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Reportaje:

Europa mide sus fuerzas

La misión de las Fuerzas de Reacción Rápida de la UE en Congo probará la capacidad europea fuera del paraguas de EE UU

Ramón Lobo

La misión: pacificar Bunia y salvaguardar la vida de los civiles que habitan en la capital de Ituri, al noreste de la República Democrática de Congo. Operación Artemisa, la primera que realiza la Fuerza de Despliegue Rápido (FDR) de la Unión Europea fuera del continente, es una prueba de la capacidad europea sin el paraguas estadounidense y vital para Francia, su principal contribuyente en tropas, que trata de recuperar crédito tras el choque diplomático con Washington en los prolegómenos de la invasión de Irak.

¿Marketing político o existe un interés real por solucionar un conflicto que en la región de los Grandes Lagos ha costado más de tres millones de vidas? Son 1.500 soldados -casi la mitad, fuerzas francesas- al mando del general Jean Paul Thonier. La avanzadilla aterrizó en Bunia el 7 de junio, el día en que la milicia lendu lanzó un ataque sobre la ciudad. Operación Artemisa es la respuesta de la UE a la petición del secretario general de la ONU, Kofi Annan, avalada después por la resolución 1.484 del Consejo de Seguridad. El mandato de la FDR concluye el 1 de septiembre, pero habrá consumido seis semanas en desplegar todos sus efectivos en el teatro de operaciones. Achacan la lentitud, contradictoria con su nombre, a las reducidas dimensiones de la pista de aterrizaje del aeródromo de Bunia.

Probable prórroga

"Es inimaginable que ese esfuerzo logístico y los gastos que comporta sean para 45 días reales", dice una fuente militar de la Misión de Naciones Unidas en Congo (Monuc). "Es probable que se amplíe hasta diciembre". El portavoz de la FDR, coronel Gerard Dubois, admite esta posibilidad, pero con otro plazo: "No habrá problema si hay que quedarse 15 días más".

El mandato de la FDR se rige por el capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas. Tienen la autorización legal para emplear la fuerza e imponer su cometido a las partes beligerantes. La Monuc, que en Bunia dispone de 700 cascos azules uruguayos, se rige por el capítulo VI, más limitado, destinado a una misión de verificación del alto el fuego, ahora inexistente.

"El objetivo es que la FDR sirva de puente entre el actual mandato de la Monuc, superado por los acontecimientos en Ituri, y uno nuevo, más realista

[bajo el capítulo VII como propugnan Francia y Alemania, entre otros], con tropas suficientes y armamento adecuado", afirma una fuente de la ONU que exige el anonimato. El miércoles, el Consejo prolongó el mandato un mes sin cambios. En julio se realizará una evaluación para discutir si se modifica. España, cuya ministra de Exteriores, Ana Palacio, está preocupada, al parecer, por Congo, presidirá el Consejo cuando se tome esa decisión final.

"La situación es compleja", explica la fuente de la ONU, "hay países como EE UU que rechazan invertir en un proceso de paz que no existe y optan por que se mantenga el mandato. Su argumento es: primero, un acuerdo entre las milicias, y después, apoyo de la ONU; otros, piden un marco legal reforzado para arrancar el proceso. Su argumento es: preparemos las condiciones para que puedan dialogar".

Un batallón de Bangladesh, de 700 hombres, reemplazará en septiembre a los cascos azules uruguayos. Los primeros bengalíes llegarán a mediados de julio para organizar el relevo. La fuente de la ONU considera que un batallón es insuficiente. "Necesitamos en Ituri una brigada ". De aprobarse en julio, no estarían operativos hasta noviembre.

"Si la FDR se va en septiembre y no se ha aprobado un refuerzo de la misión de la Monuc, regresaremos de inmediato a la situación anterior, volverán las matanzas y toda la operación europea habrá sido un fracaso", dice la fuente militar. Los soldados urugua-yos se sienten frustrados por lo vivido en Bunia en mayo. "Hemos visto cómo mataban a la gente en la calle y no podíamos hacer nada, porque nadie nos daba la orden de actuar", dice uno de ellos.

La misión de la FDR se limita a Bunia y al aeropuerto. Lo que sucede fuera del perímetro de la capital de Ituri no es parte de su trabajo, pero el coronel Dubois aseguró ayer, por primera vez, que la fuerza "se reserva el derecho de actuar fuera del perímetro de la ciudad". Cada vez dan más pasos en dirección a la pacificación de Bunia según van llegando más tropas y conocen mejor el terreno. El siguiente podría ser la confiscación de Radio Candip, que la milicia hema Unión Patriótica Congoleña utiliza como instrumento de agitación contra la FDR. La Monuc, maniatada por un mandato avaro y por las desavenencias en el Consejo, carece de medios militares y humanos.

De los 250.000 habitantes que tenía Bunia antes del 6 de mayo, apenas quedan 100.000. Unos 75.000 se cobijaron en campamentos cerca de la Monuc y en Beni, ciudad a unos 160 kilómetros al sur de Bunia. Pero faltan 50.000 que no llegaron a ninguna parte, según denuncia la ONG Médicos Sin Fronteras. Su suerte y la de los otros seis millones de habitantes de Ituri no es el trabajo de nadie. De momento.

Un soldado francés vigila a varios pistoleros tras confiscarles sus armas ayer en Bunia.
Un soldado francés vigila a varios pistoleros tras confiscarles sus armas ayer en Bunia.REUTERS

El rastreo de las fosas comunes

La salida de la ciudad de la Unión Patriótica Congoleña (UPC), la milicia hema, facilitará la labor de la oficina de derechos humanos de la Misión de Naciones Unidas para Congo (Monuc), que podrá moverse con seguridad y tratar de descubrir el número exacto de fosas comunes en Bunia. Hace unos días, el jefe de seguridad civil de la UPC, coronel Etienne, prohibió a los periodistas visitar un enterramiento, al sur, cerca de un depósito con 34 cuerpos pútridos.

La nueva fosa está cubierta de tierra. Nadie sabe cuántos cadáveres contiene. "Su versión es que son de muertos de los combates del 7 de mayo. En el caso de la primera fosa puede ser cierto; en la otra, no. Creemos que son de hace dos semanas", dice Louis Marie Bouaké, responsable de la Monuc para los derechos humanos. Aunque la milicia hema controlaba el barrio cuando se produjo la segunda matanza, Bouaké dice: "No puedo afirmar que sean los responsables".

En su oficina trabajan dos personas. Sorprende esa falta de medios cuando se ha denunciado la existencia de numerosas fosas en la ciudad. Al este de Bunia, en una aldea de adobe minúscula llamada Kanda, está una de ellas. Es reciente. Bero nos conduce hasta ella a través de una senda. "Están enterrados cinco hombres y una mujer. Los secuestró la UPC y aparecieron muertos en este lugar. Los enterró la Cruz Roja". Bero perdió su casa, pues se la quemaron los milicianos, y trabaja con otros vecinos en un cementerio de muertos recientes cerca de Kanda. "Ésta es una zona donde se sucedían los secuestros. La UPC tenía un campamento y por la noche salían de él y se llevaban a la gente". ¿Han venido los cascos azules o los franceses? "No los he visto nunca".

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