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Francia acentúa la crisis en la zona euro con un retroceso económico del 0,3%

La negativa evolución del PIB puede llevar al Gobierno a rebajar su previsión de crecimiento

La realidad es tozuda y las sonrisas gubernamentales no han podido con las cifras: el producto interior bruto (PIB) francés ha retrocedido un 0,3% durante el segundo trimestre de 2003. De esta manera, Francia se une al grupo de países con crecimiento negativo dentro de la zona euro. No obstante, aún no llega a los niveles de la recesión -dos trimestres seguidos de retroceso- en los que sí han incurrido dos de las principales economías, Alemania e Italia. El cariz negativo de los datos puede llevar hoy al Gobierno galo a revisar a la baja el crecimiento previsto para todo el año.

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Hoy, tras el primer Consejo de Ministros una vez finalizado el veraneo, puede que Francis Mer, el titular de la cartera de Economía y Hacienda, acepte despedir una previsión anual de crecimiento del 1,3% y se avenga al 0,5% que anticipan los servicios de estudios de varios bancos. Un portavoz del ministerio argumentaba ayer: "Este segundo trimestre es excepcional y no puede estimarse como representativo de una tendencia". Según este portavoz, "la guerra en Irak, las huelgas en Francia y la recesión de varios de nuestros socios" explicarían lo que sólo debería ser una crisis pasajera.

Pero, digan lo que digan Mer y sus portavoces, todos los indicadores invitan al pesimismo: si el PIB retrocede o estanca, el paro no cesa de aumentar y son ya 60.000 personas más las que buscan empleo desde que empezó un año que se teme cerrar con un desempleo que ronde el 9,8%. Y, si el paro crece, es lógico que disminuya el consumo de los particulares, el que hasta hace seis meses sostenía en buena parte la economía francesa.

Por primera vez en años -en seis y medio, desde que el Gobierno del socialista Lionel Jospin puso en marcha la política voluntarista de la semana de 35 horas laborables-, ese consumo también ha entrado en números rojos ante un panorama social poco tranquilizador: récord de suspensiones de pagos, paro que crece muy deprisa y recorte de las pensiones de jubilación.

Más rebajas fiscales

El Gobierno, para intentar reactivar el consumo interno, promete una nueva reducción de la presión fiscal, "del 1% o más". Hasta ahora la estrategia diseñada por el presidente Jacques Chirac, que debería llevar a disminuir la presión un 30% en cinco años, no ha sido capaz de movilizar el ahorro. La tasa de ahorro gala, que en 2002 fue del 17,3%, la más alta de Europa, expresa la desconfianza de los ciudadanos respecto al futuro.

Para acabar de complicar el panorama, el comercio exterior, tradicionalmente positivo, dejó de serlo el mes de junio -saldo negativo de 90 millones de euros- y el primer semestre de 2003 ha marcado un retroceso importante -de un 68%- en comparación con el último de 2002.

La balanza comercial con Estados Unidos, observada con lupa, presenta para este primer semestre de 2003 un déficit de 103 millones, cuando seis meses antes era favorable a los franceses con un valor de 269 millones. Sin duda el contexto moroso del comercio mundial explica en parte el problema, pero la revalorización del euro también debe haber pesado lo suyo en la menor competitividad europea y, en el caso concreto de Francia, su enfrentamiento político con Estados Unidos a causa de Irak tampoco ha jugado a favor de la economía gala.

Francia parece, pues, próxima a ingresar en el club europeo de países en recesión, en la actualidad integrado por Alemania, Italia (cuyas economías descendieron un 0,1% en el segundo trimestre) y Holanda (donde se redujo un 0,3% en el primer trimestre). Y eso, unido a la voluntad de rebajar el impuesto sobre la renta, hace que el Estado ingrese menos dinero y que los déficit públicos se sitúen por encima del 3% que exige el Plan de Estabilidad y Crecimiento. El pasado mes de julio, Chirac reclamó "modalidades provisionales de flexibilidad" a la hora de aplicar ese 3%. El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pedro Solbes, insiste en que "el pacto ha de aplicarse sin modificación alguna", y el presidente de la Comisión, Romano Prodi, aunque no acepta que el acuerdo "sea suspendido", sí se declara favorable a una "interpretación flexible".

El déficit público galo puede rondar el 4% a finales de año, y la única arma de Bruselas para obligar a París y Berlín a respetar el compromiso colectivo es la aplicación de sanciones económicas que pueden alcanzar el 0,5% del PIB del país y que, sin duda, contribuirían a acentuar la recesión.

En cualquier caso, el margen de maniobra que tiene ante sí el Ejecutivo francés es mínimo, y son muchos los analistas que confían la fortuna de la actividad del país "a una reactivación de la actividad estadounidense capaz de animar la demanda y volver a poner en marcha la maquinaria económica. Los indicios están ahí, pero sus efectos no se notarán hasta finales de 2003 o principios de 2004".

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