Castro llama a Aznar "payaso" y "cobarde" e insinúa que no le importa que rompa relaciones
Masiva manifestación ante las embajadas de España e Italia contra las sanciones de la UE
Fidel Castro no escatimó ayer insultos ni epítetos para referirse al presidente del Gobierno español, José María Aznar. Le llamó fascista, bandido, payaso, nazi, cobarde, aznarito y "fhürercito del bigotico". Luego, consciente de lo que decía, dejó la puerta abierta a la ruptura de relaciones diplomáticas si así lo decide España. El líder comunista cubano compareció en televisión para acusar a Aznar de arrastrar a la Unión Europea a una política anticubana, al gusto de Washington, y de ser el responsable principal de las sanciones recientemente aprobadas por los Quince contra el país caribeño.
Horas después, Castro encabezó una gigantesca manifestación ante la Embajada de España en La Habana, en la que se escucharon consignas como "Aznar, marioneta, a Cuba se respeta" y "España, España, Aznar es una araña".
Las bestias negras de La Habana son ahora Aznar y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, cuyo Gobierno suspendió el mes pasado los programas de cooperación, valorados en 40 millones de euros. Las sedes diplomáticas de ambos países fueron escenario ayer de sendas manifestaciones masivas.
Castró encabezó la de la embajada española y su hermano Raúl, ministro de las Fuerzas Armadas, la de la cancillería italiana. Las autoridades dieron el día libre en centros de trabajo y escuelas y fueron movilizados cientos de camiones y autobuses para transportar a los manifestantes.
Los diplomáticos españoles se reunieron temprano en la embajada y el Centro Cultural Español y desde allí aguantaron el chaparrón. Probablemente, pudieron ver desde sus atalayas a un niño vestido de pionero que, desde un estrado colocado frente a la misión diplomática, lanzó un "¡Viva el pueblo español!" y, acto seguido, pisoteó un cartel que representaba a Aznar con una esvástica nazi en la mano.
La intervención de Castro en televisión, la noche del miércoles (madrugada de ayer en España), fue explosiva. Consideró a Aznar "autor intelectual" del endurecimiento de la política de la UE hacia Cuba y dijo que "a pesar de que le insultábamos todos los días, hasta Franco fue más inteligente que el führercito del bigotico y resistió las presiones de EE UU".
Luego anunció que convertirá el Centro Cultural Español de La Habana en una institución nacional, bajo el nombre de Federico García Lorca, en homenaje al poeta "fusilado por los antecesores del caballerito"; y que levantará frente a la embajada española tres estatuas, a Lorca, a Antonio Machado y al periodista cubano Pablo de la Torriente Brau, muerto combatiendo con las Brigadas Internacionales durante la guerra civil. Si a la embajada le molesta, puede mudarse o marcharse. Si decide esto último, agregó, tampoco pasaría nada. "Como si esta revolución se fuera a acabar" por eso, bromeó.
El presidente cubano analizó las sanciones adoptadas por la Unión Europea tras el encarcelamiento de 75 disidentes y el fusilamiento de tres secuestradores de una lancha de pasajeros. De la primera, la de limitar las visitas gubernamentales de alto nivel a la isla, opinó que será un "alivio".
La segunda medida -reducir la participación de los Estados de la UE en manifestaciones culturales en la isla- la comparó con la "quema de libros por los nazis" en la Alemania de los años 30. En cuanto a la revisión de la posición común de los Quince, que obliga a condicionar las relaciones a los avances en materia de derechos humanos y a sostener "contacto permanente" y de alto nivel con los disidentes a través de las embajadas en La Habana, Castro se preguntó: "¿Qué pueden hacer? ¿Endurecer la posición? ¿Sumarse al bloqueo yanqui?".
Consideró una "injerencia" descarada la relación de las embajadas con disidentes políticos, similar a la que supondría en España que una legación extranjera decidiera reunirse con miembros de la disuelta Batasuna y les diese ayuda financiera.
El líder comunista se reservó para el final el comentario sobre la tercera sanción, que consiste en invitar a los disidentes a las ceremonias organizadas con ocasión de la fiesta nacional en cada embajada. Los funcionarios cubanos boicotearán las embajadas que reciban a disidentes y sus diplomáticos no serán convocados a ningún acto oficial.
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