Yo no quiero salir en la foto
A los políticos les gusta muchísimo salir en las fotos. Hablando de festivales de cine, salvo error u omisión, sólo en los de Cannes, Toronto y San Sebastián no hay discursos oficiales. En los demás, Berlín y Venecia incluidos, intervienen ministros, alcaldes, consejeros y concejales que hablan y hablan de la importancia histórica del cine que ellos suelen definir pomposamente como el séptimo arte, del gran esfuerzo que todos han hecho para realizar un festival tan importante como el suyo, de la belleza de su ciudad, es decir, cuantos tópicos anidan en el obsoleto lenguaje político. Hace muchos años, Fraga Iribarne, como ministro de Información y Turismo, inauguró un festival de Valladolid proclamando sonoramente que quedaba clausurado "en nombre del Jefe del Estado" y hubo que hacer no sé cuántas filigranas para deshacer el equívoco, ya que era imposible celebrar un festival que había quedado clausurado el primer día en nombre del mismísimo Franco. Palabras, palabras...
Hay festivales de cine que andan revueltos estos días. El de Huelva ha vuelto a cambiar otra vez de director (el cuarto en seis años) a pesar de que su última edición tuvo la mejor programación en mucho tiempo. Porfirio Enríquez, director de fotografía, es ahora el nuevo responsable. Tiene tras de sí la experiencia de la Semana de Cine Iberoamericano del madrileño barrio de Villaverde, festejo que una concejala del PP no dudó en considerar de "gran repercusión internacional" cuando hace unas semanas lo presentó solemnemente a la prensa. En la Mostra de Valencia, que, aficionada a nombres ilustres, ha reemplazado al hijo de Berlanga por el de Vicente Escrivá, productor y director valenciano ya fallecido, no ha habido discursos de momento, aunque sí polémica entre ediles. Al día siguiente de que el nuevo director anunciara que se suprimirían los premios en metálico, un concejal le desautorizó, volviendo a dejar el reglamento tal como estaba.
"Las estrellas deben ser el cine y la ciudad de Huelva y no el afán de protagonismo de determinados políticos", ha declarado estos días una edil onubense. Otro edil, valenciano en este caso, ha culpado al PP de la mala gestión de la Mostra anterior, protestando de paso por la abusiva presencia de una representante de ese partido, que se ha convertido sin pudor alguno en la presentadora oficial de todas las ceremonias. Lo peor, sin embargo, no es que los políticos se empeñen en salir en las fotos sino su afán por entrometerse también en la gestión. Hace también algunos años, en el de San Sebastián existía un comité compuesto nada menos que por 23 personas que decidían lo que había que hacer, por encima del director. Y así les iba... En la Mostra valenciana hasta el arzobispo tiene, al parecer, voz y voto. Como el año pasado se proyectó un ciclo de películas "escandalosas", la mayoría ya vistas en las pantallas comerciales pero agrupadas bajo el genérico de "cine escándalo", han tenido que solicitar la bendición del arzobispo...
Cada cuatro años, los festivales españoles poco estables están sujetos a los cambios que determinen las elecciones. No es fácil que los expertos contratados puedan hacer una labor a largo plazo. Ejemplo de lo contrario es el festival de Toronto, marcado exclusivamente por criterios profesionales. Este año anuncia problemas por las secuelas de la neumonía atípica, circunstancia que parece está desanimando a muchos de sus visitantes y de la que está sacando tajada el Festival de Venecia, que se celebra aproximadamente en las mismas fechas. Venecia sí que es uno de los certámenes marcados por la participación de los políticos locales; de ahí que cambien de director cada dos por tres. ¿Por qué creerán que los festivales se hacen exclusivamente para que los políticos salgan en las fotos rodeados de artistas? ¡Ay, aquella Esperanza Aguirre intentando fingir un encuentro casual con el Antonio Banderas del Zorro! ¡Qué montajes!
Babelia
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