Convergencia regional

Las diferencias regionales que pone de manifiesto el Anuario Económico 2003 de La Caixa muestran todavía importantes desigualdades en la renta disponible entre las distintas comunidades autónomas españolas, aunque la brecha tiende a reducirse. Los ciudadanos de las autonomías más ricas, Navarra y País Vasco, disfrutan de una renta familiar que supera en un 60% a la de las más pobres, Extremadura, Murcia y Andalucía. Pero estas diferencias son inferiores a las de hace diez años. La distancia entre regiones ricas y pobres no ha dejado de acortarse durante los últimos 20 años.

Esta tendencia ha sido detectada también por el Instituto Nacional de Estadística (INE), aunque este organismo refleja unas mayores disparidades de riqueza de PIB per cápita en términos de paridad de poder adquisitivo. El de los madrileños es del 112% respecto a la media europea y más del doble de los extremeños, 54%. Los estudios de la fundación de las cajas de ahorro confirman que el PIB por habitante en relación a la media europea ha pasado del 80,2% en 1995 al 87,8% en 2002. Los fondos europeos, que pronto se reducirán, han tenido sin duda un papel relevante en esta reducción, que ha alcanzado también a las regiones entre sí.

El modelo de organización territorial español resulta más eficiente para reducir desigualdades que el de países centralizados como Francia, donde las medidas de descentralización aplicadas no han evitado el incesante aumento de las desigualdades, especialmente con la región de París. Ahora bien, estos datos no deben ocultar el grave problema que en materia de infraestructuras tiene España. El tirón de la economía privada de algunas comunidades como Valencia y Cataluña se está encontrando con un verdadero cuello de botella por falta de equipamientos públicos. La reducción de desigualdades sólo avanzará si los poderes públicos saben invertir en el buen funcionamiento de las regiones que hacen de motor de la economía española.