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62ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID

El encuentro del cineasta Almodóvar con sus lectores

Rocío García

Durante un par de horas, ayer por la tarde, Pedro Almódovar fue un escritor más. El cineasta se encontró con sus lectores en la Feria del Libro de Madrid firmando el guión de Hable con ella, por el que obtuvo el Oscar al mejor guión en Hollywood. Fue la gran atracción de la tarde. Media hora antes de su llegada, ya había formada una cola de unas 50 personas que esperaban al realizador. Cuando apareció, informal y más delgado, en la caseta de la librería Ocho y medio fue recibido con un cálido aplauso. Fue la primera sorpresa. La segunda fue que no paró de firmar el guión a decenas de admiradores que le felicitaban y le pedían besos. "El miedo a una cola vacía es el mismo que a una sala vacía", reconocía luego más tranquilo Almodóvar. "Me da vergüenza estar aquí, me siento un intruso", aseguraba el realizador manchego. No era la primera vez que Almodóvar acudía a la Feria del Libro. Ya lo hizo en 1991 con una obra narrativa, Patty Diphusa. Pero lo de ayer fue distinto. Gente de todas las edades, chavales de 13 y 14 años, todos querían ver al cineasta. "Te adoro", le dijo una argentina. "¿Le puedo pedir un beso?", le dijo otra señora. "He visto tres veces tu película", le confesó Roberto, un quinceañero.

"No me siento escritor y cuando digo escritor me refiero a gran novelista. No tengo talento para la gran novela que es el sueño de mi vida, pero lo intentaré, me tengo que dar prisa, pero lo intentaré", aseguraba Almodóvar, después de recibir la visita del escritor Javier Marías, que se dirigía a firmar en la caseta de al lado. Los piropos fueron mutuos. Marías le felicitó por su éxito. Almodóvar le dijo: "Uno no es escritor aunque escriba libros, sobre todo comparándome contigo. Tu opinión me inspira".

En quince días Almodóvar comenzará en Madrid el rodaje de su próxima película, La mala educación. Casualmente, dos de sus protagonistas, los actores mexicanos Gael García Bernal y Daniel Giménez Cacho, pasaron ayer por la caseta donde el director firmaba. Ambos se mostraron orgullosos de trabajar con él. Giménez Cacho, que hace de un cura que se enamora de un niño de diez años, le definió: "Es un tipazo, divertido, brillante, generoso". Almodóvar confesó que se enfrenta a su película con la misma incertidumbre que en las anteriores. "Es como entrar en una selva en la que yo sé lo que estoy dispuesto a dar pero no lo que voy a conseguir". El director tiene la sensación de que La mala educación es una película difícil. "Todos los papeles, excepto el que hace Javier Cámara, tienen que caracterizarse y eso lo hace más duro. Las incógnitas son mayores, aunque cuento con actores de gran talento". Lo decía en el interior de la caseta. Fuera no había incógnitas, sino una larga cola en busca de un talento.

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