EE UU critica a Arabia Saudí por no frenar la actividad terrorista de Al Qaeda
El múltiple atentado de Riad causó 34 muertos y 200 heridos, según las cifras provisionales
Estados Unidos lanzó ayer duras críticas a Arabia Saudí, después de que el atentado cometido el lunes por la noche en Riad y atribuido a Al Qaeda causara la muerte de 34 personas, entre ellas ocho estadounidenses, según cifras provisionales. El embajador de Washington en Riad, Robert Jordan, acusó al Gobierno saudí de negar protección adicional a las residencias de los extranjeros, pese a los intensos rumores de que iba a producirse una agresión terrorista. "Arabia Saudí tiene que hacer más", añadió, por su parte, Ari Fleischer, portavoz de la Casa Blanca.
El ministro de Asuntos Exteriores saudí, príncipe Saud al Faisal, anunció ayer que el recuento de víctimas, aún provisional, elevaba el número de cadáveres a 34, entre ellos los de ocho estadounidenses, y el de heridos a "unos 200". El martes se produjo un continuo vaivén de cifras, y el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, llegó a afirmar que 91 personas habían muerto.
Saud al Faisal explicó que no se podría establecer "un balance completo" de lo sucedido hasta que los escombros de los tres edificios destruidos con coches bomba hubieran sido inspeccionados a fondo y se pudiera establecer el paradero de los desaparecidos. Los edificios contra los que fueron lanzados al menos nueve automóviles con explosivos eran residencias de lujo, ocupadas mayoritariamente por altos funcionarios y ejecutivos occidentales.
El ministro saudí admitió que el Gobierno saudí había cometido errores. "El hecho de que ocurriera el ataque terrorista indica que hubo fallos; tenemos que aprender de nuestros errores y mejorar en este aspecto", declaró. Pero negó que hubiera rechazado una petición del embajador estadounidense para que se incrementara la vigilancia. "Cada vez que la Embajada de Estados Unidos desea una intensificación de la seguridad, el Gobierno satisface la petición", afirmó.
Menos patrullas
El embajador de Estados Unidos, Robert Jordan, dijo lo contrario. Según la versión de Jordan, en cuanto los servicios de inteligencia estadounidenses y saudíes detectaron señales de que iba a producirse un atentado, hacia finales del mes pasado, "contactamos con el Gobierno saudí, pero, hasta el momento del trágico acontecimiento, no accedieron a proporcionar la seguridad adicional que pedimos". "Enviaron algunas patrullas un día o dos, pero después las retiraron de nuevo", puntualizó John Burgess, empleado del servicio consular.
Las tensiones entre Washington y Riad, frecuentes desde que los saudíes impidieron que el FBI investigara un atentado que en 1995 mató a 17 militares estadounidenses cerca de Dahran, constantes desde el 11-S y muy serias desde que, poco a poco, emergieron tras esos acontecimientos abundantes datos sobre la ayuda económica proporcionada a Al Qaeda por miembros de la familia real de los Saud, se hicieron aún más graves tras los sucesos del lunes. Varios agentes del FBI que emprendieron viaje el mismo martes hacia Arabia Saudí permanecían ayer en Alemania, porque el Gobierno de Riad les negaba la entrada en el país. En principio está previsto que lleguen hoy.
Mientras, 200 policías saudíes peinaban los escenarios de los atentados. El FBI temía que cuando sus agentes pusieran los pies en Riad habrían desaparecido ya de la zona todos los indicios forenses.
"Arabia Saudí ha cooperado en la lucha antiterrorista y nos ha proporcionado información útil. Consideramos que su trabajo es satisfactorio, pero tiene que hacer más", dijo Ari Fleischer, portavoz de la Casa Blanca, sin especificar en qué apartados reclamaba más colaboración. El presidente George W. Bush telefoneó a su vez al príncipe Abdulá, que en realidad es desde hace años el hombre fuerte del régimen por el delicado estado del rey Fahd (que desde 1995 vive postrado en una silla de ruedas), y le exigió "el mayor grado de cooperación", según Ari Fleischer.
El príncipe Saud al Faisal indicó, por su parte, que incluso antes de los atentados se había establecido "un comité conjunto" con saudíes y estadounidenses "para intentar prevenir las agresiones" y prometió que ambos Gobiernos trabajarían juntos en la investigación. Bush aseguró el martes que los responsables de los atentados descubrirían "el significado de la justicia americana".
La huida
Saud al Faisal manifestó que los autores de los atentados eran 15 personas, de las que al menos nueve murieron carbonizadas a bordo de automóviles cargados de explosivos. Se negó a hacer comentarios sobre cómo huyeron los otros presuntos miembros de Al Qaeda.
De acuerdo con el recuento provisional, las víctimas mortales eran de nacionalidades muy diversas: al margen de los nueve presuntos terroristas, supuestamente saudíes, había ocho estadounidenses, siete saudíes, tres filipinos, dos jordanos, un australiano, un británico, un irlandés, un libanés y un suizo.
Al Qaeda planeó otro 11-S
Zacarías Moussaoui, detenido en agosto de 2001 y considerado "el secuestrador número 20" en los atentados del 11-S, asegura que nunca tuvo previsto participar en aquella acción de Al Qaeda. Según él, las lecciones de vuelo que tomaba en Minnesota habían de servirle en otro gran atentado posterior, fuera de EE UU.
Moussaoui asegura que Ramzi Binalshibh, uno de los jefes de Al Qaeda detenidos en Pakistán y encarcelados en lugar secreto, podría ratificar sus afirmaciones si los jueces le permitieran comparecer como testigo en el juicio que se desarrolla en Alexandria (Virginia). La declaración de Moussaoui fue efectuada muchas semanas atrás, pero se conoció ayer gracias a una sentencia de un tribunal de apelación. El tribunal de Alexandria que juzga al presunto miembro de Al Qaeda ordenó que todas las sesiones y documentos permanecieran en secreto, pero Moussaoui, que se defiende a sí mismo, apeló la decisión y obtuvo el martes una victoria parcial en el Tribunal de Apelaciones de Richmond. Tras esa decisión, los jueces de Alexandria hicieron ayer públicos varios documentos aportados en el juicio, con fragmentos tachados, y anunciaron que la prensa podrá presenciar "algunas sesiones" en el futuro.
Moussaoui, de nacionalidad francesa y origen marroquí, fue detenido un mes antes de que se produjeran los ataques del 11-S, cuando tomaba lecciones de vuelo en una escuela de Minnesota. El FBI, sin embargo, no fue capaz de ligar cabos y no pudo impedir los atentados, ejecutados por otros ex estudiantes de pilotaje. Los investigadores y la justicia estadounidenses asumieron desde el principio que Moussaoui tenía previsto unirse a los otros 19 miembros de Al Qaeda el 11-S. Pero un texto presentado ante el tribunal indica que Moussaoui "esperaba vivir más allá de esa fecha" y tenía que "formar parte de otra operación, que ocurriría fuera de EE UU, con otros miembros de Al Qaeda".
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