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Columna
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Gelman

La revisión de la ley de punto final vuelve a poner en la picota a la casta militar responsable de El Proceso, u operación de exterminio de la izquierda argentina, empezando por los montoneros y los trotskistas. No sólo la tozudería del juez Garzón y de los familiares de los desaparecidos ha conseguido la estrategia justiciera del Gobierno de Kirchner, sino también la falta de respaldo civil a los militares, a diferencia de Chile y Uruguay. Esa falta de respaldo social se debe ante todo a que los matarifes perdieron la absurda guerra de anexión de las Malvinas, a la insistencia de madres y abuelas de desaparecidos y a que las revelaciones sobre los años de excepción ofrecen un espectáculo de crueldades inimaginables, superiores en cantidad y calidad a las cometidas por las otras dictaduras del Cono Sur.

En Página 12 de Buenos Aires, el poeta Juan Gelman volvía a reclamar las claridades que hagan posible encontrar a los culpables de la detención y muerte de su hijo y su nuera, así como de la desaparición de su nieta Macarena, no recuperada hasta 1999. El presidente uruguayo Batlle reveló que la nuera de Gelman fue asesinada y enterrada en Uruguay después de haber sido trasladada desde Argentina. Batlle incluso dijo el nombre del matarife de la madre y secuestrador de la niña, aunque ahora la cúpula política uruguaya practique una cierta ceremonia de la confusión y trate de devolver el asesinato y el enterramiento a los argentinos. Kirchner ha prometido a Gelman que se toma el asunto como una cuestión de Estado y cabe la posibilidad de que ese cadáver de una muchacha de 19 años, María Claudia, la nuera de Gelman, ya ocupe un espacio determinante en el horizonte de la memoria de aquella Solución Final. Si se sigue el rastro de la complicidad entre matarifes argentinos y uruguayos, no habrá otro remedio que revisar la situación de impunidad en la que han vivido los represores en Uruguay, respaldados en todo momento por la derecha política que los patrocinó. Bordaberry, el presidente que abrió las puertas a la limpieza militar en Uruguay, continuamente se muestra orgulloso de ello, ignorante de lo peligrosa que siempre ha sido la memoria de los poetas, sobre todo de los grandes poetas como Juan Gelman.

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