Brasil está de luto". Y lo está con sentimientos contrapuestos. Por una parte se trataba de uno de los proyectos tecnológicos más ambiciosos de Brasil, ya que según los especialistas, la Base de Alcántara tiene el potencial necesario para convertirse en uno de los mayores centros de lanzamiento de satélites del mundo, ya que se trata de la base más cercana al Ecuador, lo que permite a los cohetes alzar cargas mayores con menos combustible. Cuando se conoció el accidente de Alcántara, a última hora de la noche del viernes pasado, se estaba firmando un acuerdo con Ucrania, al prever que sería la base del lanzamiento de los cohetes Ciclone.

Por otro lado, el programa espacial brasileño fue una criatura de los militares de la dictadura lo que ha hecho que no siempre se viera con excesiva simpatía en los ambientes políticos. A ello hay que añadir que EE UU ya hace tiempo que quería lanzar sus cohetes desde Alcántara, proyecto que no cuajó porque se negaba a cualquier transferencia de tecnología, algo que el anterior Gobierno no aceptó.

El presupuesto para este año de la Agencia Espacial Brasileña es de 10 millones de euros y, según Bevilacqua, para que pueda seguir en pie necesitaría, por lo menos 40 millones de dólares. ¿Estará dispuesto el Gobierno de Lula a dedicar todo ese dinero al programa espacial, cuando se las ve y se las desea para aumentar para 2004 el presupuesto para el Programa Hambre Zero y para los demás programas sociales que desea privilegiar? Ésa es la incógnita.