Como un sembrado
Dos días antes de prestar declaración como imputado por cinco delitos relacionados con la corrupción, Jesús Gil anunció el miércoles que disolvía el GIL, partido (o lo que sea) creado a su imagen y semejanza para dar cobertura a su aventura política. Inhabilitado desde hace más de un un año y con su tropa dividida, la desaparición del GIL era cuestión de tiempo. Pero la aventura no ha sido inocua. Por donde ha pasado lo ha dejado todo como un sembrado; calcinado.
Hace cinco años el GIL obtuvo 87.000 votos y 93 concejalías en los 13 municipios de la Costa del Sol y ambas orillas del Estrecho en que presentó candidaturas. Pero, aunque recurrió a métodos como la compra de tránsfugas a la luz del día, no pudo evitar ser desplazado del poder, con la excepción importante de Marbella, con la consiguiente deserción de muchos de los suyos, que en vísperas de las últimas elecciones se acomodaron en las listas de otros partidos, especialmente el PP. Este partido se mantiene ahora a la expectativa. Aunque, según Gil, hubo contactos para que participase en la moción de censura contra el alcalde actual, no lo hizo, y ahora espera a que el día 13, fecha de la moción, se materialice la ruptura del grupo socialista y la probable de los andalucistas, cuyos ediles no acaban de decir si definitivamente se desligan de la operación. El PP espera seguramente recoger los restos del naufragio.
La situación que se plantea es en todo caso desastrosa para los vecinos, votaran o no al GIL. Si la moción no prospera, gobernará un alcalde, Julián Muñoz, imputado por los mismos delitos que su antecesor y en abierta minoría dentro del Consistorio; si prospera, lo hará una coalición de disidentes desautorizados por sus partidos y el sector del ex GIL que se mantiene fiel a su fundador, el cual ya dijo cuando le inhabilitaron que pensaba seguir gobernando desde su oficina particular como había venido haciéndolo hasta entonces. Y en ambos casos el Ayuntamiento tendrá que hacer frente a los efectos de años de actuaciones al margen de la legalidad.
Un síntoma del deterioro de la situación es que la fiscalía, que había archivado multitud de denuncias por irregularidades urbanísticas, ha abierto ahora diligencias contra Gil y su sucesor por las acusaciones que ambos se cruzaron en un programa rosa de televisión. Ayer los dos se retractaron ante la fiscalía y atribuyeron lo ocurrido (acusarse mutuamente de cohecho, tráfico de influencias, malversación, delito urbanístico y prevaricación) a "un calentón". Sin embargo, es en tales circunstancias cuando suelen decirse las verdades. La Constitución otorga una protección especial a los partidos, pero exige que "su estructura y funcionamiento sean democráticos". ¿Lo es un partido cuyos estatutos, según acaba de manifestar Gil, le dan a él todos los poderes? Muchos le rieron las gracias y quitaron importancia a sus actos furtivos.. Y de aquellos polvos, estos lodos.
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