Un atentado suicida contra un hospital militar ruso deja al menos 35 muertos en el Cáucaso
El centro sanitario atacado es el destino de los soldados de Moscú heridos en Chechenia
Al menos 35 personas murieron y más de trescientas resultaron heridas ayer en la ciudad de Mozdok, en la república caucásica rusa de Osetia del Norte, cuando un camión conducido a gran velocidad, presumiblemente por una terrorista suicida chechena, irrumpió en el territorio del hospital militar e hizo explosión, destruyendo parte de los pabellones. Un gran socavón y una montaña de ruinas humeantes, debajo de las cuales se encontraban un número indeterminado de cadáveres, fueron la macabra huella dejada por el último atentado terrorista en Rusia.
Tras sofocar el incendio, los equipos de salvamento, a los que se iban incorporando refuerzos llegados de diferentes partes del país, se preparaban para trabajar toda la noche.
El hospital militar de Mozdok es el más importante en su género en el Cáucaso del Norte y allí son evacuados los soldados rusos heridos en la república rebelde de Chechenia. El ataque de ayer se suma a la serie de actos terroristas cometidos por suicidas, que están sembrando la inseguridad más allá del Cáucaso. El 5 de junio, Mozdok, sede de la mayor base militar rusa en la zona, ya fue escenario de uno de estos atentados, cuando una mujer se autoinmoló en un autobús de servicio de la base áerea.
Por orden del presidente Vladímir Putin, el ministro de Defensa, Serguéi Ivanov, voló anoche hacia Mozdok y el ministro del Interior, Borís Grizlov, puso en estado de alerta a todos sus efectivos policiales. Simultáneamente, se reforzaban las medidas de seguridad en la capital de Rusia.
El suceso ocurrió poco antes de las siete de la tarde (dos horas menos en Madrid) y muchos de los detalles sobre lo ocurrido eran aún confusos tres horas después. El establecimiento hospitalario atacado tenía capacidad para 200 pacientes. El número de personas que se encontraban en el hospital en el momento de la explosión oscilaba entre 90 y 135, según diferentes fuentes administrativas y policiales. El número de heridos que tuvieron que ser internados a consecuencia del atentado oscilaba, según diversas fuentes entre 35 y 50, de los cuales cinco estaban muy graves. 35 cadáveres fueron sacados de las ruinas en llamas y otras cuatro personas habrían fallecido mientras eran evacuadas.
La potencia de la sustancia utilizada en el atentado, que dejó un socavón de 2,5 metros de profundidad y cinco metros de diámetro, fue equivalente a una tonelada de trinitrotrolueno. La onda explosiva pudo ser percibida en el radio de un kilómetro. Entrevistada por teléfono, la directora de la residencia de una fábrica de cortinas, situada a 300 metros del suceso, aseguraba que las puertas habían sido arrancadas de cuajo y los vidrios se habían hecho añicos.
Tres centenares de personas sufrieron heridas leves debido a las astillas, vidrios y otros objetos lanzados por la explosión, que arrasó varias tiendas de campaña médicas plantadas en las inmediaciones del hospital. La fiscalía del Estado ha iniciado dos procesos penales, uno por terrorismo y otro por asesinato, según la portavoz Natalia Vishniakova.
El atentado ha ocurrido tres días después de que el Kremlin declarara que la guerra de Chechenia ya no es una "operación contraterrorista", tal como se la ha denominado oficialmente hasta esta semana, sino que se trata de un asunto de "orden público". Para dar peso a esta nueva clasificación del conflicto, Moscú entregó el mando de las operaciones en Chechenia al viceministro del Interior, Yuri Máltsev.
El objetivo final del Kremlin es que los chechenos favorables a Rusia que dirigen la administración local se encarguen del orden público. Para el 5 de octubre están previstas las elecciones que han de legitimar unos nuevos órganos de poder basados en la Constitución (especie de estatuto de autonomía), que fue aprobada en referéndum en marzo. El candidato apoyado por el Kremlin es Ajmad Kadírov, el presidente en funciones.
Aslambek Aslajánov, un diputado de Chechenia en la Duma Estatal (Parlamento federal ruso) y otro de los posibles candidatos, pronosticó ayer que la violencia continuará mientras no se encuentre una solución pacífica para el conflicto. Aslajánov dijo que existen muchas fuerzas interesadas en desestabilizar la república en vísperas de las elecciones y se mostró preocupado por "la transformación en zombies" de muchas personas que han perdido familiares en la guerra.
Los representantes de Aslán Masjádov aseguraban ayer que el líder independentista no había dado orden de destruir el hospital militar de Mozdok. El conflicto checheno se ha mantenido latente con distintas fases de gravedad desde 1991, cuando el general Dzhojar Dudáiev declaró la independencia de la pequeña república del Cáucaso del Norte.
Vehículos y suicidas
Dos son los métodos utilizados por los separatistas chechenos en la creciente escalada terrorista que se ha extendido por el territorio de Rusia y que afecta tanto a militares como a civiles: los coches bomba y las mujeres suicidas.
El atentado de ayer en Moz-dok es el tercero en la serie de grandes ataques con vehículos bomba conducidos por suicidas en el último medio año. El más sangriento de todos ellos ocurrió a fines de diciembre pasado cuando un camión y un jeep cargados de dinamita lograron burlar todos los controles de la sede del Gobierno prorruso en Grozni y destruyeron el principal edificio administrativo de la capital chechena. En aquella ocasión perecieron 72 personas.
Las mujeres chechenas se distinguieron en el secuestro de rehenes en el teatro Dubrovka de Moscú el pasado diciembre. Formaban la mayoría del comando que perpetró el golpe que se saldó con 177 muertos. En julio, en el aeródromo de Túshino de Moscú, dos mujeres hicieron estallar sus cinturones cargados de explosivos y causaron la muerte de 20 personas en un festival de rock.
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