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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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Otra vez los cómicos

Se nos ha ido la gran Katharine Hepburn, tan grande que hasta a George Bush le han hecho que dijera unas palabras: "Permanecerá como uno de los tesoros artísticos de nuestro país", ha declarado finalmente. Por esta vez será cierto lo que ha dicho el presidente del mundo, al menos para quienes seguimos vivos; respecto a próximas generaciones, quién sabe... Llevaba ya tiempo retirada la Hepburn, pero como a los artistas les resucita periodísticamente la muerte, todos los medios le han dedicado ahora sus mejores lágrimas. Y el próximo festival de Venecia le rendirá un homenaje, ya que la actriz rodó en cierta ocasión una película en esa ciudad.

Hay quienes han dictaminado que el de la Hepburn ha sido el adiós del último icono de la época dorada del cine de los treinta y cuarenta. "Ya no nos queda nadie", es el lamento, hasta que los periódicos nos saquen de nuestras nostalgias recordando a otros supervivientes. Algunos de sus nombres han sido citados estos días, en el inventario que aún se hace de aquel imaginario fascinante del cine clásico: Richard Widmark, que superado su complejo de sordo ha vuelto a aparecer en público; Kirk Douglas, a quien no le trató bien su cirujano estético, tan incompetente como el que operó a Cantinflas y a Maria Félix hasta conseguir que acabaran pareciéndose; la Olivia de Havilland del legendario Lo que el viento se llevó; Imperio Argentina, maltratada ahora en su vejez; Raquel Rodrigo, la hermosa Susana de La verbena de la Paloma; Conchita Montenegro, la que triunfó en Joinville, Hollywood, París y España. ¿Anda por ahí Antoñita Colomé, protagonista de la divertida El negro que tenía el alma blanca?... Me detengo, es un recuento bobo.

El momentáneo o absoluto olvido de los otrora famosos no es universal, sin embargo: en EE UU han festejado recientemente como acontecimiento nacional el centenario del aún viviente y rico Bob Hope, y en Argentina el de la catita Nini Marshall como si ella aún viviera. No ocurre siempre así ni en todas partes. Aún impresionan las últimas páginas de las memorias de la bellísima Hedy Lamarr (baste evocar su esplendor en Sansón y Dalila), cuando decía no quejarse de su suerte, puesto que aún podía comer caliente un par de veces a la semana. Y permanece la admiración por aquella recia Lola Gaos que no dio su brazo ideológico a torcer, y así le fue...

En España, desde hace 11 años, se está pretendiendo paliar la parte más negra de esta ingratitud con la creación de La Casa del Actor, proyecto que debía estar ya concluido si los olvidos oficiales no fueran tan pertinaces. Son los propios actores quienes están intentando llevarlo a cabo como sea. Hasta están dando clases particulares para obtener fondos, pero no a futuros actores, sino a ejecutivos que no han resultado tan seductoramente agresivos como requieren sus patrones, y que recurren al aprendizaje de las viejas tretas de los cómicos para mejorar sus negocios. Drama for business, nada menos, han titulado el cursillo. El arte de Talía, pues, al servicio del mercado moderno. ¿De dónde, si no, van a sacar la pasta los pobres cómicos? Vendiendo sus singulares secretos, organizando cenas benéficas... Granito a granito.

En una de esas cenas, el mismo día en que moría la Hepburn, La Casa del Actor otorgaba un premio a la magnífica Julia Gutiérrez Caba, recientemente recuperada para el cine en películas de Mario Camus y José Luis Garci, lo que no reivindica todo lo merecidamente justo para esta actriz excepcional. Como si tuviéramos muchas como ella... Es decir, que los actores -¡qué añito llevan!- están intentando sacarse las castañas del fuego con su propio esfuerzo. También en Broadway toman la iniciativa: ellos fueron los que apagaron por un rato las luces de los teatros en recuerdo tanto de la insigne Hepburn como de una época dorada que hace muchos años que acabó.

Y tanto. En Madrid, cerca de la plaza de Santa Ana, se erguía un ciprés que según la leyenda se alimentaba de los cómicos sepultados en aquel terreno, desde aquellos tiempos en que estaba prohibido enterrarles en sagrado. Pues también lo han talado. Se nos van yendo los símbolos.

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