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LA POSGUERRA DE IRAK | La polémica de las armas

Altos funcionarios del espionaje británico no compartían las razones de Blair para atacar Irak

El juez Hutton inicia los interrogatorios para aclarar la muerte del experto en armamento

Altos funcionarios del Servicio de Información del Ministerio británico de Defensa expresaron serias dudas sobre el informe oficial en el que el primer ministro, Tony Blair, se escudó para justificar la guerra contra Irak. Así se desveló en la primera sesión oral de la investigación judicial, que comenzó ayer en Londres, sobre la muerte del especialista en armas de destrucción masiva David Kelly, biólogo y reconocido ayer como "el principal experto británico" en el arsenal de Irak. El juez encargado del caso, Brian Hutton, llamará hoy a declarar a dos periodistas de la BBC.

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El periodista de la BBC contrastó con fuentes oficiales que el informe sobre Irak fue alterado

La sesión inaugural de la investigación de lord Hutton no aportó datos sobre las causas del aparente suicidio de David Kelly, ocurrido el mes pasado. Ofreció, en cambio, una descripción detallada de la posición de altos cargos del Ministerio de Defensa respecto al polémico informe del pasado setiembre, origen de la crisis más grave a la que se enfrenta Blair en sus seis años de Gobierno.

Según se desprendió de las declaraciones en la sala 73 del Alto Tribunal de Justicia, Kelly no fue el único experto en airear recelos ante ciertos aspectos del informe sobre la capacidad bélica de Irak. Martin Howard, vicedirector de Información del Ministerio de Defensa, confesó ayer que dos altos funcionarios del servicio de espionaje elevaron sus dudas e inquietudes por el lenguaje utilizado en la redacción del informe. Se quejaron, dijo ante el juez, del tono, aunque no del contenido, de una serie de advertencias incluidas en el documento gubernamental elaborado inicialmente por los agentes secretos.

Dicho informe contiene la advertencia de que Irak podría lanzar un ataque con armas de destrucción masiva en 45 minutos, que según denunció el periodista de la BBC Andrew Gilligan se incluyó por presión de la oficina de Blair y, en particular, de su director de comunicación y estrategia, Alastair Campbell. Gilligan, que prestará declaración hoy, basó su reportaje en una conversación con Kelly mantenida un mes antes de su muerte.

Cambios en el informe

Ayer se confirmó también que los "45 minutos" partieron de una única fuente, que miembros del Gobierno identificaron con un científico iraquí. Sin embargo negaron cualquier responsabilidad de Campbell. "No creo que se produjera una transformación una semana antes de su publicación y, ciertamente, los cambios, como la referencia a los 45 minutos, nada tuvieron que ver con Downing Street. Se dieron porque los acababan de recoger los servicios de espionaje", declaró Julian Miller, alto funcionario en la Secretaría de Seguridad e Información del Gabinete de Blair.

Richard Hatfield, responsable de Kelly en el Ministerio de Defensa, reconoció que el experto contribuyó a la redacción del controvertido documento y calificó su acceso al personal y datos de los servicios secretos como "del más alto nivel". Echó así por tierra intentos anteriores de menospreciar la labor del científico o de presentarle ante los medios como un "fantasioso" que no sabía de lo que hablaba. Este último comentario despectivo, que emanó de Downing Street la semana pasada, forzó al viceprimer ministro John Prescott a disculparse ante la familia del científico en vísperas de su entierro y funeral.

Hablar con la prensa sobre aspectos técnicos armamentísticos era una de las funciones de Kelly aceptadas por Defensa. Pero, de acuerdo con Hatfield, el científico se excedió de sus competencias al conversar con Gilligan sobre el contenido del informe iraquí. "Parece que mantuvo dos encuentros con Gilligan, que tuvieron lugar fuera del recinto del Ministerio de Defensa y sin conocimiento de nadie. Fue más allá del ámbito de su discreción", dijo. Hatfield recordó igualmente que el contenido de ambas conversaciones es todavía objeto de disputa entre el Gobierno y la BBC. El propio Kelly declaró ante una comisión parlamentaria que no reconocía sus palabras en el reportaje de Gilligan.

Si algo quedó claro ayer es la reputación de Kelly como gran autoridad en armas de destrucción masiva. Su colega entre los inspectores de Naciones Unidas Terence Taylor, actual responsable del Instituto del Estudios Estratégicos, en Washington, le describió como su "mentor" que realizó en Irak "un trabajo muy notable en condiciones muy difíciles y duras". Taylor, quien visitó a Kelly en su residencia de Oxfordshire un mes antes de que se desatara el embrollo político y mediático que finalmente acabó con su vida, señaló que encontró a su amigo en un "estado mental normal". Semanas después, en conversación telefónica, Kelly llegó a hablarle a Taylor de un próximo viaje a Irak despejando quizá alguna duda sobre suicidio premeditado.

La primera fase de las comparecencias, dirigida a construir una cronología detallada de los sucesos en torno a la muerte de Kelly, continúa hoy y en sucesivas sesiones de cuatro jornadas semanales. En la segunda fase del proceso, el juez someterá a un cruce de interrogatorios a aquellos cuyos testimonios susciten dudas o den pie a posibles desmentidos por parte de terceros.

Un hombre protesta contra la guerra de Irak ante los juzgados donde se desarrollan las sesiones del <i>caso Kelly.</i>
Un hombre protesta contra la guerra de Irak ante los juzgados donde se desarrollan las sesiones del caso Kelly.AP

Malos tiempos para Tony Blair

Tony Blair se juega su credibilidad como primer ministro en la investigación judicial sobre las circunstancias de la muerte del experto en armas David Kelly. Antes de iniciarse ayer las comparecencias de altos funcionarios de su Gobierno, la opinión pública se declaraba más favorable a creer la versión de la BBC sobre la manipulación por el Gobierno de los informes de espionaje en torno a la capacidad bélica de Irak.

De acuerdo con un sondeo reciente, el 47% de los británicos desconfía del primer ministro, el 64% cree que su Gobierno ha perdido el control de la agenda política y el 68% tacha al Ejecutivo laborista de deshonesto.

Publicados en un diario antiblairista, los resultados apuntan a una ventaja de cuatro puntos del Partido Conservador sobre el Laborista. Es la primera vez en tres años que la formación del desprestigiado Iain Duncan Smith toma la delantera.

Mientras las armas de destrucción masiva sigan sin aparecer, el primer ministro perderá el pulso que su oficina lanzó a la BBC a raíz de un reportaje del corresponsal de Defensa, Andrew Gilligan. Blair parecía tenerlo en cuenta cuando, antes de partir de vacaciones a Barbados, justificó el enfrentamiento con el ente público como necesario para "corregir algo que es erróneo". Se refería a la denuncia de Gilligan, construida a partir de una conversación con Kelly, de que Downing Street había interferido en la redacción final del informe sobre Irak para "hacerlo más sexy".

Ambas partes se mantienen en sus posiciones. Gilligan y otros dos periodistas de la BBC que mantuvieron contactos con el desaparecido experto prestarán hoy declaración ante el juez Hutton.

El Gobierno, por su parte, abona el terreno a una eventual comparecencia de Blair anticipando la publicación, el mes próximo, de un nuevo informe sobre las armas iraquíes.

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