La izquierda ofrece una tregua a Berlusconi durante la presidencia de turno de la UE
'Il Cavaliere' culpa a la oposición de inspirar las críticas de la prensa europea
Los líderes de la coalición de centro-izquierda El Olivo no quieren que en Italia "corra la sangre" en la arena política mientras el Gobierno de Roma preside la UE. A partir de hoy y hasta el 31 de diciembre, la oposición ofrece al Ejecutivo de Silvio Berlusconi una "tregua", un pacto de no beligerancia, sobre todo en temas de justicia, para evitar que la presidencia italiana se vea arrastrada por estas polémicas. Por generosa que pudiera parecer, la oferta ha obtenido una fría acogida, mientras Berlusconi lanzaba ayer nuevos ataques a la prensa y a la magistratura, "dominada por los comunistas".
El dilema era éste: ¿qué actitud tomar durante el semestre de presidencia italiana: mantener los enfrentamientos sobre el laudo Maccanico (la ley que devuelve la inmunidad a cinco altos cargos de Italia, entre ellos el jefe del Ejecutivo), que ha librado a Berlusconi de los jueces, o archivar el contencioso hasta enero de 2004? ¿Aprovechar cualquier dificultad de Il Cavaliere en Bruselas para hundir hasta el fondo la daga de la crítica o minimizar el asunto en aras de una nueva fraternidad patriótica? Al final, El Olivo en pleno había optado por la no beligerancia, y no sólo por motivos altruistas, sino porque Berlusconi tendrá que cohabitar estos seis meses en Bruselas con otro italiano, Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, ex líder del Olivo y probable próximo adversario político de Il Cavaliere en Italia.
La oferta de una "tregua" interna fue formalizada el domingo por Piero Fassino, líder de los Demócratas de Izquierda (ex PCI), principal partido del Olivo, en una entrevista publicada por Il Corriere della Sera. Fassino criticaba la falta de sensibilidad europea de algunos de los ministros de Berlusconi, pero dejaba claro que la presidencia de turno de la UE implica la imagen de Italia, y no sólo la del Ejecutivo. De ahí su buena disposición y su promesa de ejercer un control riguroso sobre el trabajo político del Gobierno, ajeno a todo partidismo. En realidad, Fassino respondía a la petición hecha el jueves por el propio primer ministro cuando en el Parlamento, explicando las prioridades de la presidencia italiana, había pedido a la oposición que le juzgara por los hechos, sin prejuicios de parte.
Todos los líderes del Olivo, con la sola excepción de dos pequeños partidos (los comunistas y los Verdes), apoyaron ayer la línea de Fassino. Y no sólo eso, en señal de distensión, tanto el líder de la Margarita (minicoalición centrista), Francesco Rutelli, como el ex primer ministro Massimo D'Alema se distanciaron públicamente de la iniciativa patrocinada por el ex magistrado Antonio Di Pietro, que está dispuesto a organizar un referéndum contra la ley de inmunidad. D'Alema dijo a una emisora de la RAI que la ley es un "apaño chapucero", pero plantear una consulta popular sobre ella sería algo así "como seguir el programa de Berlusconi".
Nada de esto ha impresionado a Il Cavaliere, profundamente herido por las críticas que le ha dirigido estos días la prensa extranjera -ampliamente recogidas por la italiana-. Ayer mismo utilizó la emisora francesa Europe1 para lanzar nuevos ataques contra los periódicos "italianos de izquierdas", a los que responsabilizó de propagar la visión "prejuiciosa" que tienen de él los medios europeos. También tuvo palabras para los jueces: "Son lo peor", dijo. Quien le acusa de pretender impunidad no sabe que son los jueces comunistas los que actúan con total impunidad, vino a decir. Y en cuanto al control de los medios de comunicación italianos, el primer ministro se defendió asegurando que, lejos de controlar la televisión pública (las tres cadenas de la RAI) y la suya propia (tres cadenas de Mediaset), no controla ninguna. "El 75% de los periodistas de las cadenas públicas son de izquierdas, la primera y la segunda dan una información equilibrada, la tercera está totalmente en manos de la oposición y ataca al Gobierno". En cuanto a los periodistas de Mediaset, rebatió una vez más, "son independientes".
El inicio de la presidencia ha provocado gran revuelo en la prensa internacional. Los grandes semanarios y diarios del continente han vuelto a subrayar la anomalía que representa el gran magnate a punto de tomar las riendas de la UE. La revista alemana Der Spiegel ha llegado a ilustrar su último número con una fotografía de Berlusconi llamándole "El Padrino". Algo que el primer ministro italiano seguramente se temía, después de la experiencia traumática de la campaña de las elecciones de 2001, pero que no esperaba ver "recuperado" por los diarios nacionales.
Un trago amargo para Berlusconi, que no ha logrado tampoco pacificar del todo a los levantiscos socios de la coalición que preside. Después de haber hecho enormes esfuerzos de comprensión con el líder de la Liga Norte, el ministro para las Reformas, Umberto Bossi, se enfrenta ahora a la rebeldía de Gianfranco Fini, líder de Alianza Nacional. Fini, harto de ser un vicepresidente más bien honorífico, ha amenazado con la posibilidad de "volver a dirigir el partido" si no se le permite supervisar de alguna forma la política económica, en manos del máximo gurú del Ejecutivo, Giulio Tremonti.
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