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GENERAL ALFREDO CARDONA | Jefe del batallón español desplegado en Irak

"Una cosa es que vengamos a ayudar y otra que toquen al contingente"

Ramón Lobo

El general Alfredo Cardona, de 52 años, jefe del batallón Plus Ultra en Diwaniya y Nayaf, la zona chií del sur de Irak, afirma en la primera entrevista que concede en aquel país que su misión tiene por objetivo "no dar la imagen de una fuerza de ocupación, sino de otra que viene a echar una mano". Cardona regresó ayer del cuartel general de la división multinacional en Babilonia, del que depende, tras cuatro días de reuniones para coordinar los futuros trabajos.

El general Alfredo Cardona minimiza la agresión sufrida por los polacos -de los que dependen las tropas españolas- en la localidad de Hilla, pero advierte: "Si nos atacan, responderemos con toda eficacia".

"No entro a valorar la guerra. Nuestra misión comienza ahora"
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Para este general español -que recibe a EL PAÍS en un barracón de paredes desconchadas y semivacío, sentado frente a una mesa verde de campaña-, el trabajo, que comenzará el 1 de septiembre, cuando estén plenamente operativos los 1.300 hombres y mujeres del contingente español, "debe de garantizar la seguridad ciudadana, el normal suministro de electricidad y agua para que puedan abrir las fábricas cerradas por falta de luz".

Sobre el ataque con granadas de mortero de 60 milímetros contra el cuartel en Hilla, próximo a Babilonia -el primero que sufre la división multinacional en la que se integran las tropas españolas-, Cardona dice: "No fue una acción específica contra los polacos. Lanzaron 11 granadas y cayeron cinco dentro sin causar heridos".

Sobre los blindados Centauro armados con un cañón de 105 milímetros, que serán enviados desde España para reforzar su batallón, dice: "Me he enterado por ustedes; no he pedido nada. Si tuviera alguna petición quizá no serían los Centauro".

Cardona se siente incómodo ante la pregunta de si están evitando las patrullas mixtas con los marines estadounidenses para que la población civil no les vea como un Ejército ocupante. "No existe problema alguno con los norteamericanos. Sólo que nuestro sistema de relevo es así, incluso entre unidades: un oficial irá de patrulla con ellos para ver qué se debe corregir, pero no es necesario enviar 40 hombres donde se necesitan 20".

El general tiene claro el límite de tolerancia en la seguridad: "Una cosa es que vengamos a ayudar y otra que me toquen a mi contingente. Si elementos incontrolados nos atacan aplicaremos las reglas de enfrentamiento y responderemos con toda la eficacia". Para Cardona esta misión se diferencia de las de Bosnia-Herzegovina, donde estuvo en 1992-93 y 1996-97, en que no es humanitaria, sino de estabilización de la paz. Preguntado por los problemas vividos estos meses en la ONU, responde: "No entro a valorar la guerra. Nuestra misión comienza ahora".

Otro militar español asegura que los soldados tienen la orden de llevar una bala en la recámara cuando salen del cuartel, pero que las patrullas en Diwaniya se realizarán evitando que las armas apunten a los civiles.

Alrededor, su estado mayor, que también estuvo en Babilonia, se mueve intercambiando nuevas: el coronel Gumersindo Veiga, el teniente coronel Gonzalo Sánchez Gamboa y el comandante Javier Serres estudian papeles y beben agua. En el cuartel general de la división han efectuado ejercicios tácticos junto a los polacos impuestos por los estadounidenses para comprobar cómo funciona la coordinación entre tropas de 14 países. Han trabajado en todas las situaciones posibles. Fuera del barracón de mando, los 109 hombres y mujeres de la unidad de apoyo del teniente coronel Jesús María Cirujano se afanan en medio de un calor de 47 grados en erigir un campamento donde sólo hay destrucción y polvo. Tienen dos meses para convertir ese desvencijado cuartel de las 10ª y 18ª divisiones del difunto Ejército de SadamHusein en un lugar habitable y seguro.

Son 501 los soldados españoles en Diwaniya. Dos tuvieron que repatriarse por problemas de salud (alergia al polvo e intolerancia al calor) y un tercero por asuntos familiares graves. A mediados de agosto estarán en la zona otros mil. Cirujano parece exultante: "Los americanos no creían que íbamos a cumplir el calendario". Los que van a retrasarse un par de semanas son los miembros del batallón latinoamericano, también al mando de Cardona, que se desplegarán en la provincia de Nayaf.

El equipo de apoyo, que en cuanto termine su trabajo regresará a España, ha levantado jaimas y tiendas de campaña con aire acondicionado para albergar a los nuevos. Anoche, hubo cortes de luz y mucha de esa tropa sacó sus literas al aire libre para beneficiarse de la brisa. Cada soldado dispone de siete litros de agua al día que, según el teniente coronel José Bellostas, se beben en su totalidad. El problema mayor sigue siendo el horario de las comidas. En la cantina, un marine se acerca con educación a Bellostas para advertirle de que allí no se puede fumar. Es territorio norteamericano. Ya funcionan la lavandería y las duchas, que son la envidia, pues superan en todo a las espartanas de los marines. El momento más delicado llega de noche, cuando alguna de las 34 mujeres del contingente español acude a lavarse. "Estos tíos se están poniendo las botas. Nos vigilan con visores nocturnos y diurnos. No nos quitan ojo", asegura desternillada Lourdes Eito, teniente jefe de transmisiones, en referencia a esos marines que llevan en la zona desde febrero y que si nada se tuerce regresarán a casa en septiembre.

Mandos del contigente español, ayer en Diwaniya. De izquierda a derecha, el teniente coronel Gonzalo Sánchez Gamboa, el general Alfredo Cardona, el comandante Javier Serres  y el coronel Gumersindo Veiga.
Mandos del contigente español, ayer en Diwaniya. De izquierda a derecha, el teniente coronel Gonzalo Sánchez Gamboa, el general Alfredo Cardona, el comandante Javier Serres y el coronel Gumersindo Veiga.GERVASIO SÁNCHEZ

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