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El hospital del Mar cita a una enferma para hacerle pruebas dentro de más de 14 meses

La paciente dice que para justificar la espera el centro alegó que había "una sola máquina"

Septiembre de 2004. Hasta entonces tendrá que esperar Rosa María González, de 52 años, para someterse a una densitometría ósea (prueba que mide el nivel de calcio en los huesos). El pasado 4 de julio, Rosa María, enferma de fibromialgia, culminó su peregrinación de centro en centro en el hospital del Mar. Previamente pasó por otros tres. Reumatólogos, neurólogos y psiquiatras intercambian su historial médico porque no existe una unidad que atienda en exclusiva esta dolencia. "Me dijeron que había largas listas de espera y una sola máquina", se queja.

El particular calvario de Rosa María comenzo con un diagnóstico: fibromialgia, una enfermedad que sufre entre el 1% y el 3% de la población, según la Sociedad Española de Reumatología. Era febrero de 2002. El escenario de partida, el hospital de Sant Pere Claver de Barcelona.

La dolencia afecta a musculatura, ligamentos y articulaciones, pero no es fácil detectarla, ya que no existen pistas físicas que la delaten. Es necesario someterse a multitud de pruebas con el fin de diagnosticarla por exclusión y de poder tratarla posteriormente.

El expediente médico de Rosa María ha cubierto por etapas una auténtica ruta clínica. Antes de ser citada a las 12.00 horas del 16 de septiembre de 2004, intentó en dos ocasiones acudir a su hospital de cabecera, el de Vall d'Hebron. "La primera vez me dijeron que las pruebas las tenía que pedir a través del reumatólogo, no de mi médico. La segunda, me mandaron a L'Esperança porque estaban hasta arriba", explica. Comenzaba su peregrinación. "Cuando me presenté en L'Esperança", añade, "tampoco me atendieron. La sección de la clínica que debía tratarme se había trasladado al hospital del Mar".

Los enfermos de fibromialgia necesitan una plena coordinación de los equipos que los tratan, según la Asociación Catalana de Afectados de Fibromialgia. "Psiquiatras, reumatólogos y neurólogos no se ponen de acuerdo, te mandan medicinas por separado y no tienen demasiado claro qué terapia seguir con nosotros", critica Montserrat Fàbregas, de la delegación en Barcelona. Ningún hospital en Cataluña cuenta con un equipo multidisciplinar que trate homogéneamente la fibromialgia. "¿Es un problema de interés, de presupuesto, de tiempo? No lo sé", añade Fàbregas.

Para los pacientes la situación es angustiosa. "Me han tratado como a una pelota que pasa de especialista a especialista y de hospital a hospital. No han sacado nada en claro, por no hablar del tiempo perdido y de la ansiedad que me provoca esta situación", denuncia Rosa María. El pasado martes, al conocer que sería atendida dentro de 14 meses, rellenó sin dudarlo una hoja de reclamaciones contra el Instituto Catalán de la Salud. "Si tardan más de un año en hacerme la primera prueba, ¿cuánto tendré que esperar hasta que me hagan la siguiente?".

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La enfermedad invisible

La Organización Mundial de la Salud añadió la fibromialgia a su lista de enfermedades a principios de la década de 1990. Las universidades ya la incluyen en sus planes de estudios. Son necesarias innumerables pruebas para detectarla y tratarla. Al consistir en dolores musculares y de las articulaciones, encontrar señales en el mapa corporal es difícil. En España hay 45 asociaciones específicas que propugnan un cierto trato de favor hacia los afectados.

"Sólo obtenemos descuentos en las tarjetas de transporte público. Los medicamentos nos cuestan lo mismo que a los demás", advierte Rosa María. "A veces me duele tanto todo el cuerpo que no consigo saber dónde estoy, no puedo subir las escaleras del metro ni tragar la comida", continúa. Las ayudas públicas son sólo un anhelo. La realidad golpea con sus inacabables listas de espera.

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