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La productividad de la economía valenciana está por debajo de la española y crece menos

Jaime Caruana invita a los empresarios a invertir en nuevas tecnologías para crear valor

La aportación de cada trabajador valenciano a la generación de riqueza del conjunto de la Comunidad Valenciana está por debajo de la media española desde hace años. Y la brecha se acrecienta desde 1995. La necesidad de modernizar los procesos productivos para generar lo que los técnicos denominan valor añadido es una apelación constante desde las tribunas más diversas porque sectores de la tradicional industria manufacturera valenciana corren grave riesgo. Pero la evolución de la productividad entre 1995 y 2001 revela que el problema se acentúa.

La liberalización del comercio internacional y la posibilidad desplazar la fabricación de productos que requieren mucha mano de obra en su elaboración pesan como una losa sobre varios sectores de la industria manufacturera valenciana. Las inversiones empresariales para mejorar la productividad se hace más y más necesarias, como reiteró Jaime Caruana, gobernador del Banco de España, en una breve visita a Valencia la pasada semana.

La productividad aparente resulta de dividir el volumen de riqueza generado por todos los valencianos entre el número de trabajadores. Es sólo un indicador. Pero la evolución de los datos entre 1995 y 2001 revela que la aportación a la riqueza colectiva de cada valenciano en 2001 era comparable a la media española de 1996. Y que la distancia entre la productividad de los valencianos y el resto de españoles crece año tras año. La población ocupada crece más en la Comunidad Valenciana que en España, pero el empleo poco cualificado no mejora la productividad.

El gobernador del Banco de España puso sobre la mesa en Valencia la importancia del caso: "La productividad es importante porque mejora la capacidad de crecimiento de una economía; facilita la forma en que los costes laborales se transmiten a los precios, es decir, es menos inflacionista; y determina la evolución de los salarios reales y, por tanto, el nivel de vida y bienestar de toda la sociedad".

Caruana participó en unas jornadas organizadas por una sociedad para el fomento de la sociedad de la información y puso el acento en la importancia económica de la informática y las telecomunicaciones. Las revoluciones tecnológicas siempre han generado momentos de euforia inicial y posteriores desaceleraciones, explicó el gobernador del Banco de España, pero la virtud de las nuevas tecnologías de la información es que han acelerado todos los ciclos, han contribuido a la expansión mundial del comercio en general y han generado su propio mercado. Por esa razón, explicó Caruana, la economía de Estados Unidos ha liderado el crecimiento mundial en los últimos años y sufre en menor medida las fases de desaceleración económica.

Las inversiones empresariales en nuevas tecnologías para mejorar los procesos productivos empujaron al alza la riqueza del conjunto de países miembros de la OCDE entre un 4 y un 17% durante 2000, destacó el gobernador. Si bien esos aumentos fueron mucho más importantes en los sectores de servicios, finanzas o comercio.

El discurso de las nuevas tecnologías casa mal, pues, con el tejido empresarial valenciano y la industria tradicional. Caruana asumió en Valencia que el retraso que arrastran las empresas españolas a la hora de implantar el uso industrial de las nuevas tecnologías es un hecho que "responde a una característica estructural de la economía española, ya que ésta siempre ha demostrado cierto grado de debilidad en la introducción de la innovación en España". Esa debilidad estructural de la empresa española tiene una importante vertiente regional. No es fácil introducir grandes mejoras tecnológicas en la fabricación de zapatos, por ejemplo.

La reciente evolución del sector agrícola valenciano constituye un anticipo de los males que pueden provocar los sistemas de producción tradicionales. El número de trabajadores del campo se ha reducido en dirección inversamente proporcional a la tecnificación de los sistemas de trabajo. Como resultado, la productividad del sector agrícola ha crecido de forma espectacular.

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