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Columna
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Aire

Me desperté sobresaltado a las seis de la mañana. Una peste nauseabunda se colaba por las ventanas de la casa. Pensé que era la burbuja inmobiliaria, que se había reventado, liberando toda su purulencia maloliente. Pero resultó que no, que lo que olía así de mal era el vertedero que tenemos un poco más arriba de casa, a un kilómetro más o menos del Toyo, la lujosa urbanización que albergará en 2005 la villa olímpica de los Juegos Mediterráneos. Se suponía que las instalaciones del antiguo vertedero de Almería habían sido modernizadas, y que en vez de vertedero lo que teníamos ahora era una planta de tratamiento de residuos. Bien, pues huele igual. Imagino a los atletas despertándose temprano como yo, sobresaltados por la repugnante pestilencia del vertedero de Almería. Hala, a hacer estiramientos.

Eran las seis cuando resucité, como digo, al olor de las sardinas. Y como no soy atleta no hice estiramientos, sino que empecé a hojear una de esas publicaciones que vamos depositando sobre la mesita del salón con el firme propósito de leerlas más adelante, y que acaban formado parte del ecosistema de nuestro domicilio. Y lo del ecosistema está muy bien traído, porque aquella revista era "El eco del parque", el órgano de información y opinión de la Asociación de Amigos del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.

"'El eco del parque" es aparentemente una revista ecologista, elaborada por un activo grupo de personas de diversas procedencias geográficas y profesionales que tienen en común su residencia en Almería, su amor al Cabo de Gata y su preocupación por el creciente deterioro que sufre el parque. Un vistazo superficial al sumario y a las fotos que ilustran las colaboraciones nos reafirma en esa primera impresión. Sin embargo, si uno se despierta a las seis de mañana a causa del mal olor y encuentra por fin el tiempo necesario para leer los artículos, descubre que "El eco del parque" es en realidad una revista de terror. Hagan la prueba: www.cabodegata.net

La sección "El vigía del parque" contiene en el número de verano tres artículos a cuál más aterrador. El primero, "Urbanismo y desarrollo", describe una situación que pone los pelos de punta: violación sistemática de la ley por parte de los constructores, que ya habían conseguido multiplicar por cuatro la superficie urbanizable, y pasividad de las autoridades. Los dos artículos siguientes, "La incineración: un atentado contra los almerienses" y "No al tercer grupo de Endesa", convierten al anterior en un cuento de hadas. El primero es un análisis de las sustancias que se liberan en la quema de residuos agrícolas, que es la manera que tienen casi todos los agricultores almerienses de deshacerse no sólo de los tomates en mal estado, sino también de los envases de fitosanitarios y demás residuos tóxicos. El segundo es otro análisis del aire, el que respiran los vecinos de Carboneras cuando la chimenea de Endesa empieza a funcionar y la fábrica de cemento Holcim comienza a quemar sabe Dios qué para obtener combustible. ¿Alguien estaba buscando armas de destrucción masiva? Aquí están.

Aquella mañana, tras esta lectura, mi humilde vertedero me olió a gloria bendita.

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