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El lento peregrinaje de Repsol en Bolivia

El millonario negocio de exportar el gas natural boliviano a EE UU atraviesa por dificultades

Lo que hace tres años era un negocio redondo de 5.000 millones de euros, se ha transformado en un dolor de cabeza para Repsol YPF y sus socios British Gas y Pan American. La inestabilidad política y económica de Bolivia, diferencias con el distribuidor del gas en EE UU, retrasos en la decisión del puerto por donde deberá desembarcar el combustible y cuatro nuevos competidores al acecho han puesto obstáculos al proyecto.

Ser el principal proveedor de gas natural de la costa de California y México, utilizando las inexploradas reservas de Bolivia, cifradas en un trillón de metros cúbicos, es un negocio ciertamente atractivo para cualquiera.

Dos años y medio después de aprobarse el proyecto, todavía no se conoce el puerto por donde desembarcará el gas al Océano Pacífico

Así lo entendió Repsol YPF, que utilizó su posición privilegiada en Latinoamérica para cerrar este contrato con el Gobierno boliviano en 2001. Dada la magnitud del proyecto, en agosto de este año nace el consorcio Pacific LNG junto a British Gas y Pan American. La compañía española pasó a controlar el 37,5% de la empresa que se hará cargo de la extracción y transporte del gas hasta EE UU.

Pero no es oro todo lo que reluce. La inversión de 5.000 millones de euros, en un mercado cautivo de 40 millones de habitantes y ganancias anuales estimadas en 194 millones de euros, no pasa por un buen momento.

El retraso de al menos un año en el comienzo -sólo han empezado los trabajos de exploración del yacimiento principal- ha intranquilizado al Gobierno estadounidense, que ha abierto la puerta a nuevos competidores. Esto, sumado a la creciente inestabilidad económica del país andino agravada por la amenaza de estallidos sociales, pone el proyecto cuesta arriba.

El principal problema es que Bolivia no tiene salida al mar y el proyecto se ha diseñado para licuar el gas extraído y llevarlo por el pacífico a EE UU. Por tanto, se debe buscar la salida en Chile o en Perú, países con los que existen rivalidades históricas.

Lo grave es que a dos años y medio de darse a conocer el proyecto y a menos de tres años del comienzo de la distribución en California, acordada para 2006, no se conoce el puerto por donde saldrá el gas al Pacífico. Los candidatos son tres: Mejillones y Patillos, en Chile, e Ilo, en Perú, localidades que han entrado en una fuerte pugna por captar una inversión directa de 2.234 millones de euros.

Todos los estudios técnicos realizados por Pacific LNG y por el Gobierno boliviano indican que la alternativa más conveniente es sacar el gas por Chile. Según Repsol YPF, el tendido por este país representa un ahorro de 460 millones de euros. Un estudio encargado por el Gobierno boliviano a la consultora Global Energy indica que hacer el gasoducto por Perú cuesta 262 millones de euros más. Por Chile, el valor total sería de 874 millones de euros.

Problemas históricos

Entonces, ¿por qué el retraso? La respuesta es el fuerte rechazo de la población boliviana a los chilenos. Odios históricos generados en la Guerra del Pacífico de 1879, en que Chile se hizo con el territorio boliviano que le daba salida al mar. La presión popular ha provocado decenas de protestas callejeras que presionan para que se opte por el puerto peruano. La última respuesta del Gobierno boliviano es que dará el nombre del puerto elegido una vez que concluya un proceso de consultas populares en todo el país que comenzará en octubre.

Pero este no es el único problema. El Gobierno estadounidense, mediante su embajador en Bolivia, David Greenlee, ha confirmado la existencia de proyectos originarios de Perú, Australia, Rusia y Alaska que podrían hacerse cargo del suministro a un menor precio y con más rapidez. La principal ventaja de estos competidores es la menor distancia que deben cubrir para llegar a California. Greenlee ha dicho a las autoridades bolivianas de manera categórica: "El primero que llegue ganará el mercado".

Otro de los elementos que juegan en contra del plan es la inestabilidad económica boliviana. En febrero, esta nación entró en el club de los "países-riesgo" según Standard & Poor's. En el mismo mes, el vicepresidente para temas de Explotación de Repsol YPF, Miguel Ángel Remón, señalaba que el proyecto estaba congelado porque Bolivia no pasaba por su mejor momento de estabilidad.

Un cuarto problema con que se enfrenta Pacific LNG es el acuerdo con las empresas que deben distribuir el gas en Estados Unidos. A comienzos de 2002, firmó un principio de acuerdo con Sempra Energy -la controladora de la distribución de gas en California-, pero éste no se ha confirmado con una firma definitiva que asegure la venta del combustible. Al día de hoy no existe un comprador directo del gas natural.

No obstante, con estas trabas el negocio sigue siendo muy positivo y rentable para Repsol YPF y sus socios. Según informes de organismos privados bolivianos, como CEDIB, Pacific LNG comprará el gas a un precio muy bajo (0,70 dólares por cada 28 metros cúbicos, mientras que el precio promedio es de dos a cuatro dólares). Además, Repsol YPF y el resto de las empresas petroleras en Bolivia se han beneficiado de la nueva ley de hidrocarburos, que baja los impuestos de extracción del 50% al 18% para nuevos yacimientos.

La venta de gas natural en Estados Unidos es un negocio con enorme potencial, gracias a la política norteamericana de buscar energías más confiables y limpias. Si bien la compañía no ha revelado las posibles ganancias que tendría, se estiman ingresos anuales de 194 millones de euros.

El Gobierno de Bolivia, que preside Gonzalo Sánchez de Losada, ve el proyecto del gas como un salvavidas para su complicada situación financiera, y prevé recaudar un mínimo de 265 millones anuales de euros en impuestos.

Repsol YPF es un actor de mucho peso en Chile, Perú, Argentina y Brasil. En Bolivia son dueños de Andina y Bloque Mamore, que reúnen el 30% del total de las reservas de gas boliviano. Sin duda, un gran conocedor del mercado.

Desde Campo Margarita hasta Baja California

La primera parte del plan consiste en la extracción de las reservas del Campo Margarita, ubicado cerca de la localidad de Tarija, al sureste de Bolivia. Este pozo es de propiedad de Pacific LNG y, según estiman las exploraciones, posee el 20% de las reservas de gas del país andino.

El segundo paso es la construcción de los gasoductos y los poliductos para transportar el gas hasta el Pacífico por un costo estimado de 900 millones de euros y a lo largo de 900 kilómetros, aproximadamente. Luego, en el puerto de salida elegido se debe construir la planta de licuefacción para exportar por vía marítima 30 millones de metros cúbicos diarios de gas natural.

Finalmente se debe construir una planta de regasificación al norte de la Ensenada de México en Baja California que tendrá una capacidad de despacho de 28,3 millones de metros cúbicos diarios. El gas se enviará al norte, hacia Baja California, y al suroeste de EE UU por un nuevo gasoducto de 65 kilómetros que unirá la terminal con tubos ya existentes en la zona.

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